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lunes, 10 de agosto de 2020

Pedales y ángeles

Teenage Fanclub

Bellshill, Scotland, GBR

Hoy iconos del rock alternativo, estos escoceses de pueblo han conseguido el éxito a partir de una sabia mezcla de ingredientes de toda la vida a la que ellos han dado ese toque especial que hace que lo tuyo apetezca y lo de otros no. Ese ingrediente secreto que está en la conjunción de factores y en las gotas de personalidad imprescindibles para que cualquier proyecto llegue a buen puerto.

Lo suyo es el pop de toda la vida, el de The Beatles con las armonías vocales de The Beach Boys, macerado en calambrazos de alto voltaje ampérico escuela indie rock de Pavement a R.E.M. pasando por Dinosaur Jr. o Sonic Youth. Un power pop muy eléctrico pero muy almibarado a la vez que los sitúa en esa deliciosa interzona que por lo que sea gusta especialmente a la muchachada.

Surgieron en medio de ese C86 de finales de los 80 en el que cabía casi todo, de adoradores de The Byrds a émulos de The Kinks, y poco a poco se fueron haciendo su hueco para despegar y alejarse de una corriente que les sirvió en sus comienzos, pero que dejó de definirlos pronto. 

Su rasgo más característico es que el grupo se basa en un núcleo duro de dos guitarras y un bajo en el que los tres comparten casi por igual las labores de composición y cada uno canta sus propios temas. El puesto a la batería siempre ha sido temporal y no un miembro del grupo de pleno derecho. Y les ha ido bastante bien así.

DISCOS RUID0

 


lunes, 3 de septiembre de 2018

Almíbar eléctrico

Bandwagonesque (Teenage Fanclub, 1991) 

 

POWER POP. Desde Glasgow, en medio del fragor industrial de la capital económica de Escocia, este grupo se despereza con un tercer disco que iba a ponerlos en el centro del mapa del indie a nivel mundial. Es famoso el hecho más que mencionado de que ganara como mejor disco del año al Nevermind (Nirvana, 1991) en las votaciones de la revista Spin. Una circunstancia más anecdótica que otra cosa, pero que habla del poder de fascinación de este disco hecho a base de armonía y electricidad.

El grupo ha sido siempre básicamente un trío de dos guitarras y un bajo en el que se alternaban el micrófono y las tareas compositivas. El batería iba cambiando con cierta frecuencia, y la base se mantenía firme. Aquí podemos disfrutar de esa carrera de relevos en la que es imposible decantarse por uno u otro. Norman Blake (guitarra) y Gerald Love (bajo) son los que dominan aquí, dejando un papel más secundario al otro guitarrista, Raymond McGinley. Y como unos Lennon & McCartney del indie, desbrozan una serie de canciones inolvidables que dan prestigio y brillo a una a menudo denostada década de los 90, que también tuvo sus hitos.

Melodía y potencia ampérica, el mismo truco de siempre con unos resultados relucientes merced a un juego de voces espectacular que se mira nada menos que en el multicromatismo veraniego de los Beach Boys y en la melancolía terminal de Big Star. Una mezcla que suena chirriante en la teoría, pero demuestra ser poderosísima en la práctica. Será porque las canciones acompañan, será porque la habilidad escritural del grupo es gigantesca o porque el sonido que son capaces de invocar juntos es estratosférico. Será por todo eso y alguna que otra cosa que no vemos. Ahí está siempre la gracia de todo, en el ingrediente secreto.
 
★★★★
 
1 The Concept 6:06
2 Satan 1:22
3 December 3:03
4 What You Do to Me 2:00
5 I Don't Know 4:35
6 Star Sign 4:56
7 Metal Baby 3:39
8 Pet Rock 2:35
9 Sidewinder 3:03
10 Alcoholiday 5:26
11 Guiding Star 2:48
12 Is This Music? 3:17
Total: 42:50


La estética de ese saco de dinero, tan de cómic, no puede sino hacer volar mi imaginación hacia la figura de Lucky Luke y los Hermanos Dalton. También el sonido de un disco que, por muy herido de amor que esté, no deja de ser juguetón y encantador.

miércoles, 29 de junio de 2011

supertrax #52: rapsodia bohemia



Cualquier grupo mataría por haber editado un disco como Bandwagonesque (Teenage Fanclub, 1991). Aunque fuera lo único que hubieran hecho en su carrera. Y para refrendarlo nada mejor que empezarlo con esta maravilla llamada "The Concept". Guitarras encabritadas sobre una melodía acaramelada y con una pátina clásica imborrable. Una delicia con dos partes bien diferenciadas. La segunda de ellas siempre me hace pensar en "Bohemian Rhapsody". No porque se parezca sino porque siempre he pensado que es a lo que la canción de Queen quería aspirar y no pudo lograr. Sencilla, emocionante y con coros que te mecen en un deleite sublime.