Dare (The Human League, 1981) ♠
TECNOPOP. Está claro que de la escisión que sufrió The Human League salimos ganando. Suena egoísta cuando sabemos que no fue una ruptura amistosa precisamente, pero para el resto de la humanidad fueron todo ventajas. Philip Oakley se quedó con la marca y pudo por fin virar hacia terrenos más amistosos para el oído medio. Y Martyn Ware y Ian Craig Marsh formaron Heaven 17 para publicar ese fastuoso Penthouse and Pavement (1981) con el que sorprendieron al mundo.
Es inevitable comparar ambos discos. Hay demasiadas circunstancias que los conectan en el tiempo y en el espacio. Por eso, para quitarme pronto la obligación de un trabajo tan desagradecido, diré que me quedo con el de Heaven 17. Y sé que no es la opinión más extendida, pero esta vez puedo decir esto con absoluta seguridad. En los dos veo el influjo divino de Kraftwerk. En los dos veo una frialdad a la que le cuesta envejecer con dignidad. En los dos, en resumen, veo los 80 claramente estampados. Pero mientras que Penthouse and Pavement (1981) tiene una vida propia y más que atractiva, merced sobre todo a un bajo grandioso, este Dare (1981), simplemente, me dice muy poco más allá de sus ritmos saltarines y su hieratismo radical. Cosas, no me malinterpreten, que me creo perfectamente, pero que no me despiertan el misterio.
Me vuelve a pasar de nuevo. La frialdad me congela el alma y no me deja ver nada más. Es cierto que Dare suena sinfónico y precioso, como el modelo a seguir que siempre ha sido y siempre será. Resulta cicatero ser tacaño con una obra de la que han bebido casi todos los que han pretendido hacer música con máquinas en la década prodigiosa. No puedo negar lo maravilloso que es escuchar temas como "The Things That Dreams Are Made Of", "Darkness", "I Am the Law" o "Don't You Want Me". Hablamos de pelotazos de mucho nivel. Lo único que digo es que, siendo un gran álbum, para colocarlo junto a mis clásicos le falta subir un escalón al que no lo veo capaz de encaramarse. Muchos dirán que me quedo corto, lo sé, pero yo también hago lo que puedo. Y con Dare nunca he podido, lo reconozco.
★★★☆☆
Es normal si la portada de Dare te parece arty, icónica, sofisticada y genial en su minimalismo retador. Es bien sabido que el líder, Philip Oakley, se empeñó en que imitara la tipografía y el diseño de la revista Vogue. Más concretamente de un número del 79 en el que aparecía Gia Carangi. De ahí sacó hasta su título. Y sí, esto puede ser el colmo de la frivolidad, pero es que este disco es un caleidoscopio de influencias y un trabajo seminal en tantos campos por algo.
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