PSICODELIA. Mientras el resto de los mortales nos preguntábamos si la psicodelia de Kevin Ayers era pop o rock, él seguía a lo suyo y de un volantazo nos suelta en la cara, ¿no se os ha ocurrido que a lo mejor todo esto no es más que soul? Sí, podría ser, nos vemos obligados a contestar. Soul, vale, pero hasta arriba de LSD en todo caso.
Este acercamiento a los sonidos negroides, si bien algo exagerado si sopesamos el conjunto del álbum, son lo que más destaca y lo que más me gusta de un disco en el que Ayers vuelve a saber acompañarse maravillosamente. Miembros de Gong y su ex-banda, Soft Machine, dejan más que algunas gotas de su magia en un disco que suena como un cañón, pero en cuanto a sutileza y elegancia, no me entiendan mal. Y es que, aunque hay espacio para las guitarras eléctricas y la experimentación ("Decadence"), lo que manda aquí es la melodía, la templanza y una sabiduría que hace que Ayers deje respirar a las canciones para que estas vayan eligiendo el camino a seguir.
No hay más que pegar la oreja a la mencionada "Decadence" y a esa prodigiosa "When Your Parents Go to Sleep", con todos esos teclados y esos vientos que la hacen digna de todo un Otis Redding, para darse cuenta de que estamos ante una obra fuera de lo común. La auténtica obra maestra del de Canterbury, dicen por ahí. Y por encima de un Whatevershebringswesing (1972), que puede ser más agradable, pero que no llega a estas alturas emocionales. No estoy en condiciones de refutar ninguna de las dos afirmaciones. Es más, por mucho que me guste el del 72, tengo que quedarme con un cuarto álbum que creo que hace más justicia al talento más bien infravalorado de un Ayers que siempre ha jugado a otra cosa, que siempre ha dejado la sensación de no darlo todo, pero que aun así, ha sido capaz de crear obras maestras como este álbum. La verdad, escuchando la gracia infinita de experimentos como "Interview", no sé por qué nos empeñamos en pedirle siempre más.
★★★★☆
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