JANGLE POP. El último antes de la separación fue un disco engañoso. Demasiado engalanado y adulto puede parecer a primera vista. Para nada. Sigue manteniendo la tensión, el interés, la poesía. Una obra nada menor que supuso un colofón digno, y por qué no, estupendo. No opino como Morrissey y Johnny Marr, de acuerdo al menos en algo, y para mí no es su obra maestra. Eso que quede claro, pero tampoco estoy en condiciones de escamotearle nada al resonante canto de cisne de un grupo que ya estaba muerto antes de grabar esto. El disco salió en septiembre del 87, meses después de que Marr hubiese abandonado el barco para dejar a los Smiths finiquitados para siempre.
El guitarrista siempre ha visto con sorna el hecho de titular el disco con el nombre de la prisión de Mánchester que empezó a prestar sus servicios en 1868. Como si ese anuncio de que los cuatro llamaban a sus puertas en busca de alojamiento fuera demasiado premonitorio, demasiado obvio, demasiado poco metafórico para anunciar el final del trayecto para la banda. Sin embargo, los Smiths, Morrissey a la cabeza, siempre han hecho caja a base de airear vísceras y de una poesía bañada de lirismo terminal, un dramatismo que rozaba la impostura y casquería emocional a raudales. Por tanto, no solo no me choca el nombre, sino que estoy más que dispuesto a abrazar la idea que nos proponen sin tapujos y con esa sonrisa torcida marca de la casa.
Con todos estos lugares comunes podríamos olvidar las diferencias que propone una obra que abre con un piano y que trata de huir de ese pop tintineante que había sido marca de la casa durante cinco años. Sin irse a las antípodas de su sonido, el empleo de teclados y efectos envolventes hacen que la última obra del grupo suene diferente a todo lo que habían hecho, como más solemne y más grandiosa si cabe. Será por todas esas capas, por toda esa profundidad, que todos menos el bueno de Andy Rourke lo consideren su esfuerzo más logrado. Algo que veo bastante exagerado, pero que no dejo de entender.
En cualquier caso, una despedida triste pero rotunda para una banda que dio tanto en sus escasos años de vida que no se le puede exigir nada más.
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