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martes, 1 de octubre de 2013

Dictando testamento

13
(Black Sabbath, 2013)

HEAVY BLUES DE CATACUMBA
. El disco del reencuentro sobrepasa fácilmente el leve poso de la nostalgia. Esto es algo más que un recordatorio de glorias pasadas. Ozzy, Iommi, Geezer... Solo falta el silvestre suicida de Ward, sustituido con solvencia por Brad Wilk (Rage Against the Machine) por disputas contractuales, pero el núcleo brilla en una unión poderosa que pocos esperábamos.

Este disco de los de Birmingham para el año 13 sorprende por varios flancos. En primer lugar es una recreación de un sonido, una música que sus seguidores no oíamos desde, como mínimo, Sabbath Bloody Sabbath (1973). Yo diría más y me atrevo a afirmar que han destilado lo mejor de sus tres primeros discos, la época más gloriosa del cuarteto. Esto nos lleva al segundo punto. Sí, las canciones suenan bastante a cosas ya escuchadas. "End of the Beginning" trata de maquillar un poco la aridez de "Black Sabbath" y "Zeitgeist" es un quiero-y-no-puedo-ser "Planet Caravan". Y sin embargo, suenan más que bien y no acaban de dejar sensación de déjà vu. En parte es por la pegada superlativa de esa producción de Rick Rubin, todo un maestro a la hora de captar la furia metálica. Y en parte también porque el combo se deja de tonterías y plantea las canciones en base a los tarareos planos de Ozzy sobre los brutales riffs de Iommi.

Black Sabbath parecen haber decidido tomar lo que es suyo. Si cientos de bandas llevan décadas saqueando su sonido, no podemos culparles porque traten de devolvernos parte de un pasado, que si bien no pueden revivir, sí que pueden rememorar. No es pecado emplear tu estilo y volver a sacarnos la sonrisa con nuevos clásicos como "God Is Dead?" o "Damaged Soul". Riffs procesionales, electricidad sangrante... Black Sabbath, tan lejos de la perfección, han borrado cuarenta años de historia de un plumazo. Después de oir esto parece que nunca hayan existido ni Heaven and Hell (1980) ni Dio ni Ian Gillan ni mucho menos Tony Martin. Sin embargo, cuidado, no me gustaría exagerar. Esto es un buen disco, tampoco nos volvamos locos. Ni glorioso ni putrefacto. Simplemente una despedida digna. Veremos si lo es o deciden intentarlo de nuevo. No sé qué sería mejor.

★★★☆☆

1 End of the Beginning 8:07
2 God Is Dead? 8:54
3 Loner 5:06
4 Zeitgeist 4:28
5 Age of Reason 7:02
6 Live Forever 4:49
7 Damaged Soul 7:43
8 Dear Father 7:06

Total: 53:15

Lo que más sorprende de este disco, en mi opinión, no es la vuelta en los orígenes como tal, sino la decisión con la que se toman el trabajo y la contundencia con la que lo hacen. Se le podrá achacar todo al sonido abrumador que fabrica Rick Rubin, pero sería injusto no poner en valor a una banda que no solo sabe hacer de sí misma como nadie, sino que tiene clarísima su importancia y su papel clave en el devenir de todo un género.

 

Unos forjadores de lo legendario que también se obsesionan con este disco en la necesidad de redondear lo que iniciaron cuarenta y cinco años atrás. Así, no solo hacen que esto suene casi al milímetro a lo que hacían por entonces, sino que además tienen el tino de empezar el disco con una canción de título lapidario, "End of the Beginning". Solo un detallito ante la maravillosa finura de cerrar la última canción, "Dear Father", con las mismas campanas y la misma tormenta con la que se estrenaron en esa "Black Sabbath" que lo había cambiado todo para siempre.

Ahí dejan claro que su historia termina con este álbum. Al menos en el estudio. El puzzle se completaría con esa celebración en directo que iban a llamar "Back to the Beginning" y que el 5 de julio de 2025 pondría fin, esta vez sí, a una historia que parece demasiado perfecta como para ser verdad. Pero lo ha sido. Aquí está esta obra para dar fe de ella. Solo por eso, ya podemos decir que este álbum ha merecido la pena. 

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