Undercover (The Rolling Stones, 1983)
ROCK & ROLL? Cuando salió este disco, los Rolling llevaban dos años sin publicar nada. Algo que en nuestros días es más que normal, pero que en su época no lo era tanto. Solo les había pasado una vez antes, con el Black and Blue (1976), aunque ahí podían achacarle la tardanza al cambio de guitarrista tras la marcha de Mick Taylor. Aquí no había nada de eso y la sensación de que la inspiración empezaba a evaporarse quedaría ratificada con los tres años que iban a pasar hasta el siguiente.
El disco es el resultado del agravamiento en la tensión creativa entre Jagger y Richards, con el primero tratando de imponer un giro hacia las nuevas sonoridades de éxito a cualquier costa y el segundo tirando hacia el lado del blues rock que siempre había sido la seña de identidad del grupo. Esas nuevas tendencias incluían desde la new wave hasta el worldbeat, pasando por supuesto por un reggae del que ya habían dado buena cuenta en entregas anteriores.
"Un sucio, exagerado e incoherente pedazo de mierda" según Robert Christgau, crítico de renombre que no pudo encontrar palabras más certeras para describir lo que suena aquí. Por mucho que los saxos llamen mi atención, los sonidos sintéticos y ese ansia de modernidad nunca será lo que le siente mejor a esta banda. Pretender ser unos Talking Heads cuando tus fuentes siempre han sido otras me parece un error de bulto. No sé si es el peor disco de los Stones, ahí está el posterior, Dirty Work (1986), para disputarle la corona, pero sí que hasta ese momento era el punto más bajo de su discografía. Por insípido. artificial y casi diría que repulsivo.
★☆☆☆☆
Total: 43:56
Este disco no sé si marca el comienzo, para mí que la cosa ya venía de largo, pero sí que parece la culminación de la disputa que mantenían Jagger y Richards por el control artístico del grupo. Una disputa que se recrudecería y se prolongaría durante la década de los 80.
Sin duda, tuvo que ver el hecho de que Richards estaba levantando el pie del acelerador en cuanto a sus adicciones, y al encontrarse mejor exigía que se respetaran sus ideas acerca del rumbo que debía tomar el grupo. Está claro que Keith siempre ha tirado por el lado de las raíces, el country, el blues y el rock a palo seco. Mick, en cambio, estaba obsesionado con no perder el tren de la modernidad y luchaba para que el grupo fuera un ente siempre vigente y casi diría que a la última.
Dos ideas más que respetables, aunque viendo que a Keith le debemos en buena medida joyas como Let It Bleed (1969) o Exile on Main St. (1972), mientras lo mejor que puede defender Mick son buenos discos sin más como Some Girls (1978) o Tattoo You (1981), creo que la balanza está claro hacia quién se decanta. Es mi opinión, por supuesto, no lo suelto como una verdad absoluta, pero lo que sí me parece claro es que de la fricción que explotó en los 80 no ha salido nada lo suficientemente memorable. Eso sí que lo veo impepinable. Además, para acabar de liarlo todo, el responasable principal de Dirty Work (1986), el peor disco de la banda con diferencia, iba a ser Keith. Tampoco ha sido nunca un santo al que rezarle el guitarrista.
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