ROCK NAÍF. El primer signo de debilidad en su huida del rock. Pianos y electrónica adornan unos temas que, aunque bonitos, pecan de insulsos. Lo más parecido a una distorsión lo encontramos en el single "Ava Adore", dedicado a Ava Gardner, y en la larga y atmosférica "For Martha". Pudo haber sido interesante, pero se ha quedado en el bonito recuerdo de una época, tal y como ellos sugerían con la estética del artwork y el videoclip de su primer single.
Para mí este disco es el último de una estirpe. Para los Pumpkins y para una forma de consumir música que en este final de milenio empezaba a ralear. Una época de ahorro y sacrificio para agenciarse un disco que en este caso ofrecía una presentación cuidada, un libreto en el que sumergirse durante horas para sacarle el jugo a una obra que tenía que gustarte sí o sí.
Por desgracia eso es lo mejor que puedo decir del disco que marca la decadencia de esta banda clave de los 90. La nostalgia que me produce. Un disco ampuloso y neoclásico al que, y eso sí es una virtud, le va que ni pintada su estética entre modernista y tétrica de principios del siglo XX. Un álbum que lleva el blanco y negro de su diseño un paso más allá hasta infectar su sonido. Su problema no está tanto en que se ablandaran, que también. Está en que al disco le faltan pelotazos y en que, a pesar de su buen comienzo, termina arrastrándose entre melodías con más o menos gracejo y progresiones perezosas hasta lo agónico.
No, no hay fiesta en este momento tan triste, solo un luto cerrado como la noche.
★★☆☆☆
Total: 72:51
Si el envoltorio de este álbum no te sugiere cosas, no te dicta conexiones imposibles, no sé cuál podría hacerlo. La Lillian Gish a la que homenajeaban en Gish (1991) encontraría aquí el papel de su vida. Tanto la época victoriana como los principios del siglo XX también encuentran aquí su hogar, envueltos en toda esta parafernalia en blanco y negro.
Y entre todo esto, personalmente me voy directo a Vampyr, la bruja vampiro (1932), primera película sonora de Carl Theodor Dreyer, la cual es un prodigio en cuanto a innovación merced a su empleo de las sombras, las transparencias y unos paisajes oníricos nunca vistos. Una auténtica maravilla que estéticamente casa como ninguna con el ambiente y el aspecto visual de un disco de época. O eso les hubiera gustado a los de Chicago.
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ROCK NAÍF. No es que esperara mucho más de lo anecdótico con esto, pero sí un poco más. La canción bandera del blockbuster del momento, un tema certero, animado y bastante bueno, escoltada por las medianías de rigor, las cuales no dejan de ser variaciones sobre una misma idea. Una idea que estiran a base de ralentizar la melodía, llenarla de arabescos electrónicos, pespuntes instrumentales y trucos atmosféricos que no importan a nadie. Mucho dispendio para acabar ofreciendo una curiosidad que no va más allá del terreno vedado a los acólitos más fanáticos y cerriles de los de Chicago. Un grupo entre los que seguro que me he encontrado alguna vez, pero que tengo claro que me queda ya muy lejos.
☆☆☆★★
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