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miércoles, 4 de septiembre de 2024

El banquete de los mendigos

Beggars Banquet (The Rolling Stones, 1968)
 
 
 
ROCK & ROLL. En 1968 los Stones se despidieron de varias cosas. Principalmente dijeron adiós al drogata de Brian Jones (los otros no es que fueran santos) apartándolo del grupo primero y enterándose de su muerte prematura poco después. Este se puede decir que fue su testamento, y no podría haber tenido mejor resultado. No en vano estamos ante una de las obras clave de la banda y de la historia del rock.

Estos diez cortes supusieron una vuelta decidida al rock sucio, caliente y directo que habían dejado un poco de lado con obras más ambiciosas y mucho menos impactantes. Aquí los Stones hieren y lo hacen de verdad, sin concesiones a la galería y con temazos rotundos que suenan con la contundencia que da el saber muy bien lo que se hace.

El disco se abre nada menos que con la melopea imparable de "Sympathy for the Devil", uno de sus clásicos más incontestables, con esa base repetitiva, las congas, el solo demoledor de Richards y todos esos elementos reconocibles y eternos. Sí, esto es un canto diabólico y no esos aprendices de death metal nórdico. Que el demonio viene del fuego, de la turgencia sexual, del Caribe y no de Islandia. Eso lo tengo claro ahora. Como también tengo claro que el resto de temas escoltan perfectamente, puntúan y realzan el acabado de una obra que supera todo lo que habían hecho hasta entonces y a casi todo lo que se hizo ese año.

El resto solo podían aspirar a igualar la sensación adictiva que te asedia desde el el segundo cero. A través de guitarras afiladas, melotrones, algún sitar disimulado, slides de órdago y rotundidad redescubrimos la suciedad del blues, el lamento góspel fundido en negro y el rock duro de alta graduación. Una decisión valiente en el tiempo del exceso psicodélico. La vuelta a los orígenes, pero con la personalidad ganada y moldeada disco a disco. Esto solo podía significar que estábamos entrando en una etapa gloriosa. Y los discos posteriores no iban sino a refrendar esta idea.

Los Stones de 1968 estaban empezando a ser muy grandes. En el buen sentido. Y eso de dejarse fuera el single, "Jumpin' Jack Flash", una chulería que solo se podían permitir unos pocos. Algo que solo aumenta el aura de un disco inmenso aun sin la mejor canción de la historia del grupo. ¡Qué sobraos!


A1 Sympathy for the Devil 6:18
A2 No Expectations 3:56
A3 Dear Doctor 3:22
A4 Parachute Woman 2:20
A5 Jig-Saw Puzzle 6:06
B1 Street Fighting Man 3:16
B2 Prodigal Son 2:52
B3 Stray Cat Blues 4:37
B4 Factory Girl 2:09
B5 Salt of the Earth 4:47
Total: 39:43

La aportación de Brian Jones es escasa, aunque se deja notar. Se limita a la prodigiosa guitarra slide en "No Expectations", la armónica en "Dear Doctor", "Parachute Woman" y "Prodigal Son", el melotrón en "Stray Cat Blues" y el sitar y la tambura en "Street Fighting Man". No se confirma que hiciera coros en "Sympathy for the Devil", aunque es muy probable que así fuera.

Hubo problemas con la portada. La idea original de los aseos asquerosos y llenos de grafitis no fue bien vista por la compañía, por lo que se cambió por un fondo blanco con el título y el nombre de la banda. Demasiado similar al álbum blanco de los Beatles, que saliera unos pocos meses antes, pero es lo que había. La portada original tuvo que esperar hasta la reedición del disco en el 84 para ver la luz.

En el encarte interior se muestra una escena que justifica el título por sí misma. En ella, los miembros de la banda, disfrazados de mendigos se esparecen alrededor de una mesa rebosante de viandas como en la famosa escena de Viridiana (Luis Buñuel, 1961). No me resultaría muy plausible que alguno de los Stones conocieran la película, pero tampoco me niego en redondo a creerlo. En cualquier caso, voluntaria o no, es una referencia que de alguna forma eleva el disco un poco más en su estatus de pináculo inalcanzable de la cultura popular.

Los Rolling Stones siempre han sido unos reyes del vampirismo, lo que queda refrendado con la no inclusión del Reverendo Robert Wilkins como autor de "Prodigal Son" en las primeras ediciones del disco. Esto se corrigió posteriormente, pero hay que tener jeta para firmar dicha canción como propia. Porque además es tremenda. Y tremenda la versión, la verdad sea dicha.


El digamos que "curioso" especial televisivo The Rolling Stones Rock & Roll Circus que grabaran ese mismo año consistía en la actuación de diversas luminarias del pop y el rock de la época incluyendo a Jethro Tull, Yoko Ono, Eric Clapton, John Lennon, The Who, Taj Mahal y los propios Stones, que eran los cicerones y promotores del proyecto. El repertorio de estos últimos se basó casi por completo en este disco.


Por último señalar el detalle del aura maldita que siempre ha envuelto a "Sympathy for the Devil". La psicosis detonó cuando en un concierto en Altamont en diciembre de 1969 uno de los asistentes fue apuñalado mientras el grupo tocaba "Under My Thumb". El morbo y la atmósfera maléfica que envuelve al tema hizo que se extendiera la idea de que fue durante "Sympathy for the Devil" cuando ocurrió el hecho. Aunque no fuera así, la conmoción fue grande en el seno de la banda, que se negó a volver a tocarla en directo hasta el 75, cuando empezaron a tocarla ocasionalmente en los bises.
 
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