ROCK & ROLL. Los Rolling Stones se estrenan con gracia y prestancia dispuestos a dar guerra en un Swinging London que ya habían inaugurado The Beatles con ese Please Please Me algo más de un año antes. Sí, las comparaciones eran inevitables desde el principio, aunque lo de la supuesta rivalidad es más que matizable. Un dato importante es que los Stones grabaron "I Wanna Be Your Man", canción escrita por Lennon y McCartney, y la lanzaron como single en 1963, semanas antes de que los Fab Four la incluyeran en With the Beatles (1963).
En cualquier caso, Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Bill Wyman y Charlie Watts surgieron para tratar de hacer la competencia a los de Liverpool. O esa era la intención de la compañía discográfica. En su haber contaban con una habilidad instrumental más que contrastada, la cual sacan a relucir aquí en un manejo magistral de las guitarras, base rítmica, slides, armónicas y lo que hiciera falta para hacer que esto sonara a auténtico blues, eso sí, convenientemente acelerado y macerado para los oídos delicados de los blanquitos.
Ahí nunca han tenido rival, la verdad. En esa actitud entre chulesca y despreocupada que iba a ser el modelo a seguir para cualquier rockero. En una vibración virulenta y totalmente adictiva que hacía de sus números más potentes algo a lo que nadie podía aspirar en la época. Rasgos distintivos que hablan por sí solos y que ya están aquí, sobre todo en la primera parte del disco, para vocear a los cuatro vientos que estamos ante algo muy importante. El tiempo ha acabado dictando sentencia, pero aquí es inevitable percibir que podíamos estar ante el mejor grupo de rock and roll que hubiera pisado un escenario.
Otra cosa son las lentas. La sutileza con la que se emplea Jagger a veces puede parecer incapacidad. Sobre todo si lo comparamos a los gorgoritos brutales de, digamos, un Buddy Holly. Ahí había que trabajar más, y en cuanto a melodías inmortales no iban a tener nada que hacer frente a sus queridos Beatles. Aun así, poco o nada importaba eso en un primer zarpazo en el que, aun a medio hacer, aun buscando su estilo, ya podemos intuir que estos iban a dar muchísima guerra. Y así fue, claro.
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