Hada raykoum (Cheb Khaled, 1985)
RAÏ. Sin pretender ser un experto en raï, sí que tengo unas nociones de lo que es o de lo que cualquier melómano, siquiera casual, piensa que es. Para mí el raï es una música popular del norte de África que tiene casi más que ver con nuestro pop que con las raíces más ancestrales de esa tierra. Sin dejar de hurgar en los sonidos que han vertebrado la cultura y la idiosincrasia magrebí, siempre la he visto como un trasunto populachero que, por mucho que nos haya llegado a Europa cargada de exotismo, no deja de tener un toque callejero, festero y casi diría que vulgar, que es lo que la hace tan popular y tan atractiva.
Todas estas ideas preconcebidas se ven reforzadas tras la escucha de este disco del rey del raï, un Cheb Khaled, que estaba a punto de quitarle el "Cheb" a su nombre de guerra para entregarse aún más a los sonidos, digamos, más occidentalizados. Unos sonidos que están ya aquí, en esta versión primigenia y más pura de su música, pero que todavía, a pesar del uso extenso de los teclados, sigue sonando puramente (o mejor, turbiamente) morisca, insolente y ritual hasta el tuétano.
Y todo eso significa que nos vamos a encontrar desarrollos larguísimos que se van enroscando en busca de la hipnosis a través del baile. Un baile serpenteante para entrar en trance sin remedio. Unos sonidos que a mí me suenan un poco a cosas como Camela, con todo lo que eso significa. Afirmación que defenderé por mucho que me llamen loco y que, más que restarle calidad al disco, creo que le da una personalidad que no encuentro en su obra posterior. Seguro que todo esto podría haber sonado mejor, pero habría perdido mucha de su gracia. También podría haber tratado de ser más directo y menos repetitivo, pero entonces ¿quién se acercaría a curiosear?
★★★☆☆
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