lunes, 19 de septiembre de 2011

Fundido en negro

Back In Black (AC/DC, 1980)

 
HARD ROCK. Sin tiempo para las lágrimas, Brian Johnson sustituye el trono del caído Scott y lo hace bien, la verdad. Canciones como "Hells Bells", "Shoot to Thrill", "You Shook Me All Night Long" o "Back In Black" son clásicos instantáneos. El resto... no tanto.

De ahí que no comulgue con las hipérboles y las adhesiones incondicionales a un disco que veo excelente pero para nada obra maestra. Y es que parece que eso de que surgió como homenaje al frontman desaparecido ha calado demasiado hondo en los fans. Vale, ahí está el luto inmaculado de la portada y el luto severo de "Hells Bells", impresionantes los dos, pero ya está, eso es lo único que veo como cierto homenaje. Lo demás, más bien es una celebración de un grupo que vuelve a sentirse vivo cuando parecía que no iba a sobrevivir a una pérdida tan importante.

Riffs poderosos y una voz nueva que ya desde el principio se ajusta a la perfección a la idiosincrasia de la banda. Eso es lo que nos encontramos a mansalva. No había tiempo para lágrimas, como digo, y tampoco había deseos de revolcarse en la pena. Entonces, todo este rollo del panegírico ¿no puede sonar a oportunismo barato? ¿y qué necesidad tenía AC/DC de ello? Posiblemente ninguna, aunque la evolución posterior a esta bisagra que separa dos épocas dictaría sentencia para siempre a favor de este álbum. Como poco, Back In Black invitaba a la esperanza porque, con todos los peros que se quieran, es un disco buenísimo. Ni más ni menos.

★★★★☆

A1 Hells Bells 5:11
A2 Shoot to Thrill 5:17
A3 What Do You Do for Money Honey 3:34
A4 Given the Dog a Bone 3:31
A5 Let Me Put My Love Into You 4:14
B1 Back in Black 4:14
B2 You Shook Me All Night Long 3:29
B3 Have a Drink on Me 3:58
B4 Shake a Leg 4:05
B5 Rock and Roll Ain't Noise Pollution 4:12
Total: 41:45

Este disco siempre será un símbolo de supervivencia ante la adversidad, de crecerse en las situaciones más difíciles. No solo es que el grupo llorara hasta la extenuación la muerte de su cantante por cuestiones personales. Es que a ver quién era el guapo que se atrevía a sustituirlo. A pesar de lo pronto que salió el álbum (Bon murió en febrero y el álbum estaba en las tiendas en julio), hay que decir que los miembros restantes barajaron la disolución. Fueron los amigos y familiares los que les convencieron para continuar.

Una vez tomada la decisión había que buscar a un sustituto adecuado, cosa harto difícil dadas las características de un Bon Scott que era todo un volcán escénico y un dechado vocal con un estilo inimitable. No tardaron mucho en decidirse por Brian Johnson, entonces vocalista de Geordie, probablemente por ese estilo rajado que tenía algo que ver con el de Scott, si bien desde otra perspectiva.

No se puede decir que Johnson se dedicara a imitar a su predecesor. Él hizo lo suyo desde el principio y creo que ahí está el secreto de un éxito que se ha prolongado varias décadas y que ha hecho que pocos de los nuevos fans de la banda se acuerden del vocalista original. Un pecado imperdonable para los que vemos que sí que hay una diferencia, y no pequeña, pero también un mérito tremendo para un Johnson que fue capaz de insuflar nueva vida a una banda moribunda contribuyendo con su presencia en uno de sus discos esenciales.

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