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jueves, 11 de julio de 2013
Mi mierda es tu leche
Nadie podría haber convencido a Kurt Cobain allá por la mitad de los 80 de lo que le esperaba. En su mente cabía el deseo pero no creo que confiara en cumplir un sueño que tornaría en pesadilla al poco tiempo. Nirvana dinamitaron la industria desde dentro poniendo al rock alternativo en primera fila y captando legiones de fanáticos sin importar su procedencia, cultura, educación ni clase social. Invadieron territorios hasta hacía segundos vetados para lo underground convirtiéndose en el grupo más importante, adorado e influyente de los 90.
Nirvana se formaron en 1987 en Aberdeen, cerca de Seattle con un núcleo duro compuesto por Kurt Cobain a la guitarra y voz y Chris Novoselic al bajo. Los baterías fueron desfilando durante sus primeros años hasta que se dieron de bruces con el compromiso y la pegada de un tal Dave Grohl. Cobain fue desde el principio la fuerza motriz de la banda tanto en la composición como en aspectos logísticos y de promoción. Con mucho esfuerzo por su parte consiguieron que una compañía se fijara en ellos para publicar su primer álbum, Bleach (1989). Se trata de un compendio de todas las enseñanzas que el grupo y concretamente Kurt había sacado del punk y el rock duro que mamaron desde la infancia. El disco apenas tuvo repercusión y solo se movió en el limitado circuito alternativo de la zona. Por todo ello aún hoy parece increíble el impacto que supuso su continuación, un aclamado Nevermind (1991) que no solo está considerado un clásico sino que arrasó en ventas llegando a superar en las listas al todopoderoso Michael Jackson. El disco apenas había endulzado el sonido duro del grupo. Es cierto que abrieron miras y se colaron influencias como The Beatles o Pixies, pero el brebaje no dejaba de ser rock de riffs cortantes y un punch salvaje gracias a la incorporación ya indicada de Grohl (este sería su primer disco) y a la producción profesional de Butch Vig.
A partir de aquí Kurt se vio obligado a lidiar con una fama para la que no estaba preparado. Su infancia había sido difícil con la separación de sus padres como eje. Cobain había sido un niño algo problemático y con un carácter claramente nihilista. Todo esto lo volcó en la escritura de canciones con las que toda una generación se iba a identificar para siempre. Con Nevermind, además, inauguró sin pretenderlo el grunge, un estilo que apostaba por revivir la dureza y autenticidad del rock clásico ya fuera desde el punk o el metal. Muchas bandas se unieron al rebufo del éxito de Nirvana y se alistaron a esta nueva corriente donde la forma de vestir tenía tanto que decir como la música. Camisas de franela y ropa desgastada se mezclaron con los sonidos de Black Sabbath, The Stooges, Led Zeppelin o Neil Young. En medio de este ambiente, Cobain tuvo que convivir con la celebridad y sus adicciones. Estos tiempos duros para él tuvieron su reflejo en la durísima continuación discográfica. Con Steve Albini a los mandos grabaron In Utero (1993), un disco donde redoblaban la dureza y la oscuridad en un paso claro hacia el abismo que les esperaba. Fue la última declaración musical de Kurt que se suicidaría de un disparo el 8 de abril de 1994.
Después de esta tragedia la banda se disolvió, aunque se han seguido editando discos más o menos interesantes con material de archivo. El legado del grupo con solo tres discos en vida es monumental y el expolio al que la viuda de Kurt Cobain, Courtney Love y el resto de componentes ha sometido al material sobrante es sonrojante y mezcla lo revelador para el fan con bromas privadas que no deberían haber visto la luz. La historia de siempre. Los gozos y las sombras del circo del rock & roll.
Bleach **** (1989)
Salivazos imberbes y suciedad nada impostada para un estreno trabajado, oscuro y muy revelador sobre las intenciones y las capacidades de un grupo sin pretensiones más allá de una música en la que creían con una fe ciega. "Blew", "School", "About a Girl" o "Negative Creep" transcendieron lo subterráneo sin querer y gracias a éxitos posteriores. Crudo y tóxico a partes iguales.
Nevermind ***** (1991)
La belleza del harapo encontró su versión más perfecta en un disco más trabajado y abierto en el que flexibilizan la dureza y aportan melodías imborrables a unos riffs creados con las entrañas revueltas de alguien que tiene una urgencia agónica por expresar sus sentimientos. Amores en plenitud y el desgaste diario de lo que llamamos relacionarse, trabajado con mimo y mala leche. Un disco generacional con el que muchos nos enganchamos al rock para siempre. Una obra maestra que solo puede inspirar gratitud eterna.
In Utero ****1/2 (1993)
Los momentos terminales de Cobain se tradujeron en agonía eléctrica, baterías apocalípticas y letras amargas hasta la extenuación. Su disco más duro y oscuro aún conservando y ampliando la brisa melódica que inaugurara Nevermind. Su última referencia antes de la tragedia es un testamento desolador, doloroso en su abrasión y muy difícil de continuar. Un callejón sin salida.
Una canción
Por supuesto que no puedo elegir "Smells Like Teen Spirit". Kurt no me lo perdonaría si así lo hiciera. Me decanto por el lado más bestia del combo con este "Milk It" de letra siniestra y premonitoria, batería atronadora y que aúna esa calma disonante con tormenta desatada que tan bien dominaban los de Seattle. No apta para cardíacos. Pincha aquí.
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