jueves, 16 de octubre de 2025

Swansong

Coda (Led Zeppelin, 1982) [RECOPILATORIO]

HEAVY BLUES. El postrero canto de cisne de la superbanda por antonomasia. Se trata de un rescate con claras pretensiones más de hacer caja que de inquietudes artísticas. 

Aun así, tiene su valor por la notable calidad de unos temas que son fruto de un momento de forma excelente, el cual se percibe claramente en los duelos entre los todopoderosos Bonham y Page. Los demás rayan a gran altura también en una colección donde destacan los momentos más viscerales ("We're Gonna Groove", "Darlene" o "Wearing and Tearing"), trallazos en los que rememoran antiguas batallas.

Por tanto, y en contra de la opinión general, una colección de canciones más que decente, cuyo valor radica en tratar de ser la digna despedida que nunca tuvieron. Desde luego se acercan más a esa idea que In Through the Out Door (1979) o incluso Presence (1976). Aun así, no podemos olvidar que los temas son antiguos y que los derroteros de los Zep no iban ya por ahí en el momento de su trágica disolución. Más bien iban por los de "All my Love" (en el mejor de los casos), o "Carouselambra" (¡bufff!). Por eso, por mucho que esto no sea la panacea, y de manera algo postiza, cumple su función más allá de ese hacer caja del que hablábamos. Sí, definitivamente, es de agradecer que no dejaran que estas canciones cayeran en el olvido. Así la pena duele menos.

★★★☆☆

A1 We're Gonna Groove 2:36
A2 Poor Tom 3:03 
A3 I Can't Quit You Baby 4:16  
A4 Walter's Walk 4:24 
B1 Ozone Baby 3:35
B2 Darlene 5:04 
B3 Bonzo's Montreux 4:15
B4 Wearing and Tearing 5:27 
Total: 32:40

"Remains" (Led Zeppelin, 1990) [BOOTLEG]

HEAVY BLUES. Complemento perfecto al festín de sobras que fue Coda (1982). Canciones de singles, descartes de sus diferentes sesiones, algún directo... En resumen, temas, a veces temazos, que no se encuentran en su discografía oficial de álbumes y que tratan de dibujar el lado más relajado y a veces diferente de Led Zeppelin.

Sin ser una parada obligada, "Remains" se convierte en una pieza muy apetecible para el iniciado. La razón, más que en la enorme cantidad de instrumentales que lo vertebran, está en temas de la redondez de "Baby Come On Home", de las sesiones de su debut, "White Summer / Black Mountain Side", "Hey, Hey, What Can I Do" o ese mastodonte en directo que es "As Long As I Have You", registrado en el mítico Fillmore East neoyorquino.

Si a estas les unimos unas cuantas piezas acústicas de relumbrón, "Key to the Highway / Trouble in Mind" a la cabeza, los mencionados instrumentales y una calidad de sonido fuera de lo normal en este tipo de documentos, podremos entender que a pesar de su falta de unidad y de que no estemos ante un registro arquetípico del Martillo de los Dioses, el recorrido sea más que placentero en todo momento. 

Ahí está esa "10 Ribs & All / Carrot Pod Pod (Pod)", un ejercicio al piano de John Paul Jones que más que a Led Zeppelin suena a Keith Jarrett o cualquiera de los momentos más relajados de la ECM. El ejemplo perfecto de que a pesar de todo, a pesar de que no siempre se nos aparezca el poder y la gloria de los Cuatro Hechiceros en esta colección, su espíritu acaba triunfando contra todo pronóstico y contra todos los elementos.

☆☆★★★

  1. Baby Come On Home
  2. Sugar Mama
  3. As Long As I Have You (Live at Fillmore East) 
  4. White Summer / Black Mountain Side 
  5. La La (Backing Track)
  6. Hey, Hey, What Can I Do 
  7. Jennings Farm Blues 
  8. Key to the Highway / Trouble in Mind 
  9. St. Tristan's Sword 
  10. 10 Ribs & All / Carrot Pod Pod (Pod) 
  11. Moby Dick / Bonzo's Montreux

 Total: 68 min. 

miércoles, 15 de octubre de 2025

A patadas y por la puerta trasera

In Through the Out Door (Led Zeppelin, 1979)

