Mostrando entradas con la etiqueta ****. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ****. Mostrar todas las entradas

lunes, 15 de septiembre de 2025

Tocando tierra sin piedad

Landfall (Laurie Anderson & Kronos Quartet, 2018)
 

ELECTRÓNICA DE CÁMARA. Que Landfall es un disco especial ya se ve claro en su portada, en sus treinta cortes, en la colaboración especialísima entre Laurie Anderson y Kronos Quartet y en el hecho de que esté inspirado en las experiencias vividas por la artista a raíz del paso inmisericorde del huracán Sandy por Nueva York.

Un álbum que habla de la pérdida y la redención. Un trabajo lleno de cuerdas, tensión no resuelta, emboscadas, susurros y llanto. Una obra expresionista pero íntima, doliente pero esperanzada, que nada más abrirse con esa premonición ominosa que es "CNN Predicts a Monster Storm" ya está plasmando su candidatura a ser una de las mejores obras de estos (ya no tan) albores del siglo XXI. 

Una candidatura que basa su razón de ser en una artista que se muestra aquí con su sinceridad habitual, entre lo elegíaco y lo trágico, pero con una naturalidad y una distancia que acongoja. Como lo hacen las cuerdas del Kronos Quartet, perfectamente empastadas con las capas electrónicas que fabrica Laurie, unas cuerdas que derraman tensión, drama, belleza y hasta ternura, según el pasaje.

No hay que olvidar que Anderson está aquí plasmando un mapa emocional del desastre según ella misma lo vivió. Perdió material importante de su estudio, entre otras cosas, algo que le sirve para poner sobre la mesa esta meditación sobre la memoria, la pérdida y la fragilidad de la vida moderna. Conceptos que nos narra en los escasos pasajes hablados, volviendo a ese spoken word que entronca con sus comienzos. Comentarios y pensamientos que suelta como si de entradas de un diario se trataran. Algo que hace de este disco un objeto casi viviente, un álbum de fotos donde habitan todos sus recuerdos y vivencias. Desde las más jubilosas a las más aterradoras. Un artefacto que sin duda le ayudaría a seguir con su vida nadando entre lo más preciado y lo irrecuperable.

Eso sí, hay que escucharlo del tirón. Como experiencia integral y como obra existencial que es, no funciona a tragos cortos. 

★★★★☆

1 CNN Predicts a Monster Storm 3:19
2 Wind Whistles Through the Dark City 1:59
3 The Water Rises 2:43
4 Our Street Is a Black River 1:20
5 Galaxies 1:07
6 Darkness Falls 1:56
7 Dreams 4:01
8 Dreams Translated 0:51
9 The Dark Side 1:11
10 Built You a Mountain 2:16
11 The Electricity Goes Out and We Move to a Hotel 3:04
12 We Learn to Speak Yet Another Language 3:01
13 Dawn of the World 2:22
14 The Wind Lifted the Boats and Left Them on the Highway 2:40
15 It Twisted the Street Signs 1:13
16 Then It Receded 0:52
17 The Nineteen Stars of Heaven 2:44
18 Nothing Left But Their Names 9:38
19 All the Extinct Animals 2:50
20 Galaxies II 0:54
21 Never What You Think It Will Be 1:11
22 Thunder Continues in the Aftermath 1:55
23 We Blame Each Other for Losing the Way 0:42
24 Another Long Evening 1:57
25 Riding Bicycles Through the Muddy Streets 2:37
26 Helicopters Hang Over Downtown 2:16
27 We Head Out 1:50
28 Everything Is Floating 1:59
29 Gongs and Bells Sing 2:33
30 Old Motors and Helicopters 2:49

Total: 69:50 

viernes, 12 de septiembre de 2025

Amistades (no tan) peligrosas

Les liaisons dangereuses 1960 (Thelonious Monk, 2017)

 

HARD BOP. Aquí tenemos los apuntes y los bocetos de Monk para la banda sonora de Las amistades peligrosas (Roger Vadim, 1959), película de la que finalmente solo algunos temas formaron parte, no llegando a salir como banda sonora completa. Estamos por tanto ante una recreación, sin filtro ni orden alguno, de lo que podría haber sido un disco que Monk grabó con su cuarteto y quedó olvidado en algún cajón.

