Las canciones malditas (Kaka de Luxe, 1983)
PUNK/NUEVA OLA. Gran título para el retrato de una
época efervescente, lúdica, exploratoria y sí, algo sobrevalorada. Las
canciones malditas de este supercombo que fue Kaka de Luxe son el
pistoletazo de salida de una movida de la que se ha dicho tanto que no
se sabe muy bien qué es cierto y qué leyenda. Si nos atenemos a lo que
suena aquí, podemos decir que algo sí que bullía en una escena en la que
no era oro todo lo que relucía.
Aquí nos encontramos un punk
guarrote, con la provocación como bandera y, aparentemente, única
motivación. No podemos olvidar que el único LP de la banda, publicado después de su disolución, no deja de ser una colección que reúne su primer EP y ocho maquetas. Así el sonido es el que es. Por su parte, las letras te sueltan historias tan insignificantes como
escatológicas, puro reflejo del ansia de libertad que se respiraba. No
debe resultar extraño que tras cuarenta años de dictadura castradora
hubiera un buen puñado de locos con ganas de divertirse y de crear desde
las entrañas, sin compromisos de ningún tipo. Kaka de Luxe fue el
laboratorio en el que se fueron macerando las personalidades de los que
más tarde formarían parte de bandas seminales de nuestros 80. Alaska y
todas sus ramificaciones, Parálisis Permanente y Radio Futura, entre
muchos otros, contaron con miembros de este grupo.
En cuanto a la
música, la verdad es que no es para tirar cohetes. Es sucia, rasposa, no
siempre afinada… Es rock & roll barato y pop 50s, el colchón
perfecto para el veneno a veces dulce y otras obsceno que soltaban por
la boca. ¿Fue la movida algo tan auténtico como cacarean por ahí?
Documentos como este no lo aclaran. Lo que sí parece evidente es que lo
pasaron bien. Eso, seguro.
★★★★☆
Total: 31 min.
Muchos echan en cara a este grupo hechos innegables como que no sabían tocar, que suenan fatal juntos y que en sus letras no tienen absolutamente nada que decir. Como digo, no se puede rebatir ni uno de esos argumentos, aunque por otra parte ¿no era eso el punk? Quizás no en esta combinación, quizás no de esta forma tan consciente y casi forzada, pero básicamente podemos llamar a esto punk con todas sus letras.
Si descontextualizamos lo que hacen aquí estos muchachos, no hay defensa posible para su música, pero eso sería muy injusto. No podemos separar estas canciones de la época que las vio nacer, de la euforia por la reciente muerte del dictador y la recién inaugurada democracia. Unos aires de libertad que permitían soltar las perlas que estos chicos soltaban por su boca. Que permitían permearse de todo lo que pasaba en el extranjero culturalmente hablando. Es cierto que este grupo es el reflejo de la desorientación y de esa potencia sin control que surge en los primeros momentos de cualquier movimiento que se precie.
Después de ellos la cosa cambiaría. Ya lo he dicho arriba. La cantidad de bandas seminales para el pop rock de nuestro país que acabaron montando los componentes de Kaka de Luxe habla por sí sola. Radio Futura, Alaska y los Pegamoides, Alaska y Dinarama, Parálisis Permanente, Los Secretos, Paraíso, La Mode... No sé si me dejo alguna, pero con esas creo que queda claro que el caldo de cultivo que significó Kaka de Luxe no es algo para despreciar. Que siempre puedes quedarte en los alaridos sin sentido y las notas falladas que bullen en una obra a la que le faltan más de dos vueltas para acabar de hacerse, pero sinceramente creo que si piensas así, no te has enterado de nada.
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