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miércoles, 9 de octubre de 2024

Un dios salvaje

Wild God (Nick Cave & the Bad Seeds, 2024)
 
 

REDENCIÓN. "I don’t know where I would be if my son hadn’t died. Grief turns you into a person. Before, I was incomplete" (Nick Cave)

Después de los discos de llanto inconsolable que sucedieron a la pérdida de sus dos hijos, llega el momento de la comprensión y la asunción de un mundo que deja de ser hostil para revelarse en toda su belleza. Un momento de epifanía en el que mirar hacia ese Dios salvaje que no tiene piedad, pero al que Cave abraza sin rencor ni ansias de venganza. Un Dios que ha encontrado en sí mismo y que lo ha hecho un hombre completo a través del dolor más lacerante. Un Dios al que Cave ha vuelto sin dudar ni un instante en busca de una luz que parece emanar del cantante como nunca antes.

Así es la buena nueva que nos transmite el australiano en su nuevo disco. Una obra hecha a conciencia, surgida del amor más puro, del acto consciente de existir en un mundo en el que todo lo que le rodea cobra sentido por fin. Una música que no podía venir vestida de otra cosa que de góspel, el más auténtico y verdadero que ha facturado nunca el de Warracknabeal. Un góspel que hace que Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus (2004) ya sea otra cosa. Algo muy bonito y muy intenso, pero no la música celestial, llena de júbilo y transmisora de las emociones más conmovedoras que suena en este álbum. Pura carne de religión para los que habíamos perdido la fe.

No sé si alguna vez se ha podido presenciar tal momento de éxtasis como el que nos ofrece Cave aquí. A mí no se me ocurre ninguno. Santa Teresa nos lo había dejado por escrito, San Juan de la Cruz había dado buena cuenta de ello de igual forma, pero con Nick, conociendo su historia personal, se hacía especialmente duro verlo vaciarse en sus conciertos, buscar la comunión con la audiencia de manera tan implorante, fundirse con la música como la única forma de calmar la pena que sin duda le atenazaba. Ahora, por fin, aun cargado de ese mismo dolor, lo vemos transformado, en paz con el cosmos y más vivo que nunca. Cuando una obra musical es capaz de transmitir todo eso, tiene que ser porque nos ha llegado tan adentro que se va a quedar con nosotros para siempre. 


1 Song of the Lake 3:36
2 Wild God 5:19
3 Frogs 4:34
4 Joy 6:13
5 Final Rescue Attempt 3:56
6 Conversion 5:17
7 Cinnamon Horses 5:16
8 Long Dark Night 3:33
9 O Wow O Wow (How Wonderful She Is) 4:33
10 As the Waters Cover the Sea 2:04

Total: 44:21

Será por el hálito expiatorio, por la calma de la redención, pero no puedo evitar acordarme de la actuación de Nick en el funeral de su gran amigo Shane MacGowan. Allí interpretó una doliente y espectacular versión de la gloriosa "Rainy Night in Soho" del autor irlandés. Una canción que, por su apariencia ligera, no podría estar en este disco, aunque no hay que escarbar mucho para darse cuenta de que en realidad su espíritu le va como anillo al dedo.

Puede que no tengan mucho que ver a simple vista, pero tanto la ceremonia entre festiva y rota por el dolor y este disco, que a pesar de ser todo luz, sale de las sombras más oscuras del alma, de un periplo arduo y difícil por el valle de lágrimas más rocoso y árido que pueda presentarse a cualquier ser humano. Quizás ahí, en el meollo de un dolor casi masticable, es donde podamos encontrar una conexión imposible pero también inevitable.

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