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miércoles, 26 de junio de 2024

A golpe de puro piano

The Köln Concert (Keith Jarrett, 1975) [DIRECTO]

 

JAZZ/CLÁSICA/IMPROVISACIÓN. La historia es bien conocida, pero es de justicia recordarla. El pianista tuvo que recorrer los más de 500 km. que separan Zurich de Colonia por carretera, sin dormir durante días por un dolor de espalda que le obligaba a actuar con corsé. Al llegar se encontró que por error no le esperaba el piano que había pedido. En lugar de ese glorioso Bösendorfer 290 Imperial se encontró con un piano de la misma marca pero distinto modelo. Un amasijo de teclas diminuto y sin pedales, desafinado y que sonaba como a piano eléctrico.

La decepción y el trabajo que suponía poner a punto tan pobre instrumento desanimaron a Jarrett hasta el punto de amagar con suspender el concierto. Suponemos que la insistencia de la jovencísima promotora, una tal Vera Brandes, de tan solo 17 años, influyó, aunque la decisión final parece ser que tuvo más que ver con el hecho de que el equipo de grabación ya estaba instalado. Para colmo, en el restaurante italiano donde le habían reservado mesa para la cena, se equivocaron con las comandas y el pianista tuvo que mal comer a toda prisa para poder llegar a la actuación.

Así, hambriento, extenuado y cabreado, Keith Jarrett se sentó frente a un piano que era ya de por sí todo un reto. Por eso, dicen, tocó como tocó. Por eso abusó de los ostinatos y del acompañamiento rítmico con su mano izquierda. Todo para suplir la ausencia de pedales a base de usar notas graves centrándose en la parte central del teclado. Una solución improvisada que da fe de la brillantez del genio del norteamericano. Datos técnicos que se escapan y que se quedan en nada enfrentados al flujo improvisatorio que desplegó esa noche del 24 de enero de 1975.

Un concierto que quedó grabado para la posteridad sin añadidos ni trucajes. Una sesión que, a pesar de las turbulencias que la envolvieron, tiene un efecto sanador y reconstituyente. Un borbotón reluciente y restallante de jazz y música clásica, fruto de la formación exquisita del pianista. El resultado de años de estudio y de foguearse con las partituras de Bach o Händel, además de darlo todo con genios del nivel de Miles Davis. No es sorprendente, por tanto, el nivel exhibido aquí. Lo que sí que maravilla es cómo una vez más las dificultades engendran una obra maestra. Así queda grabado en los jadeos y gritos del pianista en plena orgía improvisatoria. Tanto como en los aplausos de un público tan respetuoso como entregado. Un momento imprescindible.

★★★★☆

A Part I 26:15
B Part II a 15:00
C Part II b 19:19
D Part II c 6:59
Total: 67:33

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