HARD ROCK. Con un Jimmy Page en plena vorágine drogota y un Robert Plant que había iniciado una nueva vida familiar lejos de eso, tuvo que ser John Paul Jones el que cogiera las riendas en los recién inaugurados Polar Studios de Estocolmo (propiedad de ABBA), para dar forma al que iba a ser el canto de cisne de Led Zeppelin. Un octavo álbum que iba a ser recibido con un entusiasmo hipérbolico por parte de una afición tan ávida que lo colocó en el número 1 de ventas de inmediato. La crítica fue algo más dura, basculando entre la loa por el eclecticismo de una obra a la que otros le achacaban su dispersión excesiva y su falta de foco y de canciones realmente memorables.

El tiempo, me temo, no ha mejorado esta última apreciación, la cual diría que es la preponderante entre los melómanos de pro. Yo al menos la suscribo hasta la última coma. No, no es para mí este álbum la despedida que merecía el grupo. Que ese título puede que haya que otorgárselo a Coda (1982), pero al estar hecho de retales de antiguos discos y no contar con la intervención de la banda al completo, creo que la vitola de último álbum de Led Zeppelin debe recaer en este In Through the Out Door.

Algo que no deja de ser doloroso por el nivel tan limitado que alcanzan aquí los londinenses. En una obra que toma como molde el disco anterior, Presence (1976). Como aquel, cuenta con siete temas, empieza con una canción larga y épica y acaba con un blues lento y precioso. Casi todas las canciones son largas, como en el disco del 76, siendo cinco de las siete las que se acercan o superan con creces los seis minutos. Todo esto unido a la suavidad buscada a posta por parte de Jones y Plant hace que parezca un disco más bien de transición con pocas novedades. 

Lo que pasa es que sí que las hay. Y por desgracia, diría yo. Para empezar, el disco se distancia de su hermano mayor en el uso indiscriminado y casi diría que infame de los sintetizadores. Una prueba más del paso a un lado que dio Jimmy Page en esta grabación. Y para acabar, si en el otro había un andamiaje sólido que al menos trataba de sostener el álbum, aquí eso es prácticamente inexistente. No, "All My Love" no puede compararse de ninguna manera con "Achilles Last Stand".

Aun así, tampoco veo un bajón significativo en esta colección deshilachada e inconexa respecto a lo que habían hecho tres años antes. Y eso que tiene ahí en su corazón un motivo de peso para tirarlo a la basura: "Carouselambra" hace honor a lo que he dicho arriba sobre los sintes y se erige en sus más de diez minutazos como candidata número uno a peor canción de Led Zeppelin. No sé si habrá alguna que pueda disputarle ese dudoso cetro, aunque no haya que irse muy lejos para buscar candidatas. Aquí hay alguna más, y lo siento por la deliciosa "I'm Gonna Crawl", pero eso es lo que acaba sentenciando a este disco. No a muerte, de acuerdo. Nos quedaremos en prisión permanente revisable.

★★☆☆☆

A1 In the Evening 6:51
A2 South Bound Saurez 4:14
A3 Fool in the Rain 6:12 
A4 Hot Dog 3:17
B1 Carouselambra 10:34 🕱
B2 All My Love 5:56 
B3 I'm Gonna Crawl 5:30 

Total: 42:34

Lo más curioso, y casi diría que interesante, de este álbum está en el apartado visual. Para empezar, los genios de Hipgnosis, colaboradores habituales de la banda, crearon una nueva maravilla en la que idearon seis portadas diferentes de una escena de bar, cada una desde la perspectiva de un parroquiano distinto. Esta foto iría envuelta de una bolsa de papel de tal manera que el comprador no sabía cuál le había tocado hasta abrirla.

La audacia de nuestros amigos pretendía ir más allá, al no poner título ni el nombre de la banda en ningún sitio. Algo a lo que la discográfica no estuvo dispuesta, obligando al grupo a poner ambos indicadores en la bolsa de papel. En cualquier caso, sea por estos trucos o por la avidez de unos aficionados que llevaban tres años sin música nueva de sus ídolos, el disco fue directo al número uno nada más salir.