El disco se recopiló con motivo del Record Store Day de 2017 y cuenta con varios problemillas bastante obvios por otro lado. Por un lado está la repetición de temas, algo que se acentúa por el hecho de que la mayoría de ellos son más que conocidos para el aficionado. La duración tampoco ayuda y todo esto redunda en una falta de unidad que hace que el artefacto carezca de hilo conductor sólido o conexiones fuertes entre sus diferentes partes.

Sin embargo, al final, las escuchas van revelando que poco o nada de esto tiene la menor importancia. Las interpretaciones del cuarteto, con ese Charlie Rouse al saxo tenor, son tan frescas y naturales, el sonido es tan espaciado y cálido que se pasan por alto todas esas consideraciones. La forma en la que se nos revela la construcción de joyas como "Pannonica" en sus diferentes etapas o secciones es jugosísima, sin contar que la versión máster que tenían preparada puede ser fácilmente mi rendición favorita de dicho tema. El par de novedades ("By and By (We'll Understand It Better By and By)" y "Six in One") es absolutamente delicioso. 

Y en fin, que con toda esta ambrosía golpeándonos, no solo sentimos que estamos redescubriendo unas piezas fundamentales en la historia del jazz, sino que no nos importa que el disco cierre con catorce minutazos del making of de "Light Blue", que la verdad, sobran. Pero no voy a acabar con esa idea. De verdad, esa menudencia da exactamente igual. Así de bueno será el álbum.

★★★★☆

A1 Rhythm-a-Ning
A2 Crepuscule With Nellie
A3 Six in One
A4 Well, You Needn't
B1 Pannonica (Solo)
B2 Pannonica (Solo)
B3 Pannonica (Quartet)
B4 Ba-Lue Bolivar Ba-Lues-Are
B5 Light Blue
B6 By and By (We'll Understand It Better By and By) 

C1 Rhythm-a-Ning (Alternate)
C2 Crepuscule With Nellie (Take 1)
C3 Pannonica (45 Master)
C4 Light Blue (45 Master)
D1 Well, You Needn't (Unedited)
D2 Light Blue (Making Of) 🕱

Total: 83 min. 

Xxx 

DISCOS RELACIONADOS 


 

martes, 9 de septiembre de 2025

Anegados

 

Título: Become Ocean

Autor: John Luther Adams

Año de composición: 2013

Género: Post-minimalismo ambiental

 

Grabaciones de referencia:

  • Become Ocean (Seattle Symphony / Ludovic Morlot, 2014) ★★★★☆
 


"Life on this earth first emerged from the sea. As the polar ice melts and sea level rises, we humans find ourselves facing the prospect that once again we may quite literally become ocean". (John Cage)

Esta es la cita en la que John Luther Adams basa su proyecto. Una cita que es una advertencia que suena más a amenaza que a premonición. El compositor norteamericano ondea su ecologismo al ritmo de las mareas y fabrica una epopeya drónica en la que los vaivenes de la música, sus subidas y bajadas simulan el oleaje de un mar que se antoja abisal y devorador. Parece plácido, pero en algunas de esas subidas se nos antoja casi tectónico. Venimos del mar, somos en gran parte agua, y parece que nuestro destino es regresar a él para fundirnos en su inmensidad.

