FREE JAZZ. John Coltrane realizó un tour por Japón en julio de 1966, el cual quedó registrado para la radio local a partir de las actuaciones que dio en un par de locales de Tokio junto a Rashied Ali (batería), Pharoah Sanders (saxos, clarinete y percusión), Alice Coltrane (piano) y Jimmy Garrison (bajo), su quinteto en ese momento. Estas actuaciones se publicaron tras su muerte en varios discos en 1973 y 1977. Un material ingente que vio su forma "definitiva" al ser recopilado en este box-set de 1991, el cual suma más de cuatro horas de música en cuatro CDs.
Todo un documento para la posteridad que registra al Coltrane más poderoso, intenso, espiritual y absoluto en su búsqueda de Dios a través de una música que ya no podía ir más lejos. Piezas elásticas hasta el infinito con las que el saxofonista y sus compañeros trataban de fundirse con el cosmos inabarcable. Estamos hablando de desarrollos nunca vistos en su carrera. Desarrollos en los que no era raro que desfiguraran las canciones y las llevaran hasta la hora de duración. A estos niveles tenemos que sustraernos cuando pensemos en el Coltrane postrero, el reflejo más auténtico de lo que la libertad musical aspira a ser.
Piezas clásicas en su repertorio, como "Crescent", "Afro Blue" o ese cierre del círculo que es "My Favorite Things", conviven con creaciones para el momento, como esa fastuosa "Peace on Earth" con la que rendía homenaje a las víctimas de las bombas atómicas que sus compatriotas lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki apenas veinte años antes. Esta sería la pieza central de sus conciertos japoneses. Una tonada que empieza lírica y lacrimosa para ir cargándose de todo el ruido, el dolor y la ira que Coltrane debía adivinar en el ambiente. De hecho, el saxofonista visitó el memorial a las víctimas en Nagasaki, donde estuvo meditando u orando durante un buen rato visiblemente emocionado. Según comentó, quería imbuirse de todo el sufrimiento que albergaba el lugar.
Una empatía que volcó de manera salvaje en sus actuaciones. No solo "Peace on Earth" se impregnó del aura de esa tierra apaleada. El público nipón asistió atónito y con ese respeto ceremonial marca de la casa a unas actuaciones torrenciales en las que Coltrane demostró que el free jazz, además de rabioso como un perro salvaje, también podía ser lírico y conmovedor. Con su saxo aprovechó el silencio sepulcral para pintar un lienzo terrible en el que las lágrimas y la sangre se entremezclaban con la misma violencia con la que soplaba. Era tal su vehemencia, tal su implicación y su motivación, que en numerosas ocasiones parecía que su saxo iba a explotar. Y no era él el único que llevaba al límite las posibilidades expresivas de su instrumento. Todos sabemos lo que nombres como Rashied Ali o Pharoah Sanders significan para el free jazz, pero la que realmente destaca junto al líder de todo esto es Alice, su esposa, la cual teje telares infinitos con su piano. Alfombras y cortinajes de una belleza superlativa, sedosa y casi líquida.Así se las gastó el John Coltrane Quintet en su gira japonesa, su último tour, su regalo particular a un pueblo al que admiraba y que había sufrido tanto. En definitiva, el no a a la guerra más rotundo que se haya escuchado. Un no a la guerra que, como "Peace on Earth", era un réquiem, pero que no se regodeaba en lo lacrimoso, sino que también entendía que había mucho de rabia y de odio a los que dar salida. Como el yin y el yang, la de Coltrane fue una carrera marcada por los extremos, pero sobre todo por la búsqueda del equilibrio y del amor más absoluto.
"I know that there are bad forces, forces that bring suffering to others and misery to the world, but I want to be the opposite force. I want to be the force which is truly for good." (John Coltrane)
★★★★☆
A mitad de los 60 Coltrane era poco menos que un mito viviente en Japón. Sus ventas llegaban a las 30.000 copias por álbum, lo cual era una barbaridad para un músico de jazz fuera de los EE.UU. Será por eso que había mucha gente a la que satisfacer y al saxofonista le prepararon una gira infernal de 17 conciertos en 14 días a lo largo de todo el país.
En medio de toda esta vorágine, Coltrane tuvo tiempo para dar ruedas de prensa, ofrecer entrevistas y visitar el memorial a las víctimas de la bomba atómica en Nagasaki, ciudad en la que también ofreció un emotivo recital. Ahí es donde redobló sus esfuerzos en la interpretación de una "Peace on Earth" que parecía escrita para ese lugar y ese público. Nada más llegar a Nagasaki, el guía japonés que recibió a la banda observó sorprendido que Coltrane estaba tocando la flauta en el tren. Al preguntarle el motivo, el saxofonista respondió que estaba buscando el sonido de Nagasaki.
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