Africa/Brass (John Coltrane, 1961)
JAZZ MODAL. Este iba a ser el estreno de Coltrane en Impulse!, la discográfica que le marcaría de por vida y a la que él mismo convertiría en referente ineludible para el jazz. Apenas un par de días después de terminar las sesiones para este disco, el saxofonista se pondría manos a la obra con el que sería Olé Coltrane (1961), disco con el que finiquitaría su relación con el sello Atlantic, al menos en cuanto a la edición de álbumes bajo la supervisión del artista.
Este era el ambiente convulso en lo contractual que vivía el de Hamlet a principios de los 60. Unas turbulencias que también lo contaminaban en forma de hiperactividad e intereses multiplicados, los cuales iban desde la música india a la africana, pasando por el flamenco (lo veríamos apenas unas semanas después). También seguía obcecado con su idea de que el jazz contemporáneo pasaba directamente por su concepción de ese estilo en el que primaba lo modal sobre lo tonal y que le había empezado a dar tantos réditos con ese fastuoso My Favorite Things (1961).
Toda esta convulsión pensó en canalizarla con un disco de jazz orquestal, y para ello buscó el apoyo de todo un Gil Evans para los arreglos. Nada de eso cuajó y tuvo que tirar por otro sitio. Al final fueron Eric Dolphy y McCoy Tyner los que se encargaron de esos arreglos, además de tocar saxo alto, clarinete y flauta el primero, y piano el segundo. Una colaboración que hoy se descubre capital, pero que en la época solo encontró incomprensión y tibieza, llegando a considerar este disco como lo peor que había hecho Coltrane hasta ese momento. Algo que hoy no solo está superado, sino volatilizado, ya que casi todo el mundo lo califica como una de las cumbres más altas en su escarpada y gigantesca cordillera de clásicos.
Seguro que toda esa incomprensión se sustentaba en lo agreste del tema titular, toda una sucesión de exabruptos por parte de un saxofonista que nunca había sonado más amenazante y oscuro. Toda la ambientación orquestal, los solos de piano de Tyner y las disonancias y barbaridades que se permitía Trane al saxo no eran lo que el público esperaba, aunque el tiempo ha puesto las cosas en su sitio y ha sabido mostrarnos cómo Coltrane estaba profetizando cosas aún por llegar, como el free jazz, que él mismo estaba echando a andar casi sin querer. Y al mismo tiempo se estaba haciendo un hueco entre los más grandes de la composición, cosa con la que siempre nos quedaremos cortos cuando hablemos de él. Todo un señor disco, señoras y señores, no se queden con la ligereza algo insípida de "Greensleeves". Esto es muchísimo más que eso, pero muchísimo más.
★★★★☆
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