 

Unos augurios que se presentaban más que optimistas para la banda y que no se vieron materializados cuando, poco más de un año después del lanzamiento, acaeció la tragedia con la muerte del batería, John Bonham, ahogado en su propio vómito. Había ingerido unos cuarenta vasos de vodka en menos de doce horas.

La conmoción en la banda fue de aúpa. Tanto que casi de inmediato decidieron disolver el grupo. Un final que nadie se esperaba con una banda que, al menos comercialmente, seguía en la cima del mundo.

Un paseo por las nubes

The Song Remains the Same (Led Zeppelin, 1976) [DIRECTO]

HARD ROCK. Primero de todo, he de decir que esta fue mi puerta de entrada a Led Zeppelin. En una cassette grabada que no paraba de ponerme, entre la maravilla y la extenuación. Y es que, si bien conseguí digerir con cierta rapidez las primeras canciones —más o menos arquetípicas y más o menos abarcables—, estos casi cien minutos de música se me atragantaron más que otra cosa.

Y allá se quedó The Song Remains the Same. La película tampoco ayudó a que volviera a él gozoso. Tampoco el hecho de poder sumergirme en el resto de su discografía, mucho más apetecible y digerible en todos los sentidos. Pero por mucho que me haya tirado décadas sin escuchar este directo, la verdad es que su poso siempre había estado ahí, en mi subconsciente, entremezclando estos arreglos con los de los discos de estudio, rematando los versos como lo hace aquí Plant en "Rock and Roll", en lugar de como lo hace en Led Zeppelin [IV] (1971).

Un poso que ahora trato de sacar a la superficie para darme cuenta de que este obrón no ha perdido ni un ápice de su gigantismo; algo que ahora no me molesta, sino que se me presenta como el retrato más fidedigno de la etapa de excesos y absoluto endiosamiento de la banda en ese 1973 en el que se grabó. Algo que está en la interpretación: tan decidida y despiadada como resabiada y envarada. Mucho rock y muy poco de roll, podríamos decir, en un monumento al onanismo más insolente, con esos veintiseis minutos de pura masturbación guitarrera que son "Dazed and Confused": la puerta de entrada a los peores vicios de los setenta volcados uno a uno en unas canciones que se enredan y se enredan sin sentido alguno. "Moby Dick", "Whole Lotta Love"... Solo esas tres ya suman más de la mitad del minutaje de este directo.

Por todo esto, no puedo decir que la primera —y durante muchos años única—, referencia en directo de la banda sea una obra referencial ni parada obligada. Es más bien un artefacto en el que el fandom más incombustible de los cuatro hechiceros podrá saciar su apetito desmesurado. O quizás sea valioso como material de estudio para entender la decadencia de toda una era. En cualquier caso, si decides iniciar la inmersión, ten en cuenta que no va a ser fácil. Que te vas a encontrar un par de momentos deliciosos —"No Quarter" a la cabeza—, pero que te va a acabar doliendo la cabeza. De todas todas.

★★★☆☆

A1 Rock and Roll 4:03
A2 Celebration Day 3:43
A3 The Song Remains the Same 6:00
A4 Rain Song 8:24
B Dazed and Confused 26:53

C1 No Quarter 12:30
C2 Stairway to Heaven 10:58
D1 Moby Dick 12:47
D2 Whole Lotta Love 14:24

Total: 99:42

The Song Remains the Same (Led Zeppelin, 1976) [VÍDEO]

HARD ROCK. No todo el mundo sabe que el primer disco en directo de Led Zeppelin no deja de ser la banda sonora de la película que se estrenó en los cines norteamericanos el 20 de octubre de 1976. Una cinta que muestra, aún mejor que el disco, el nivel en el que estaba Led Zeppelin. Avión privado, excesos incontables y una vida disoluta que no podía ir de la mano con la creatividad de sus comienzos. No es de extrañar que este fuera el principio del fin de la época dorada de la banda.

Tanto el disco como la película se grabaron en el Madison Square Garden neoyorquino en julio de 1973, en plena gira de Houses of the Holy (1973). Sin embargo, la película cuenta con algunas escenas de fantasía en las que los miembros del grupo, por separado, se entretienen como si de actores se tratara. Un síntoma, me parece a mí, del endiosamiento y la autoindulgencia que carcomían a un grupo que también demostraba un fuerte distanciamiento entre ellos al no ser capaces de juntarse para nada que no fuera el concierto de turno.

