
HEAVY METAL. Estamos ante el decimotercer álbum de Black Sabbath, banda en la que solo quedaba Tony Iommi, de ahí que muchos seguidores llamen a esta etapa la de Iommi y amigos. Lo que me lleva a preguntarme por qué tuvo tantos miramientos a la hora de sacar un disco bajo el nombre de Sabbath con el anterior, Seventh Star (1986), mientras que aquí no le tembló el pulso a la hora de parir una obra de su puño y letra en lo musical para sacarla bajo el paraguas mitológico de un nombre tan grandioso.
Puede que fuera por resignación, por tratar de capitalizar el éxito de un nombre que al fin y al cabo había contribuido a crear y engrandecer o porque veía que aquí se abría una nueva etapa de Sabbath con la incorporación de Tony Martin a las voces, un cantante que permanecería en el grupo durante dos álbumes más. Después regresaría, pero esa es otra historia. La cosa es que aquí, el entonces desconocido vocalista realiza un trabajo mayúsculo en lo profesional, aunque una vez más alejado para mí del estilo que pedía la oscuridad de la banda de Birmingham.
Todo eso unido a un grupo de canciones formulaicas y que parecen ir a rebufo de las bandas a las que precisamente habían influido hace que el disco sea aburrido y monótono. Hasta el punto de que solo salvaría sin peros su cierre con una canción titular que sí que nos devuelve a las nieblas densas del pasado. No es pecar de exceso de nostalgia ni incapacidad para aceptar el crecimiento de una banda que no es tal. Lo que trató de hacer Iommi en estos años era una huida hacia delante sin resuello y sin mirar atrás. Vale, lo comprendo, pero tampoco tengo claro que olvidarse totalmente del pasado sea la solución para tus problemas. Un nuevo intento fallido que todos sabíamos que no iba a ser el último.
★☆☆☆☆
A1 The Shining 5:59
A2 Ancient Warrior 5:31
A3 Hard Life to Love 5:00
A4 Glory Ride 4:48
B1 Born to Lose 3:44
B2 Nightmare 5:20 ✔
B3 Scarlet Pimpernel 2:07 ✔
B4 Lost Forever 4:03
B5 Eternal Idol 6:34 ✔
Total: 43:06
La portada aquí es un trasunto curioso. Basándose en la escultura The Eternal Idol de Auguste Rodin, aprovechan para titular el álbum y adornarlo, aunque al no contar con el permiso necesario para utilizar una fotografía de la estatua, decidieron recrearla usando modelos a los que embadurnaron en pintura color bronce. El resultado es extraño, como demasiado hierático para mi gusto.

Sin embargo, lo peor del tema no fue si quedó bien o mal, sino que los modelos tuvieron que ser ingresados en el hospital tras la sesión por la toxicidad de la pintura empleada en sus cuerpos. Una dejadez o temeridad muy en la línea de unos Black Sabbath que habían perdido a sus figuras más tóxicas en lo drogota, pero que seguían contando con un Tony Iommi que siempre las ha matado callando.
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