Todo este tono poético, como digo, no oculta la tragedia de nuestra autodestrucción. Algo que resuena en estos acordes continuos, calmados y explosivos en algunos momentos. Un gigantismo, una amplitud de espacios que cobra todo su sentido con su interpretación en el auditorio. Ahí, con los cambios de luz y la interacción de la orquesta dirigida con maestría y una deliciosa languidez por parte de Ludovic Morlot, Leonard Slatkin o cualquiera que se atreviera, directores que no acaparan las miradas para no distraernos de lo esencial, es donde podemos disfrutar de esta música en plenitud. También se disfruta en el refugio del hogar, cómo no, pero no puedo evitar sentir que falta algo para aprehenderla en su totalidad.

Adams siempre se ha inspirado en la naturaleza para sus composiciones. Hasta hacerla la materia prima de las mismas. Aquí, no sé si como nunca, pero sí con maestría absoluta, emplea el sonido mismo como un elemento fundamental de su minimalismo. Sí, está la melodía, la armonía, el ritmo y el sonido en estado puro. Estos son los componentes de esta música. Algo tan bello y tan poderoso como la más absoluta inmensidad que describe. Tanto que más que describirla la hace carne ante nuestros oídos.

♪♪

1 Become Ocean 

This is the time, and this is the record of the time!

Big Science (Laurie Anderson, 1982)

 

VANGUARDIA. Laurie Anderson ya era una reputada artista de performance cuando sacó este disco, su auténtico debut en LP a pesar de su colaboración en You're The Guy I Want to Share My Money With (1981), doble álbum compartido con William S. Burroughs y John Giorno, en el que le dejaron una cara para ella. En este, todo responsabilidad suya, lo que hace es destilar lo más llamativo y musical de su producción United States Live, la cual duraba unas ocho horas.

De esa destilación quedaron estas ocho piezas en las que juega con los límites de lo sintético para pintarlos de una pátina de exotismo que hacen que lleguen a sonar casi étnicas por momentos. Étnicas pero falsas, como si nos estuviera mostrando cómo llegan estos sonidos de Medio Oriente, África, Asia o Irlanda a los oídos de un norteamericano medio. Un juego en el que la de Chicago pone sobre la mesa su impresionante rango artístico, lo afinado de su instinto musical y una capacidad infinita para retar al oyente a que explore territorios ignotos sin apartarse del atractivo melódico o rítmico que toda pieza musical debe tener. Una obra que podríamos encuadrar en el minimalismo neoyorquino de finales del siglo pasado, pero pasada por el tamiz del pop de masas, del cual se le acabaron quedando solo unos pocos tropezones, todo hay que decirlo. Suficiente, eso sí para engañar al populacho.

Por eso este disco es tan gustoso. Es un reto continuo, una obra en las antípodas de lo inmediato y lo fungible, pero tampoco te exige tantísimo como para que ni siquiera lo intentes. Según he leído, Anderson empezó a tomarse más en serio su faceta como músico después de este disco. La buena e inesperada aceptación del público, los parabienes de todo un John Peel, que ayudaron a ello, y el encontrarse cómoda en un ámbito que le había sido extraño hasta entonces debieron contribuir a que disfrutáramos de más obras de enjundia después de esta.

Sobra decirlo, pero nada más que por eso Big Science ya hubiera merecido la pena. Que ya la merece por todo ese misterio y ese vitalismo enlatado que contiene. Eso ni lo duden.

★★★★☆

A1 From the Air 4:29
A2 Big Science 6:14
A3 Sweaters 2:18
A4 Walking & Falling 2:10
A5 Born, Never Asked 4:56
B1 O Superman (For Massenet) 8:21
B2 Example #22 2:59
B3 Let X=X / It Tango 6:52

Total: 38:19 

sábado, 6 de septiembre de 2025

En el calor de la noche

Live at the It Club (Thelonious Monk, 1982) [DIRECTO]
 

HARD BOP. Aquí nos encontramos nada menos que a Thelonious en directo en plena época dorada de su cuarteto. Un tetraedro perfecto completado por Larry Gales al bajo, Ben Riley a la batería y Charlie Rouse al saxo tenor, para muchos su mejor colaborador y el que mejor ha entendido la música del pianista jamás. La grabación se produjo en el club angelino del título los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1964, en pleno Halloween.

