POST-PUNK BARROCO. En una nueva voltereta, Suede se pasan al post-punk. Todo lo post-punk que puede sonar un grupo que ha hecho de la clase un estilo de vida. Quiero decir, suenan acerados y retadores, sin dejar de notar, eso sí, que la capa de adamantio de la que revisten sus canciones sigue imitando a la seda y el terciopelo con el que el señor Brett Anderson siempre se ha encontrado más a gusto.
No, no crean que por mucho que armen las canciones sobre un andamiaje más metálico se han olvidado del glam ni del drama. De eso sigue habiendo en cantidades ingentes, por lo que el grupo sigue sonando igual de característico y personal aun dándole una vuelta más que notable a su sonido. De hecho, conforme el disco avanza y los teclados van comiéndoselo todo, se van poniendo cada vez más estupendos y más sobreactuados. Hasta el punto de que pueden llegar a cargar como no lo habían hecho en sus dos últimos álbumes.
De todas formas las virtudes del álbum son demasiadas como para obviarlo o subestimarlo. Ahí está ese comienzo arrollador que a la altura de "The Only Way I Can Love You" toca un techo inalcanzable para la mayoría. También ese derroche de clase y oficio que se marcan en el segundo tramo. Son demasiadas cosas. No creo que estemos ante el mejor álbum de Suede de esta segunda época, y no hablemos de compararlo con sus primeras obras, pero tampoco me parece justo dejarlo en que mantienen el tipo. Brett y los suyos hacen bastante más que eso en un disco que, como mínimo, va a salvarte la semana.
★★★☆☆
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