ULTRAPOP. Puede parecer increíble, sobre todo viniendo del corazón de los 80, pero este disco es de lo más avanzado, visionario y atemporal que servidor haya escuchado en mucho tiempo. Un disco que te pone los pies en el suelo y te ayuda a relativizar todos los supuestos hallazgos de los popes del pop más inquieto de nuestros días. Kate Bush deja claro que cuando creas que has inventado algo seguro que ya ha habido alguien que lo ha hecho antes que tú. Ella se basaría en lo más florido de los 60 para crear, pero que su toque personal haya servido para influenciar tantísimo era algo que no me esperaba. Por toda esta brillantez, por todo este riesgo y por todo este multicromatismo, esta música te podrá llegar más o menos, pero si se tienen un par de orejas y algo de sensibilidad, no hay cojones de decir que esto es malo.
Y no lo es por mil motivos, desde su sonido epatante a sus melodías rotundas e imposibles, desde su insolencia artística a su portada o su mismo título. "The Dreaming", se llama. La acción de soñar y no su producto, su consecuencia o su resultado, "The Dream". Una forma en la que Bush hace que nos concentremos en el acto, en el proceso, como si al contarnos la película que pasa por su mente mientras duerme, nos metiera in media res, así sin introducciones ni anestesia, arrojados al centro del vórtice sin saber cómo salir ni cómo demonios hemos llegado ahí.
Luego habría que matizar todo este torbellino y diseccionarlo en sus mil partes. Separar el histrionismo de la clase infinita, la verborrea de la poesía y la experimentación fundamentada de las ocurrencias. Pero ni así podremos censurarle gran cosa a un álbum en el que gana la calidad por goleada. Vamos, que por mucho que el disco ofrezca más resistencia de la debida, tengo muy claro que estamos ante la obra que lo cambió todo. La que inició un nuevo rumbo que iba a convertir a Kate Bush en una de las grandes.
★★★★☆
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