Sin embargo, este disco doble, que se guardó en un cajón hasta 1982 causa más respeto y deleite que miedo. Salió tan solo unos meses después del fallecimiento de Monk. Por ello la coartada comercial puede verse entremezclada con el homenaje, aunque en este caso, será por lo bien que suena o por lo rotundo de sus interpretaciones, me voy a arrimar a lo segundo.

Hago esto basándome en esa máxima que me acompaña últimamente y es que un disco de jazz en directo tiene que tener algo especial que lo diferencie de las obras de estudio para hacerse necesario. Y este lo consigue. Tiene ese algo que va más allá de la frescura de tocar todos juntos o de sacar la toma íntegra de una vez sin repeticiones ni ensamblajes artificiales. Eso ya lo tienen muchos discos de estudio en los que el combo se microfonea y toca sin mayores preparativos. Aquí contamos con una elasticidad maravillosa en los solos que alarga las canciones de manera natural y nada forzada. Contamos con los tarareos y ánimos constantes tanto del público como de los propios músicos entre sí. Y por supuesto, el calor de la audiencia se percibe muy cerca de un cuarteto que cabalga en pos de un objetivo común en todo momento a pesar de sus divergencias e individualidades.

Luego está el repertorio. Clásico y soberbiamente seleccionado. Piezas especialmente preparadas para improvisar sin fin sobre ellas y así mostrar el momento de excelencia por el que pasaba un Thelonious en estado de gracia. Un momento estelar que era necesario mostrar al mundo para celebrar, como si de una corona de flores se tratase, tanta música y tanto amor como los que derramó el genio de Rocky Mount.

★★★★☆

A1 Blue Monk 7:30
A2 Well You Needn't 7:35
A3 'Round Midnight 6:35
B1 Rhythm-A-Ning 6:55
B2 Blues Five Spot (Five Spot Blues) 5:50
B3 Bemsha Swing 5:30

C1 Straight, No Chaser 4:30
C2 Nutty 7:35
C3 Evidence 5:45
D1 Misterioso 8:20
D2 Gallop's Gallop 5:15
D3 Ba-Lue Bolivar Ba-Lues-Are 6:25

Total: 77:45

Lo de este disco es muy curioso, aunque tampoco es algo nuevo. Para hacer que las gloriosas sesiones de ese Halloween de 1964 entraran en el vinilo doble al que iban destinadas, tuvieron que ser mutiladas de las más diversas formas. Por supuesto que se dejaron fuera temas, ocho para ser exactos, pero aparte de eso, los que incluyeron fueron descuartizados incluso en sus partes centrales. Con la excusa de ahorrar minutaje, acortaron interludios y partes, digamos, más repetitivas y poco eficientes para el oyente apresurado y con pocas ganas de detenerse en los detalles.

El resultado fue un disco poderoso y vitalista, casi mejor que la auténtica experiencia para según qué compradores, pero con un problema claro: no cuenta la verdad de la historia. Por eso, por mucho que sea más efectivo, que sus compradores adoren la calidez del sonido del vinilo lanzado por Columbia en el 82, para todos los entendidos (o casi), la edición canónica es la versión "Complete" que salió en los 90, con las primeras reediciones en CD del álbum.

No me he basado en ella exactamente para reseñar esta obra. Tampoco en el vinilo original. Mi experiencia auditiva sale de un disco que no existe y que incluye el listado de canciones del LP del 82 en la versión completa (sin mutilar) de la edición "Complete". Y ya esta colección, sin las canciones extra que sí que incluyó la edición restaurada, se va hasta la hora y tres cuartos en lugar de los menos de ochenta minutos del LP primitivo.

