POP ENCRESPADO. Este es el primer álbum como tal para The House of Love. El primero en Creation y el primero si no contamos el homónimo The House of Love (1987), que era en realidad un recopilatorio de sus primeros singles. Un estreno que se abre, nada más y nada menos, con "Christine", joya indiscutible del grupo y de los últimos 80. La heredera de "This Charming Man" (The Smiths, 1984), según la prensa, aunque parece obvio que un tema de esta estatura no necesita valedores. Ya se gana su estatus por sí mismo.
Y como ella, la mayoría de un rosario antológico en el que Guy Chadwick certifica que si en algo cojea el grupo es en las letras. Nada que objetar a su presencia escénica ni a su voz macerada para el misterio ni mucho menos a esas guitarras con las que Terry Bickers lanza al grupo a las estrellas. Sin estas últimas habría muy poco que decir de The House of Love, por mucho que Bickers no componga, que todo hay que decirlo. Y volviendo a las letras, no es que sean malas, de hecho contienen un corazón evocador y atractivo que las hace hermosas en su hermetismo. El problema es que, al contrario que en otros casos, ese hermetismo no contribuye a abrir las interpretaciones y aumentar su impacto poético. Más bien nos dejan la duda de si habrá algo profundo debajo de su superficie o son simplemente un chorro de imágenes sin orden ni concierto.
Un detalle que tampoco tiene mayor peso a la hora de afectar a una obra que se basta y se sobra con sus intensas melodías, sus prodigiosos arreglos, su gloriosa portada y también un par de estrofas para enmarcar. En este punto me quedaría con el deseo postmortem de "Christine" y con el erotismo enmascarado de "Love in a Car". Que también hay literatura aquí. ¡Y cómo no iba a haberla en un álbum que roza la maestría con la punta de cada uno de sus dedos!
★★★★☆
Apelemos a lo romántico, a lo tormentoso, a lo inflamado. A todo lo que tiene que ver con esa pasión ardiente que tan bien ha descrito el grupo con una música tan fácil de apreciar como difícil de encasillar. No sé si tan bien como para merecer la comparación, pero sí diría que en estrecha relación con obras clásicas como esa Cumbres Borrascosas (Emily Brontë, 1847), que destila todo eso y algo más. Un clásico al que, de alguna forma más bien oscura, parecen llevarnos estas canciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario