ART POP. Grimes crea una conexión imposible entre su Canadá natal y el extremo oriente. Un acercamiento en lo estético, en ese feísmo colorista que está tan de moda entre una juventud cada vez más resabiada y más difícil de sorprender. Con todos los trucos de la modernidad en su arsenal, graba este disco en su estudio casero y consigue dejar boquiabierta a media humanidad con sonidos y planteamientos nunca escuchados anteriormente.
Grimes crea de la nada un disco chispeante y pizpireto. Un hotchpotch de referencias impagable. Ritmos discotequeros, voces angelicales dobladas en mil pistas, melodías de juguete que explosionan en tu cara... Puro anime sónico para representar la vorágine plastificada en la que vivimos. O al menos en la que vive buena parte de la sociedad, concretamente, los que han nacido con el nuevo siglo y no tienen ni idea de quién es Björk, ni falta que les hace.
Podéis maravillaros tranquilamente. Lo que consigue Claire Elise Boucher con unos medios más bien limitados es una de esas cosas que ocurren una vez cada siglo. La canadiense se gusta mientras moldea el sonido a su antojo, lo esconde, lo aplasta, lo acaricia, lo vuelve a sacar de su chistera... Todo con una naturalidad pasmosa que da fe de lo fino, finísimo, de su oído y de su pericia como productora. No solo saca la matrícula de honor, sino que nos las restriega en nuestra puta cara. Luego está el gusto de cada uno, que hace que esto te llegue más o menos, pero la calidad superlativa de lo que suena aquí es, creo yo, impepinable.
★★★★☆
Total: 49:49
Es el signo de los tiempos: aplastar a los seguidores con un rosario de referencias y de estímulos gargantuesco. Colores chillones, influencias imposibles y extremas... Un frenesí estroboscópico capaz de avasallar a cualquiera que vea la vida a un ritmo algo más pausado.El dibujo de la portada, los videoclips, todo nos lleva a Japón y a la tan de moda ahora, Corea (la del Sur, claro). El manga, el anime, los otakus... Todo está ahí, si bien, con un toque demacrado, casi esquelético que los hace aterradores y desagradables más que otra cosa.
También, y eso es imposible de eludir, está ahí la influencia de otra reina de la modernidad y el pastiche: Björk, la más grande, aunque solo sea para mi generación, deja su huella en casi todo lo que hace una Claire Elise Boucher que parece ir disparada hacia la eternidad. Otros mencionarán a Lady Gaga. Pues también.Veremos hasta dónde llega esta chica.
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