ROCK. Para empezar a hablar del undécimo álbum de Bob Dylan, habría que reparar en cuánto le benefició el hecho de salir después del discutido Self Portrait (1970), algo que, sin duda, propició una recepción más calurosa de lo que el tiempo ha demostrado que merecía.
Resumiendo de manera salvaje, me resulta más que evidente que para muchos, este será siempre el disco de "If Not For You". Para bastantes otros, puede ser el de "Day of the Locusts". Y para algunos, el de "The Man in Me" (gracias en buena parte a su gloriosa aparición en la película El gran Lebowski (1998), de los hermanos Coen).
Hechas las particiones y otorgados los diplomas, lo que no me cabría en la cabeza es que hubiera alguien en el mundo que recordara esta obra como la que contiene "Winterlude", "Time Passes Slowly" o "Father of Night", canciones, sobre todo las dos últimas, que se pueden situar entre lo peor que ha hecho Dylan jamás.
En definitiva, idealizaciones al margen, estamos ante un trabajo irregular, díscolo, hermoso a ráfagas, incoherente y con una producción nefasta en la que todo suena como amortiguado y sin cuerpo. En fin, siento ser pájaro de mal agüero, pero para mí esta nueva mañana, lejos de refulgir como el sol de verano, se va oscureciendo sin remedio año a año y casi segundo a segundo.
★★★☆☆
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