ROCK VAMPÍRICO. El segundo disco de los Sisters vino después de las turbulencias provocadas por la disolución de su primera formación y el lanzamiento por parte de su líder de ese proyecto que llamó The Sisterhood y que nació muerto, porque surgía del rencor y no con intención de perdurar. Después de todos esos sucesos tormentosos, Eldritch reunió a una nueva formación y, visto que sus antiguos compañeros disfrutaban del éxito con The Mission, vio la oportunidad de agenciarse el nombre con el que habían empezado y que habían acordado no utilizar al separarse para volver a atacarnos con una dosis aumentada de rock gótico desde la vertiente del dark pop operístico.
Si lo comparamos con su antecesor, en este Floodland se acelera el ritmo, se esconden las guitarras en favor de los sintetizadores y se multiplican los coros hasta el gigantismo. Cosas que lo hacen un disco más rotundo, más efectivo y más nutritivo para sus directos. ¿Significa esto que no se echen de menos las guitarras de Wayne Hussey? Personalmente sí que las echo en falta, y por mucho que no pueda dejar de vibrar y sacudirme al ritmo de una "Lucretia My Reflection" que siempre acaba demasiado pronto, veo al disco claramente por debajo de su hermano mayor.
Aquí queda más que claro que la discusión que acabó espantando a Hussey y los demás estuvo en la dirección artística que quería imponer Eldritch. Un viraje hacia el synth pop gótico en el que la guitarra perdía la preponderancia que había tenido en los momentos seminales de Sisters of Mercy. También se echaba en falta el nervio compositivo y arreglístico del ahora líder de The Mission. Lo que no quiere decir que esta evolución no fuera necesaria o que Andrew Eldritch no supiera lo que estaba haciendo. Porque Floodland podrá tener sus peros, mas nunca se podrá decir que es un mal disco.
★★★☆☆
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