POP. Después de la "aventura americana" que supuso Before Hollywood (1983), los Go-Betweens vuelven de alguna forma a refugiarse en el terruño. De ahí el título de su tercer disco, que homenajea la feria anual que se hacía por la zona de Brisbane y que evocaba tantos recuerdos en Robert Forster y más de uno en la banda.
Será por eso que entre los oyentes existe la opinión bastante extendida de que la banda ha captado la esencia australiana en este plástico como en ningún otro, al menos, hasta entonces. Será algo que flota en las ambientaciones, en las temáticas y en esa sutil inoculación del folk aborigen en un pop pluscuamperfecto que siempre ha estado más allá de cualquier frontera.
Y a decir verdad, todo este sabor local no tapa el carácter universal del proyecto, esa sonoridad a pop inmaculado, si bien algo torcido, que siempre ha caracterizado al grupo, esa elegancia tan perfectamente planchada y tan personal a la vez. Todos los ingredientes que han hecho de The Go-Betweens una delicatessen universalmente admirada en los círculos independientes. Con poco recorrido para ir mucho más allá, pero con unas dotes más que contrastadas para ser leyendas entre los gourmets. Y eso que a mí este disco se me acaba atragantando más de la cuenta. No muchísimo, que no cunda el pánico, pero sí bastante más de lo que me habían prometido.
★★★☆☆
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