POST-PUNK EXTREMO. The Pop Group surgieron a finales de los 70 como respuesta al acomodo y a la masificación del punk. No sé si era esa su intención, pero sí que se puede contar entre sus logros. Y es que esta mezcla explosiva de rock afilado y libérrimo azuzado por los recitados de un Mark Stewart desatado y atacando a la melodía de manera frontal, supuso (supone y supondrá) una de las declaraciones más brutales de la historia del rock experimental. Todo eso se materializó en Y, su primera obra larga, como en ninguna otra. El disco que los convirtió en lo más punk que el punk pudiera haber imaginado ser jamás.
No es Y un disco fácil, al contrario, su exigencia se encuentra a la altura de su impacto. Pero precisamente por eso es imposible desdeñar el valor atávico de su sonido. Atávico por lo que tiene de terrenal y sanguíneo, no porque siga tradición alguna. Sin embargo sí que hay algo tradicional en este disco. Quizás haya que buscarlo en el tono tribal y en la imaginería salvaje, pero existe. En todo eso que enlaza de alguna forma con la iconografía paramilitar y el sudeste asiático. En ese paisaje de horror absoluto al que Coppola puso imágenes y entrañas en Apocalypse Now (1979). Un envoltorio perfecto para los susurros y gritos preñados de eco y los bajos musculosos, ambos provenientes del dub; para unas guitarras que acuchillan a traición; y para unos vientos salidos de la pesadilla de un jazzman cocainómano.
Ah, y sí, no creo que haya alguien que no se haya dado cuenta todavía, pero el nombre del grupo es pura ironía. Mark Stewart te diría que no, que siempre han perseguido un corazón pop en sus canciones, como Brian Wilson. Eso ha dicho en alguna entrevista... Si es que en el fondo son unos cachondos.
★★★★★
Total: 40:11
Lo de Mark Stewart y este disco con la iconografía tribal y lo militar, con el sudeste asiático para ser más precisos, no se limita a un cierto artwork o a una manía más o menos repetitiva de disfrazarse. Más que eso, está en la violencia que conjuran, en lo sanguinario de sus diatribas, en lo pétreo de su base rítmica... En un sonido que iba de la mano de su actitud irreductible. Un todo por el que, con el tiempo, han sido reconocidos como unos precursores y como una banda auténtica e insobornable en sus convicciones.
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