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jueves, 3 de noviembre de 2022

La tormenta

Gods Own Medicine (The Mission, 1986)

ROCK GÓTICO. The Mission siempre ha sido sinónimo de pasión, carne viva y expresionismo a borbotones. Toneladas de sentimiento en flor retozando impúdicamente entre florestas de gravedad vocal y electricidad cristalina. Ritmos marciales de esos que se las dan de importantes completan el cuadro de un grupo que con todo esto tiene todas las papeletas para ser el más insoportable de la escena.

Por su siniestrismo y su impostura, no es extraño que cueste creérselos. También se entiende que no nos cansemos de comparar a nuestros Héroes del Silencio con los manierismos nada casuales de los de Wayne Hussey. Pero también es cierto que por su siniestrismo y su impostura hoy en día son alguien para más de unos cuantos, y con constructos tan envarados pero hermosos a la vez como este debut se comprende que puedan reivindicar la paternidad de ese rock gótico, que bromas aparte, algo bueno habrá tenido.

Gods Own Medicine es ampuloso, rutilante por momentos, cabezón, chispeante cuando menos te lo esperas, absolutamente insoportable y precioso en su oscuridad. Si eres de esas raras avis capaces de congraciar todo este festival de adjetivos, podrás disfrutarlo en toda su majestuosa y mísera gloria. Ni es un disco especial ni va a salvarte el día, pero el hijoputa puede acabar metiéndosete dentro sin que te lo esperes. O quizá no, tampoco voy a poner la mano en el fuego por ellos.

★★★☆☆

A1 Wasteland
A2 Bridges Burning
A3 Garden of Delight (Hereafter)
A4 Stay With Me
A5 Let Sleeping Dogs Die
B1 Sacrilege
B2 Dance on Glass
B3 And the Dance Goes On
B4 Severina
B5 Love Me to Death

Total: 47 min.

Lo suyo debería ser lo gótico, aunque la estética del disco es, diría yo, más bien neoclásica. No en un sentido puro, ya que aparece enturbiada por elementos crípticos y casi barrocos, pero todo ese mármol, esos leones y ese hieratismo me llevan a esta disquisición.

No creo que al grupo surgido del seno lúgubre de Sisters of Mercy les moleste la comparación ni que se sugiera que este disco es como un templo dedicado a alguna deidad pagana. La Acrópolis, el Altar de Pérgamo o el Templo de Zeus en Olimpia (en la imagen) me vienen a la mente cuando escucho esta música y echo miradas furtivas a su intrigante cubierta.

También mencionaría el romanticismo, algo mucho más conectado con el gótico, de poetas y pintores como Caspar David Friedrich. Mucha tela quizás para una obra y un grupo con un recorrido más bien menor, pero todas estas referencias son cosas que no puedo negarles.

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