
Eli and the Thirteenth Confession (Laura Nyro, 1968)
SOUL BLANCO/R&B/JAZZ. Apenas un año después de su debut, con solo veinte, Laura Nyro parece haberlo aprendido todo con una obra maestra algo discutible, pero capaz de atravesar el tiempo y el espacio. Trece canciones que son trece confesiones a grito pelado en medio de una vorágine de vientos, cuerdas y arreglos multicromáticos que te dejan con poca o ninguna capacidad de reacción. Trece revelaciones con las que, como refleja en su contraportada, da un beso de despedida a sus diecinueve primeros años de vida.
Sí, Laura Nyro se había hecho mayor. Apenas empezaba a volar sola y ya nos estaba dejando claro que lo suyo era algo incomparable. Escribir estas trece confidencias e interpretarlas como lo hace ella aquí no está al alcance de cualquiera. Así lo entendieron figuras como Elton John, Todd Rundgren, Carole King, Joni Mitchell o Rickie Lee Jones. Cantantes influidos de manera directa por la neoyorquina. Como también bandas de la talla de Steely Dan o artistas más alejados a priori como Stevie Wonder o Alice Cooper. Un elenco demasiado rutilante como para pasarlo por alto, ¿no creen?
Lo que no quiere decir que estemos ante un disco fácil. Esto es un bichejo que no se deja atrapar. Sus letras, visiones, fogonazos que parecen desconectados y aleatorios solo cobran sentido con la música y con las escuchas reiteradas. Solo así podremos construir la historia extraña y abstracta que se inventa la Nyro aquí. La pérdida de la inocencia está ahí, el deseo sexual y el rito de iniciación también, pero poco más podemos deducir a simple vista. Y su música, qué decir de esos cambios de ritmo y melodía tan abruptos, de esa forma de cantar hiperexpresiva, pero que no busca agradar, y en fin, de toda esa heterodoxia armónica que hace que lo que parecía dulce y sutil acabe siendo tan escarpado y árido que no se puede digerir ni a la primera ni a la décima escucha.
Eli and the Thirteenth Confession se viste de colores brillantes para tratar de ocultar un corazón oscuro como la noche más negra. En ningún momento pretende calmarte o ser esa redoma balsámica que cure tus heridas, pero tiene tanta magia en su interior que, por mucho que no lo entendamos, no podemos dejar de sentirla. Algo que nos obliga a ponerlo a girar una y otra vez buscando entrar en sus entresijos de una vez por todas. Y es imposible, no lo vamos a conseguir. Sin embargo, siempre vamos a disfrutar del viaje, de la inmersión a pulmón, porque como con las mejores cosas, el final del trayecto no es lo importante aquí.
★★★★☆
A1 Luckie 3:00
A2 Lu 2:44
A3 Sweet Blindness 2:37
A4 Poverty Train 4:16
A5 Lonely Women 3:32
A6 Eli's Comin 3:58
B1 Timer 3:22
B2 Stoned Soul Picnic 3:47
B3 Emmie 4:20
B4 Woman's Blues 3:46
B5 Once It Was Alright Now (Farmer Joe) 2:58
B6 December's Boudoir 5:05
B7 The Confession 2:50
Total: 46:15

Una foto tomada al trasluz en la que solo se adivinan sombras. Las mismas sombras que pintan al claroscuro una portada fantástica, obra de Bob Cato, en la que se nos aparece como una virgen dolorosa con un toque sensual en esos jugosos labios rojos. Un toque terrenal como el que aplicaba Caravaggio a sus madonnas, a las cuales bajaba a la Tierra al usar modelos reales de gente normal y corriente, casi vulgar.
Un detalle que nos acerca el disco a una realidad de la que parece estar evadiéndose constantemente, ya sea por sus letras evanescentes y espectrales o por sus sonidos tan hermosos como crudos en esos cambios de ritmo y melodía tan radicales.