Todavía harían un disco bueno después de estos conciertos, Physical Graffiti (1975), pero personalmente colocaría el inicio de su declive en esa gira. Un declive más que pronunciado que queda retratado para la posteridad en esta película tan grandiosa y tan dudosa al a vez. Y es que cuando ya no puedes subir más...

☆☆☆★★

1 Rock and Roll
2 Celebration Day
3 The Song Remains the Same
4 Rain Song
5 Dazed and Confused
6 No Quarter
7 Stairway to Heaven
8 Moby Dick
9 Whole Lotta Love 

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martes, 14 de octubre de 2025

Malos augurios

Presence (Led Zeppelin, 1976)

HARD ROCK. Presence fue el fruto inmaduro del ambiente de caos y frustración que se vivía en la banda a mediados de los 70. Un ambiente que vino propiciado por el grave accidente de coche sufrido por Robert Plant en 1975, el cual forzó una convalecencia que paró la actividad de la banda por completo y que redundó en un periodo en Malibú en el que Page y Plant escribieron el material que grabarían en los Musicland Studios de Munich. Tardaron apenas dieciocho días en grabar y mezclar un disco que quizás hubiera necesitado de unas cuantas vueltas más.

Vueltas desde su misma composición. Lo cierto es que en cuanto a la grabación no hay nada que achacarle a un trabajo que se sostiene sobre el potente andamiaje de esas tres pilastras maestras que son "Achilles Last Stand", "Nobody's Fault but Mine" y "Tea for One". Bueno, si se sostuviera, claro, cosa que no consigue en un tambaleo que amenaza con el derrumbe en todo momento. Todo porque las canciones restantes son relleno en toda la extensión del término, pero también porque a la narración que nos proponen los Zep aquí le sobra autoindulgencia y le falta una coherencia que no logran conjurar en ningún momento.

Por primera vez en la historia del grupo hay que centrarse en las tres piezas descritas y nada más. Es cierto que ellas solas se meriendan bastante más de la mitad del minutaje, seamos justos, pero no dejan de ser tres piezas magistrales entre siete, y alguna de ellas bañada en las dudas de rigor. No hay de eso en la apertura; un ataque sin prisioneros que no ceja ni un instante en su galope. Por temática y sonoridad, el molde perfecto para los momentos más épicos de Iron Maiden. Canciones como "Rime of the Ancient Mariner" o "Alexander the Great" creo que le deben muchísimo a este temazo.

Una canción en la que la batería de Bonham brilla de manera muy especial. Como en "Nobody's Fault but Mine", un blues rock que no tiene nada de convencional y que convence por aplastamiento. Lo que nos lleva directamente al cierre, con una "Tea for One" que es la que ofrece alguna duda por su tremendo parecido en ambiente e intenciones con esa "Since I've Been Loving You", con la que maravillaron en Led Zeppelin III (1970). Una canción solemne y morosa a la que por estar donde está poco puede achacársele más allá de ese influjo.

Un cierre convincente que tampoco deja que nos olvidemos de la cantidad de rock and roll barato y blues rock cabezón que han tratado de endosarnos como para saldar una deuda que seguiría pendiente en todos los sentidos. Por desgracia, ¡atención, spoiler!, no nos la iban a acabar de pagar tampoco con el siguiente. Esa va a ser siempre la gran pena con la, más que probablemente, mejor banda de rock duro que haya existido. Que su historia se agotó antes de lo que ellos estaban dispuestos a admitir.

★★☆☆☆

A1 Achilles Last Stand 10:26
A2 For Your Life 6:21
A3 Royal Orleans 2:58 🕱
B1 Nobody's Fault but Mine 6:15 
B2 Candy Store Rock 4:10
B3 Hots On for Nowhere 4:42 🕱
B4 Tea for One 9:27 

Total: 44:19

Hay quien achaca la debacle final de Led Zeppelin a los jugueteos con la magia negra y el ocultismo por parte de Jimmy Page. Ya desde los tiempos de Led Zeppelin IV (1971) abusaron de la simbología pagana y de un interés más bien malsano por Aleister Crowley. Page incluso compró Boleskine House, mansión del escritor y ocultista.


