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martes, 9 de julio de 2024

Niño grande

Joy of a Toy (Kevin Ayers, 1969)
 

POP PSICODÉLICO. Escuchando el debut en solitario de Kevin Ayers se capta de inmediato su necesidad de volar lejos del abrazo asfixiante de Soft Machine. Su imaginación y su talento no podían verse limitados a tocar el bajo y hacer cuatro aportaciones a la música de los de Canterbury. Es más que evidente que es dueño de unos intereses finísimos y una expresividad al límite en la línea de Syd Barrett, Nick Drake o John Cale. No solo comparte tesitura vocal con ellos, también su agudo sentido melódico, el toque pastoral y el psicótico. Tantas cosas, que el hecho de que la mayoría de ellos fueran amigos suyos no es algo que le extrañe a nadie. De hecho, llegó a colaborar con Barrett o Cale en más de una ocasión. 

Colaboraciones en las que se desembarazaba de su pereza congénita, de ese terror al compromiso que lo han hecho un artista errático y cargado de una desidia que siempre ha dejado la impresión de que se quedaba a medio camino de lo que marcaba su enorme potencial. Y aun así, qué canciones se ha sacado de la chistera. En este disco relucen con un brillo refulgente, aunque todos sabemos que no se ha esforzado lo más mínimo por fabricarlas. Más bien se las habrá encontrado por ahí tiradas o alguna musa traviesa se las habrá susurrado al oído.

Será por todo eso que en este debut nos encontremos a un artista juguetón (el título no engaña) que entiende el pop como un ejercicio de expresión libérrimo. Un trasunto más serio de lo que la gente se cree en el que se pueden verter las gotas necesarias de locura para hacerlo brillar. Unas gotas que hay que saber dosificar y seleccionar con mimo y mesura para que la cosa no se vaya de las manos. No hay problema. Todo eso parece dominarlo a la perfección un Ayers que no se corta a la hora de experimentar, pero que no olvida tratar a la melodía con el mimo que requiere un material tan delicado y tan sensible. Así le salen las canciones que le salen. Tonadas de un encanto hipnotizante y de una atemporalidad absolutamente perenne.

★★★★☆

A1 Joy of a Toy Continued
A2 Town Feeling
A3 The Clarietta Rag
A4 Girl on a Swing
A5 Song for Insane Times
B1 Stop This Train (Again Doing It)
B2 Eleanor's Cake (Which Ate Her)
B3 The Lady Rachel
B4 Oleh Oleh Bandu Bandong
B5 All This Crazy Gift of Time
 
Total: 42 min.  

Son tantas las referencias que me vienen a la cabeza cuando escucho este disco que es difícil saber por dónde empezar. Su estética kitsch me recuerda a obras como ese El viento en los sauces (Kenneth Grahame, 1908), que a pesar de ser escrita por un escocés, ha hecho tanto por mitificar una imagen inocente y en extremo agradable de la campiña inglesa.

También a la música de juguete de Pascal Comelade, tan lúdica y tan mágica. Si bien lo cierto es que las similitudes en lo puramente sónico son más bien escasas (o inexistentes), comparten el espíritu. Como también hay algo común en la portada (y algo más) de ese In the Aeroplane Over the Sea que Neutral Milk Hotel lanzaran en 1998 para convertirlo en un mito dentro del mundo alternativo.

Pocas veces he forzado la máquina más que con estas tres comparaciones que cualquiera con dos dedos de frente calificaría de peregrinas. Y eso siendo generosos, pero también he de decir que eso no deja de ser sintomático del caos maravilloso que genera este torbellino de álbum. Una sorpresa que me ha golpeado de lleno cuando menos me lo esperaba.

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