lunes, 8 de febrero de 2021

Y ya nada volvió a ser igual

Please Please Me (The Beatles, 1963) 

POP. A lo largo de la historia de la música popular grabada ha habido más de un big bang de esos cataclísmicos. Revoluciones que han puesto patas arriba la forma de entender los acordes, el sonido o la propia industria. Pocos pondrán peros a la hora de incluir en este grupo cosas como ese Nevermind the Bollocks que los Sex Pistols vomitaran en 1977 o la aparición de un tal Elvis Presley a mitad de los 50. Tampoco, cómo no, nos olvidamos del surgimiento de estos cuatro chicos de Liverpool, una auténtica revolución como no ha habido otra a la hora de convertir a la cultura pop en un fenómeno de masas.

Sin embargo, y esto puede parecer increíble, hay más de uno por ahí que se empeña en matizar el impacto de los Fab Four. Quizás sea por su apariencia pacata y por estar más que absorbidos por este sistema capitalista triturador de todo lo que huela a disidencia. Pero que no se equivoquen esos. The Beatles fueron rabiosamente modernos y furibundamente rompedores. Nunca ha habido, y creo que estamos de acuerdo en que nunca habrá, nadie que haya significado tanto para tantos y durante tanto tiempo.

Y el secreto de su éxito podemos verlo más que cristalino en este fastuoso debut. Un disco en el que, a diferencia de sus contemporáneos, entregan ocho temazos de su puño y letra junto a las versiones de rigor. Y con esto, que parece anecdótico, estaban inventándose el concepto de banda de rock tal y como la entendemos hoy en día. Esto es, un grupo que interpreta por sí mismo temas escritos por ellos mismos. Algo muy superado y muy obvio hoy en día, pero que en la época era toda una insolencia y una provocación. Máxime viendo la calidad de las partituras que escribían ese tándem de genios que conformaron John Lennon y Paul McCartney.

The Beatles tratan de acercar el rock al prestigio de cosas como el jazz, el folk o el blues, músicas en las que mandaba lo tradicional, pero donde no era infrecuente que los propios músicos crearan sus propias canciones. Ellos lo hicieron cantándole al amor, a la excitación adolescente, a la efervescencia de un momento que retrataron valiéndose de todo lo que caía en sus manos. De los grandes intérpretes negros de rhythm & blues y rock & roll a un estilo propio que ya los orientaba hacia ese pop que trabajaban como nadie.

Por todo esto estamos ante un debut poderosísimo. La traslación al plástico de lo que se habían hartado de hacer durante su etapa en Hamburgo. Intentaron grabarlo en the Cavern, pero no pudo ser. Tuvieron que conformarse con una sesión maratoniana en el estudio. En solo un día grabaron la práctica totalidad del disco. Sin aspavientos ni tonterías. "No sé cómo lo hacen. Llevamos grabando todo el día, pero cuanto más tiempo estamos, mejor lo hacen", diría el productor George Martin. Pues no sé, chico, pero está claro que lo de estos tipos no es de este mundo.

★★★★☆

A1 I Saw Her Standing There 2:55
A2 Misery 1:49
A3 Anna (Go to Him) 2:55
A4 Chains 2:23
A5 Boys 2:24
A6 Ask Me Why 2:24
A7 Please Please Me 2:00
B1 Love Me Do 2:23
B2 P.S. I Love You 2:04
B3 Baby It's You 2:40
B4 Do You Want to Know a Secret 1:56
B5 A Taste of Honey 2:03
B6 There's a Place 1:51
B7 Twist and Shout 2:32
Total: 32:19

Este disco es la destilación directa de los años de aprendizaje en Hamburgo. Allí se foguearon en clubes de mala muerte por poco más que comida y alojamiento. No cabe duda de que les sirvió para forjarse una reputación y para mejorar como intérpretes. Allí fue donde llamaron la atención de Brian Epstein, el cual los lanzaría al estrellato.

El repertorio que manejaban en esos conciertos entre 1960 y 1962 fue básicamente, con alguna adición, el que acabaron volcando en este debut. Tal vez por eso suene tan fresco y tan trabajado a la vez. No eran canciones desconocidas para los de Liverpool precisamente. Y eso se acaba notando.

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