Magic and Loss (Lou Reed, 1992)
ROCK ESQUELÉTICO.
"Between two aprils I lost two friends
Between two aprils magic and loss..."
1991. Lou Reed estaba
preparando un álbum basado en unas historias sobre magos mexicanos con
las que se había topado, cuando le golpeó la tragedia con los
fallecimientos de Doc Pomus y Rotten Rita. El primero fue un cantautor
que influyó enormemente en Lou, sobre todo en sus comienzos, y la
segunda un personaje imposible de esos que pululaban por la Factory de Andy
Warhol. Curiosamente, a pesar de que a Reed le llegara la noticia del
fallecimiento de esta última, esto no llegó a suceder y la artista murió
en realidad casi veinte años después.
Un detalle sin
importancia que no impidió que Lou se sacara de la manga este
panegírico en el que el cáncer ocupa un lugar central, siendo el hilo
conductor de una impresionante serie de canciones tocadas por un dolor
demasiado grande como para ser descrito con palabras. La honestidad con
la que el neoyorquino describe la enfermedad y sus daños
colaterales es estremecedora. Su empatía y alergia al melodrama son algo
digno de mención y los auténticos culpables de que estemos ante una
obra capaz de tocarte en lo más profundo de tu ser. Un disco, sí, que va
a perdurar por siempre entre la pléyade de clásicos del cantautor.
Y
no lo tenía fácil con una idea semejante. Lo normal es que cuando
tratas con material tan sensible te acabe explotando en la cara. Lo
normal es que lo pasteloso se lo acabe comiendo todo. Lo que no es
normal es que, como aquí, todo esté medido y en su sitio, que no haya
una palabra más alta que otra, que se pueda llenar un disco con baladas y
medios tiempos agónicos, sin aliento, como irradiados y sometidos a
quimioterapia, y que todo cobre vida y tenga sentido. Así es inevitable rendirse a la evidencia, y es que el hecho de que Lou Reed haya
sido capaz de escribir este manual de autoayuda y que necesitemos
regresar a él una y otra vez es algo que solo puede dejar constancia de su
inmortalidad.
★★★★☆
Lo irónico de todo esto, o no, según se mire, es que el artista desarrollaría varias dolencias en sus últimos años, cuyo tratamiento acabó derivando en un cáncer de hígado que acabaría con él en octubre de 2013.
Ya llevaba años sufriendo hepatitis y diabetes, los cuales trataría con interferones. Posterioremente desarrollaría el cáncer, se sometió a un trasplante de hígado en mayo de 2013, intervención de la que salió fortalecido y con fuerzas renovadas.
Sin embargo, todo fue un espejismo y una enfermedad hepática derivada de todas esas dolencias se lo llevó a los pocos meses. Tenía 71 años y dejaba un currículum absolutamente inigualable en esto del rock, pudiéndose agenciarse la paternidad de multitud de movimientos, del noise rock al punk, de toda la música alternativa al glam, pocas corrientes musicales a partir de la segunda mitad del siglo XX no le deben algo al genio de Brooklyn.
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