ROCK & ROLL. Fallecido Ron Asheton en 2009, tocaba convencer a James Williamson para que se uniera en esta continuación de ese decepcionante The Weirdness (2007) con el que Iggy Pop trató de reactivar a los Stooges después de más de treinta años en el dique seco. Apelando a la conexión casi mística que siempre han tenido ambos músicos, Williamson no pudo más que aceptar para una última cabalgada sin un compañero de armas con el que tuvo sus diferencias, pero que indudablemente fue una pieza fundamental en la formulación del sonido de la banda de Detroit.
Con estas premisas, y no sé muy bien por qué, este segundo álbum de la nueva etapa tiene el beneplácito de la gran mayoría de fans. Al menos en el sentido de colocarlo claramente por encima de su predecesor, algo que puedo entender hasta cierto punto, pero que no veo tan sumamente cristalino como me dicen. Puede que suene algo más cortante y bastante más serio que The Weirdness, pero ni es suficiente ni acaba siendo tan superior que no deje lugar ni para el debate.
A mí, por mucho que me lo pinten, y gracias a las lentas principalmente, me parece un disco más de los que podría haber hecho Iggy en solitario. Ni siquiera uno de los más memorables. Solo uno más. Es cierto que suma por el buen gusto de incluir su homenaje al compañero caído en una "The Departed" compuesta al alimón por los tres supervivientes, su hermano Scott incluido. Una mirada nostálgica, más aceptable que gloriosa, que busca cerrar un capítulo que no sé si debería haberse abierto, pero al que le sigue faltando un colofón a la altura de un legado que no puede medirse por estos conatos impotentes con los que ensuciaron su nombre sin necesidad.
★★☆☆☆
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