POP PSICODÉLICO. Cuando Kevin Ayers nos anuncia desde la misma portada que está disparándole a la luna, no es algo casual ni anecdótico. Ciertamente no parece una ocurrencia después de someternos a un disco cargado de buenas melodías y una psicodelia arrolladora, pero también pleno de una experimentación tan juguetona y libre como incomprensible y casi indigerible en muchos tramos. Un desequilibrio que en el disco anterior no era tal y que aquí hace naufragar a un trabajo que no acaba de entrarme en su conjunto a pesar de sus más que buenas intenciones.
Curiosamente, este era el disco de Ayers al que más ganas le tenía a priori. Esa portada, ese título, el hecho de que aparezca mencionado en una letra de Nacho Vegas, el nombre de la banda de apoyo, unos The Whole World que incluían a un desconocido Mike Oldfield... Y por consiguiente, no es de extrañar que haya acabado siendo el más decepcionante. Al fin y al cabo, su conjunción entre experimentación y melodías "al uso" no da con una obra ni atractiva, ni interesante, ni siquiera intrigante. Más bien lo veo como un batiburrillo de ideas, muchas de ellas valiosas, desparramado sobre la mesa y dejado así, a la buena de Dios. ¿El encanto de lo random? ¿Arte visceral desde las entrañas? ¿El shock cotidiano de un auténtico Objet trouvé? Nada de eso. O pensándolo bien, todo al mismo tiempo.
★★☆☆☆
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