Todo este interés lo trufaban con mensajes ocultos en sus canciones y carátulas, los cuales se puede decir que tuvieron su punto más álgido con los misteriosos obeliscos negros que pueblan la carpeta de este álbum. Inspirados en 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) y puede que inspiradores de Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977), los más fanáticos no dudan en que todo este interés por lo oculto y lo extrasensorial no acabó trayéndoles nada bueno.

Eight miles high

Physical Graffiti (Led Zeppelin, 1975)

 

EL MARTILLO DE LOS DIOSES. Led Zeppelin volaban más alto que nunca a mitad de los 70. Sin nada que demostrar y con el mundo a sus pies, decidieron que era la hora de entregar ese álbum doble en el que cae todo gran artista cuando está tan pagado de sí mismo y tan resabiado que no sabe ya qué hacer para impresionar. Para ello se encerraron en el estudio con nuevas ideas sobre viejos conceptos y con un puñado de descartes de discos anteriores que podrían haber desestabilizado el proyecto desde los mismos cimientos de la coherencia y la solidez.

Finalmente no fue así. Aunque alguno de estos temas venían de ideas con las que tonteaban desde las sesiones de Led Zeppelin III en 1970, gracias a su magia negra, consiguieron que empastaran de maravilla con "novedades" de la potencia de "Custard Pie" o "In My Time of Dying", saqueos reincidentes a Bukka White y Bob Dylan (o a la tradición) respectivamente. Dos cargas de profundidad que están entre lo más destacable de un álbum que muestra el nivel de seguridad en el que se encontraba el combo. Canciones que no dejan lugar a la duda, con un Bonham más poderoso que nunca y un Plant mucho menos chillón, más serio y menos irritante. Todo esto se redondeó con la labor de Page a los mandos y con los arreglos de cuerda de un Jones, que en "Kashmir" ya estaban anunciando el dinerito y el mucho prestigio que iba a ganar como productor de renombre en unos años. Unos ingredientes que se traducen en el disco más poderoso sónicamente hablando de Led Zeppelin. Hasta el punto de que, al volumen adecuado, su pegada puede dejar sin capacidad de reacción.

Y eso que no es todo técnica en el álbum. Eso por sí solo no valdría gran cosa. En Physical Graffiti hay tiempo para todo. En su cerca de hora y media te vas a hartar, a desgañitar, vas a pedir la hora y también vas a disfrutar con una evolución que tiene aquí su cima. Está clarísimo desde la primera escucha. La forma en la que todo suena sin prisas, dándole a cada canción su tiempo para desarrollarse; la manera en la que juegan con la repetición hasta colarnos melopeas monótonas sin paliativos como los mantras más hipnóticos del mundo ("Custard Pie", "Kashmir"); la combinación tan deliciosa y sutil entre el blues rock de toda la vida y los aires orientales que les obsesionaban ("Kashmir", "In the Light"); la madurez, en definitiva, que les habilita para entregar melodías reposadas e inmortales como en "Ten Years Gone" o "Down by the Seaside". Una forma de hacer las cosas que solo es posible si tienes carta blanca por parte de la discográfica y de la afición. Algo que te pasa una vez en la vida, si es que te pasa.

También es cierto, que quede claro, que bajan el nivel en la última cara de manera notable. Hasta el punto de hacer temblar ese aire de obra completa, sólida y de una pieza que habían logrado alcanzar hasta ese momento. Ahí el disco hace aguas, aunque tampoco es un fragmento tan desechable como dicen algunos por ahí. Sigue habiendo temazos, por mucho que la falta de coherencia y de nexos de unión entre ellos hable más de relleno para llegar a la duración deseada que otra cosa.

Con todo, Physical Graffiti es un obrón espectacular que no hace más que revalorizarse con los años. Una cumbre desde la que solo se podía descender, como así sería. En muchos aspectos su obra más rotunda y brutal. Su disco más complejo, el que mejor suena y el que más convence a los descreídos. No voy a decir que sea mi favorito ni el mejor, ahí tengo que quedarme con el cuarto, pero este sexto trabajo tiene una potencia y una personalidad imposible de igualar. Por eso siempre será el más apasionante.

