Gimme Shelter (The Rolling Stones, 1970)
ROCKUMENTAL/CONCIERTO. El significado de lo que pasó en Altamont como lápida de un movimiento y casi de una generación queda impreso en el grano de esta película que puede parecer ajada pero que en realidad tiene un corazón totalmente atemporal. No hay un mejor documento que este para retratar lo que era el hippismo, el "haz el amor y no la guerra", la comunión entre iguales, los efectos devastadores de las drogas psicodélicas y sus efectos en esa mente universal que iba a ser vapuleada por la violencia real y por la crudeza de un mundo que nunca estuvo preparado para todo eso.
La película retrata lo que ocurrió y el camino que hubo que transitar, incluyendo detalles de los problemas organizativos, para que los Stones pudieran realizar su soñado festival gratuito en EE.UU. como guinda a su gloriosa gira de 1969. Un tour que los encumbraría como la mejor banda de rock & roll del universo. El lugar elegido, o seleccionado por el azar, fue el autódromo californiano de Altamont, cerca de San Francisco. Un lugar que pasaría a la historia, más que por la música gloriosa que floreció allí, por los sucesos luctuosos que acaecieron.
Tener a los Hell's Angels como tu seguridad privada no parece la mejor idea del mundo, pero no sé muy bien cómo eso fue lo que hicieron los Rolling Stones. No queda claro que fueran contratados o no como seguratas. Las malas lenguas dicen que sí que fue así y que solo cobraban 500 dólares en cerveza por sus servicios. Las imágenes parecen indicar que sí que iban con la función de impedir el acceso al escenario por parte del público y no como otros dicen, simplemente para divertirse.
Lo cierto es que el ambiente se fue caldeando con el paso de las horas. Algo que la película muestra de manera magistral. Hasta el punto de que llegado el momento no hubo manera de controlar las peleas y los disturbios por mucho que los propios cantantes insistieran en la necesidad de relajar el ambiente. La escalada de tensión culminó con un Ángel del Infierno apuñalando a un chico de color, el cual fallecía en el acto. El hecho fue captado por las cámaras eliminando cualquier duda al respecto. El motivo no queda claro, pero parece que tuvo que ver con algún roce relacionado con la moto del angelito. Todo ocurrió mientras la banda tocaba "Under My Thumb", aunque la que quedó fuera del setlist durante cinco años sería "Sympathy for the Devil". Sería por su título, pero no se puede decir que los Stones se mantuvieran insensibles ante lo sucedido.
Podría pensarse que ha sido el morbo el que ha encumbrado a una película que incluso, raro en la época, se proyectó en el festival de Cannes. Una vez visionado, creo que es injusto pensar eso. No solo las interpretaciones son vibrantes, sino que toda la violencia y la mala hostia que había en el ambiente quedan impregnados en la cinta. En las interrupciones constantes, en las peleas que se suceden aquí y allá, en los métodos expeditivos de los Hell's Angels en el escenario... No hacía falta que muriera nadie para que quedara claro que con este concierto algo se estaba acabando. Después de Altamont, por duro que suene, se impondría la vuelta a una realidad que no tomaba prisioneros. La sociedad lo fue digiriendo de manera natural. Y los Stones no tuvieron más que enjugarse las lágrimas e imponer su ley en un territorio que conocían demasiado bien.
★★★★★
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