ROCK. Estaba claro que el último disco, Dirty Work (1986), malo con avaricia, pedía un giro de timón inmediato. Jagger y Richards tuvieron que limar asperezas por la fuerza y buscar un punto intermedio que satisficiera a ambos en cuanto a la dirección artística de la banda. El resultado fue una vuelta a las bases, hacia el rock de toda la vida, aunque sin renunciar a otras sonoridades, siempre de una manera más natural frente a la imposición forzada de los últimos trabajos. Lo que más destaca del decimonoveno álbum de los Stones es su intento por hacer un rock más elegante, una búsqueda de esa clase enérgica que solo los artistas más experimentados consiguen alcanzar.
Es esto último lo que caracteriza a un disco que se encuentra en una interzona interesante. Siempre me ha parecido tanto una obra de transición hacia el estilo que iba a marcar la última etapa del grupo, como el primer disco de esa época. El anuncio perfecto de un Voodoo Lounge (1994) que iba a ahondar en bastantes de los tics que ya abundan aquí.
Un álbum que al final tampoco consigue levantar el vuelo por encima de la mediocridad, por mucho que suponga una mejora más que perceptible respecto a sus dos últimas obras. Lo mejor lo encuentro en el hard rock sin eufemismos de "Hold on to Your Heart", el exotismo ritual de "Continental Drift" y los dos primeros singles, unas "Mixed Emotions" y "Rock and a Hard Place" que te entran sin esfuerzo, pero a las que les falta la capacidad de embrujo para maravillarte. Son correctísimas, más que agradables y ultraefectivas, pero se te quedan ahí en la superficie, sin capacidad para penetrar en tu piel. Exactamente igual que el conjunto de un disco interesante y oportuno, pero muy cortito en cuanto a alcance.
★★☆☆☆
No hay comentarios:
Publicar un comentario