★★★★☆

A1 Custard Pie 4:20
A2 The Rover 5:54
A3 In My Time of Dying 11:08
B1 Houses of the Holy 4:01
B2 Trampled Under Foot 5:38
B3 Kashmir 9:41
 
C1 In the Light 8:46
C2 Bron-Yr-Aur 2:07
C3 Down by the Seaside 5:15
C4 Ten Years Gone 6:55
D1 Night Flight 3:37
D2 The Wanton Song 4:10
D3 Boogie With Stu 3:45
D4 Black Country Woman 4:30
D5 Sick Again 4:40
Total: 84:27 
La portada de este disco es una de las más icónicas y también de las más complejas de diseñar dentro de la discografía del grupo. Un troquelado en el que alternamos entre el título del disco y diversos personajes que se nos aparecen en las ventanas dependiendo de si metemos el inserto o no.
 
 
 
Peter Corriston estuvo buscando edificios con personalidad para crearla. La construcción debía ser simétrica y tener detalles interesantes. Con esta idea en mente, se dio de bruces con la solución en el East Village neoyorquino. Con un edificio que para los locales debía ser de lo más anodino, pero al que el artista convirtió en icónico. Hoy no son pocos los fanáticos que se patean el barrio en su búsqueda, lo cual dice mucho de lo que nos ha llegado el envoltorio de este poderoso álbum. 

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domingo, 12 de octubre de 2025

Una danza con Dios

 

Título: Suites para violonchelo solo (BWV 1007-1012)

Título original: Suites à Violoncello Solo senza Basso (BWV 1007-1012)

Autor: Johann Sebastian Bach

Año de composición: 1720-21

Género: Barroco / Violonchelo

 

Grabaciones de referencia:

 

  • Suiten für Violoncello solo (Pau Casals, 1982 [grabado entre 1936-1939]) ★★★★★ 

 

Los estudiosos sitúan la composición de estas suites entre 1720 y 1721, momento en el que Bach era Kapellmeister en Köthen. Un cargo que le permitió desarrollar su arte en grado sumo. Así, de esta época son sus Conciertos de Brandenburgo, El clave bien temperado o estas Seis suites para violonchelo, auténticos hitos de la música más profunda y conmovedora que se haya escrito jamás.

Unas partituras para violonchelo que hoy son parada obligada para cualquier estudioso del instrumento, pero que se mantuvieron ocultas y sin apenas difusión durante un par de siglos. Al fin y al cabo, se trata de una música altamente demandante para el intérprete, con dudas y discrepancias en bastantes detalles acerca de su ejecución, ya que las copias existentes no contenían anotaciones básicas para entenderlas en su totalidad. Si a esto le unimos que se consideraban más material de estudio y práctica que obras musicales per se, podremos entender por qué se mantuvieron dormidas tanto tiempo sin despertar el interés de los músicos a la hora de interpretarlas en público.

Tuvo que llegar Pau Casals a principios del siglo XX para desempolvarlas y quitarles ese sambenito de partituras de calentamiento hasta convertirlas en lo que en realidad son. En nuestros días, no hay crítico que no se deshaga en elogios hacia estas obras, llegando a considerarlas entre las obras clásicas más profundas de la historia. Algo que sin duda debemos al grandísimo violonchelista de El Vendrell.

Casals se encontró por casualidad las partituras en una tienda de segunda mano de Barcelona. Corría el año 1889 y el violonchelista tenía solo trece años. A partir de ahí comenzó a desentrañarlas y darles una vida que no tenían por los prejuicios y la falta de pistas acerca de su interpretación exacta. No fue hasta 1936 cuando pudo grabarlas, aunque por entonces ya las había hecho suyas dotándolas de una expresividad que las hacía volar ante los oídos atónitos de un público que las descubría como si hubieran sido escritas entonces. El genio catalán estaba ya en su sesentena y con esas grabaciones estaba sellando para siempre el sonido de unas suites que, no sabemos por qué, parecen conectar de manera directa con lo que tenía Bach en mente cuando las escribió doscientos años antes.

