domingo, 15 de diciembre de 2013

El profeta de los desheredados

Bob Marley fue un profeta, un enviado que predicó su palabra de vida y removió las entrañas del primer mundo con los gritos de rabia del tercero, ese que solo parece interesar para llenarse la boca en mítines asquerosos. Un artista esencial para cualquier melómano y vital para todo aquél que crea que hace falta cambiar cosas, tal vez todo. Su rostro aparece grafiteado al lado del Ché o de Camarón. Siempre al lado de los desfavorecidos, hoy más que nunca nos invita a revisar uno de los cánones más entrañables y pletóricos de la historia.

Robert Nesta Marley Booker nació en Jamaica en 1945 y murió en Miami en 1981. Tenía 36 años y una carrera atronadora. Antes de erigirse como icono a nivel mundial inició una tímida carrera musical en su isla natal en los primeros 60. Junto a Peter Tosh y Bunny Wailer formó los seminales Wailing Wailers, germen de lo que serían The Wailers, la banda con la que triunfaría no mucho después. Con los primeros empezó a manosear los ritmos que bullían en la floreciente escena jamaicana, ese rocksteady y ese ska que Marley y sus compinches transformarían en una música destinada a conquistar el mundo. El reggae, si no fue inventado por ellos, sí que les debe su fama y forma actual. Todo reventó cuando fueron fichados por Island y editaron su primer disco con ellos en 1973. Catch a Fire se convirtió en un fenómeno que los catapultó a la fama instantánea. Bob Marley & The Wailers empezaron a desarrollar su idea de la rebelión a través de canciones combativas y suculentamente melódicas en las que cabían los ritmos ya mencionados y los toques sutiles de funk, soul y rock. 

Bob Marley siempre se mostró interesado en la esclavitud pasada y presente y se tomó muy en serio las enseñanzas de Haile Selassie I, descendiente de Salomón y considerado como el enviado de Jah. Este era el nombre que se le daba a Dios en la religión rastafari de la que Marley fue seguidor y predicador entregado hasta sus últimos días. Para él la marihuana tenía poder cicatrizante y era un elemento importante para potenciar la capacidad de rebelión de cada uno. Estos elementos constituían la base, no solo de su forma de vida, sino de sus canciones. Etiopía era la tierra prometida, de ahí que adoptaran su bandera como distintivo de todo un movimiento. Con todos estos iconos e ideas más o menos dispersas y espontáneas necesitaban un buen altavoz para que se les escuchara. Para ello y a petición de la discográfica, empezaron a arreglar las canciones con músicos no jamaicanos, lo que según algunos les quitó el primitivismo natural y las hizo digeribles para el gran público. Escuchando cosas tan maravillosas como el solo de "Lively Up Yourself" no puedo sino creer que fue una de sus mejores decisiones. Un posicionamiento crucial para que su mensaje se extendiera como un virus por las venas de la Tierra y de paso hizo posible una música que perdurará para siempre.

Tras cambios de formación entre los que cabría destacar el abandono del grupo por parte de Tosh y Wailer tras Burnin' (1974), Bob Marley fue refinando continuamente su propuesta en busca de un exorcismo para sus demonios y los de un mundo a todas luces injusto. Viró hacia temas más banales para muchos de sus fans. No todos entendieron que cantara abierta y simplemente al amor y a su pasión por el ganja en discos como Kaya (1978), a pesar de que ambos habían sido la base de todo su discurso. El discurso siempre vigente de un visionario que nos dejó demasiado pronto y que ha sido una inspiración imprescindible para generaciones de seguidores y músicos del más variado pelaje. No me olvido de la versión de su impagable "War" que realizaron otros mitos del tercer mundo como Sepultura. Una muestra ínfima pero significativa de que Marley es un artista universal que no hizo más que tender puentes. Unión contra aislamiento y dulce rabia militante contra inmovilismo. ¡Cómo te echamos de menos!

Tres básicos

Catch a Fire ***** (1973)
Su estreno en una multinacional sacudió los cimientos de la música. Pocos podían imaginar que desde la diminuta Jamaica pudiera surgir un ciclón como el que sacudía nuestras conciencias con unas melodías tan soul, tan frescas y tan eternas. "Concrete Jungle", "Stop That Train", "400 Years", "Baby We've Got a Date" o "Stir It Up", su primer éxito planetario. Ritmos cálidos, rabia encapsulada y un artwork (en el que la carpeta representaba y se abría como un zippo) para la historia.

Natty Dread ***** (1974)
Un disco desafiante desde la misma portada y que contenía una denuncia salvaje en gemas como "Lively Up Yourself", "Them Belly Full (But We Hungry)", "Rebel Music", "Natty Dread" o "Bend Down Low". Sin olvidar el que puede ser su tema más querido, ese "No Woman No Cry" que sigue embelesando con su delicadeza y ese teclado casi de juguete.

Exodus ****1/2 (1977)
Dorado y rojo para el disco más ambicioso de los jamaicanos hasta entonces. Si todavía quedaba gente por convertirse al rastafarismo, este disco acabó con los últimos indecisos. Música pop en toda la extensión del término con bajos sólidos y calidez caribeña que arrasa cualquier resistencia con pepinazos como "Exodus", "Jammin'", "Waitin' In Vain", "Three Little Birds" o "One Love/ People Get Ready". La colección de canciones más apabullante de la carrera de Bob Marley & The Wailers.

Una canción
Pues aun no siendo su mayor hito ni en repercusión ni en belleza, creo necesario recurrir a "War", momento perteneciente a Rastaman Vibration (1976), un monumento a la lucha racial y de clases que se deja de tonterías para hablar de confrontación sin adornos. La injusticia y la ira recitada más que cantada y propulsada por una rítmica nuclear y vientos del céfiro en esas trompetas. "Everywhere is war!!!"



No hay comentarios:

Publicar un comentario