jueves, 26 de diciembre de 2024

Las ratas

Rattus Norvegicus [The Stranglers IV] (The Stranglers, 1977)


ART PUNK. Por favor, precaución cuando te subas al Rattus Norvegicus de The Stranglers. Un disco del 77, lo que implica que surgieron con el punk, pero cuidado, porque debes tener claro que cogieron solo algún brochazo de la nueva tendencia. Bueno, aparentemente, porque si nos fijamos en profundidad, nos daremos cuenta de que en realidad tanto en su modus operandi como en su arrojo son más punks que cualquiera. Lo que pasa es que esas canciones de más de 4 minutos, esos solos y ese teclado a lo The Doors no los emparentan con lo sucio y lo bajuno de la secta del imperdible. 

Pero, como digo, este disco es hijo del 77 y el primer largo de un grupo que ha sabido conjugar la suciedad y la melodía, la abrasión y el misticismo callejero como pocos. El estreno, por mucho que para despistar y provocar la controversia lo hayan marcado con un "IV" que nadie sabe qué significa.

Polémicas bautismales aparte, este disco es conocido con el nombre científico de la rata común. Asco y aversión para acabar maravillando con ese toque sesentero pero ensuciado, ese cuero manchado de carmín, ese toque arty que podía parecer barriobajero y elegante a la vez. Como su sonido, una melopea insuflada de aire por un teclado tintineante y una guitarra que lo mismo sonaba guillotinada que desbocada de psicodelia. Melodías inmaculadas sobre las que soltar algún verso caliente y más de un esputo. El inicio de algo grande.

★★★★☆

A1 Sometimes 4:50 ✔
A2 Goodbye Toulouse 3:12
A3 London Lady 2:25
A4 Princess of the Streets 4:34
A5 Hanging Around 4:25
B1 Peaches 4:03
B2 (Get A) Grip (On Yourself) 3:55
B3 Ugly 4:03
B4 Down in the Sewer 7:30
    a. Falling
    b. Down in the Sewer
    c. Trying to Get Out Again
    d. Rats Rally
Total: 38:57

Los Stranglers se empeñaron en ser especiales desde el principio. Quizás le plantaran ese "IV" a la portada de su debut para despistar, pero también es posible que lo hicieran para dejar claro que llevaban tiempo partiéndose la cara en tugurios de mala muerte. Por eso este estreno suena como suena. 

Tampoco se sentían cómodos cuando los relacionaban con una escena punk a la que tenían que pertenecer por fuerza. "Éramos parte del punk porque frecuentábamos los mismos bares que ellos, pero enseguida me di cuenta de que eran bastante enclenques". Palabras de Jean-Jacques Burnel (bajista y vocalista) que marcan distancias con claridad. Unas distancias que ya están en la propia música, mucho más sutil y elaborada que la de sus "queridos" compañeros de armas.

No, ni su sonido sesentero ni sus progresiones alambicadas ni ese amor por los Doors que se filtraba en ciertas atmósferas y en los sempiternos teclados de Dave Greenfield se ajustaban a los postulados del punk. Tampoco en sus temáticas, de Nostradamus a Percy Bysshe Shelley. Todo en un grupo que siempre ha sido tachado de misógino por alguna letra, alguna declaración y más de una actitud vital. Además, alguno de sus miembros ha pisado el calabozo por pendencieros y posesión de drogas. Todo esto es tan cierto como que su carácter contestatario iba más allá del simple exabrupto gracias a una profundidad que ha acabado proporcionándoles una longevidad que ninguno de sus compañeros ha podido igualar.

Ya lo decía el propio Burnel: "Puede ser (que no haya futuro), pero yo nunca canté eso de 'no future', fueron otros".

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