Nunca sabremos si el genio de Eisenach las había imaginado exactamente así. Ha pasado demasiado tiempo y las partituras originales se perdieron, teniendo que construir esta música a partir de transcripciones y del talento y la intuición de músicos como Casals. Lo que sí es cierto es que los restos a partir de los cuales se han reconstruido ya nos maravillan tanto que a veces parece increíble que lo que suena en discos como los que grabó el violonchelista haya salido de una mente humana. Algo que da fe de la estatura inalcanzable de Bach y de la empatía y el talento mayúsculo de Pau Casals i Defilló.

♪♪

Cello Suite No. 1 in G major

1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Menuett
6. Menuett
7. Gigue
 
Cello Suite No. 2 in D minor
 
1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Menuett
6. Menuett
7. Gigue 

Cello Suite No. 3 in C major

1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Bourrée
6. Bourrée
7. Gigue

Cello Suite No. 4 in E flat major

1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Bourrée
6. Bourrée
7. Gigue 

Cello Suite No. 5 in C minor

1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Gavotte
6. Gavotte
7. Gigue

Cello Suite No. 6 in D major

1. Prélude
2. Allemande
3. Courante
4. Sarabande
5. Gavotte
6. Gavotte
7. Gigue 

viernes, 10 de octubre de 2025

Tras las huellas de los gigantes

Houses of the Holy (Led Zeppelin, 1973)
 

EL MARTILLO DE LOS DIOSES. Unos Led Zeppelin de vuelta de todo. Una banda en la mismísima cima del mundo se enfrenta a la tarea de entregar un nuevo disco después de haber dinamitado la historia del rock con un Led Zeppelin IV (1971) que había explosionado en las listas y los corazones de miles, millones de rockeros de todo el planeta. Desde su nube, nublada la vista por excesos y alabanzas, no iba a ser fácil bajar a la tierra y ponerse manos a la obra, pero de alguna forma lo consiguieron.
 
Escribir y grabar una obra como Houses of the Holy es una tarea enormemente meritoria. Máxime con las circunstancias expuestas. Por supuesto que no pudieron igualar el impacto del disco anterior, pero lejos de sonar agotados, los Zep consiguieron darle una nueva vuelta de tuerca a su sonido. Aun conteniendo algo más de relleno que cualquiera de sus discos anteriores, este quinto trabajo cuenta con algunos de los picos más altos y escarpados de la cordillera zeppeliniana. A saber, "The Song Remains the Same", "The Rain Song", "Over the Hills and Far Away", "Dancing Days" y sobre todo ese "No Quarter" que resume y evoca tantísimo en esos teclados y ese riff de guitarra cortante y definitivo. Sin duda, mi canción favorita de Led Zeppelin.

Houses of the Holy es un disco de rock puro y duro. A pesar de sus experimentos con el reggae y el funk, fallidos por completo, el disco se alza orgulloso en base a lo que ha hecho grande al grupo. Su pericia instrumental, su dominio de las dinámicas, la pegada de Bonham, la versatilidad y el gusto de Jones, la elegancia y agresividad de Page y el alarido implacable de Plant. De todo esto se ha hablado hasta la saciedad, pero aquí brilla una vez más para sentar las bases y anunciar que había banda para rato. Lo refrendarían poco después con todo un disco doble en el que demostrarían que seguía habiendo agua en el pozo. Aquí mantuvieron el tipo de manera soberbia a pesar de ese pequeño traspiés que supusieron los dos temitas bastante menores que todos sabemos. Algo que les valió para tomar el aire necesario y seguir a lo suyo, la conquista del mundo.
 
★★★

A1 The Song Remains the Same 5:24
A2 The Rain Song 7:32 
A3 Over the Hills and Far Away 4:42 
A4 The Crunge 3:10
B1 Dancing Days 3:40 
B2 D'yer Mak'er 4:19
B3 No Quarter 6:57
B4 The Ocean 4:28 
Total: 40:12

La calzada del gigante, en Irlanda del Norte, les sirvió como metáfora y símbolo para representar su momento vital. Así quedó plasmado en una portada para la historia desde un lugar con connotaciones míticas que puede representar la cima en la que se encontraban, aunque también señala un descenso que no iba a tardar tanto en producirse. Y de manera vertiginosa.