Por eso me ha dado más problemas poner una nota que siempre reservo para las versiones originales tal y como fueron concebidas en su momento. En este caso no me ha sido posible sumergirme en tales piezas, algo que a día de hoy es imposible si no tienes el vinilo de la época. Por tanto mi nota se basa en una versión que, siendo mejor, más completa y más fidedigna con lo que pasó aquella(s) noche(s), no es la edición original. Algo parecido a lo que pasa con el maravilloso Ellington at Newport (Duke Ellington, 1956). Y algo que, aunque no me guste hacer, ante las bondades de esta edición ampliada que queda para la historia, no me quita el sueño ni un poquito. Más que problema lo llamo celebración.

DISCOS RELACIONADOS


 
 

jueves, 4 de septiembre de 2025

La Resistencia

Underground (Thelonious Monk, 1968)

 

POST-BOP. Underground es un disco realmente diferente dentro del canon monkiano, uno de los últimos que grabó el pianista en un estado de conciencia pleno y la materialización de un giro que había iniciado en el anterior, Straight No Chaser (1967). Un giro que culminaba esa evolución en la que empezó siendo pieza clave de un bebop que ayudaría a transformar en hard bop, siquiera tangencialmente, para ahora dinamitar las estructuras más rígidas desde dentro, abriéndose a la elasticidad del post-bop sin alejarse por completo de las raíces.

Un post-bop que, como la genial portada que lo envuelve, no está exento de humor. Sí, Thelonious se divierte espaciando los silencios, aporreando a destiempo y aplicando disonancias con todo su cuerpo. De eso también iba el jazz. No es que fuera algo nuevo en su estilo, pero aquí lo aplica a mansalva y de manera mucho más salvaje. A eso hay que unirle la aplicación de ostinatos hipnóticos y el abandono de los ritmos más marcados por una elasticidad en la que todos los instrumentos se acompañan sin dejar de ser protagonistas. Podríamos decir que la improvisación aquí es horizontal, los instrumentos dialogan constantemente oponiéndose a esa jerarquía turnista del hard bop en la que mandaba la demostración constante del virtuosismo por encima de todo.

Todo esto nos deja un álbum realmente especial en la discografía del maestro. El penúltimo antes de un ejercicio con big band más que discutido. Después llegaría algún directo y rescates de la discográfica, pero este se puede decir que es uno de los últimos momentos para la posteridad en los que nos encontramos a un Thelonious lúcido y pletórico, un titán que seguía con ganas de avanzar en su exploración artística, aún sin dar muestras del agotamiento y el desvarío que acabarían con él, sumiéndolo antes en el silencio más atroz en la década que acechaba. Por todos estos detalles, diría que estamos ante un disco único, quizás la última muestra de auténtico genio de uno de los músicos más importantes de la historia.

★★★★☆

A1 Thelonious 3:14
A2 Ugly Beauty 7:20
A3 Raise Four 4:36
A4 Boo Boo's Birthday 5:56
B1 Easy Street 5:52
B2 Green Chimneys 9:00
B3 In Walked Bud 4:17

Total: 40:15 

martes, 2 de septiembre de 2025

Trece confesiones a corazón abierto

Eli and the Thirteenth Confession (Laura Nyro, 1968)


SOUL BLANCO/R&B/JAZZ. Apenas un año después de su debut, con solo veinte, Laura Nyro parece haberlo aprendido todo con una obra maestra algo discutible, pero capaz de atravesar el tiempo y el espacio. Trece canciones que son trece confesiones a grito pelado en medio de una vorágine de vientos, cuerdas y arreglos multicromáticos que te dejan con poca o ninguna capacidad de reacción. Trece revelaciones con las que, como refleja en su contraportada, da un beso de despedida a sus diecinueve primeros años de vida.

Sí, Laura Nyro se había hecho mayor. Apenas empezaba a volar sola y ya nos estaba dejando claro que lo suyo era algo incomparable. Escribir estas trece confidencias e interpretarlas como lo hace ella aquí no está al alcance de cualquiera. Así lo entendieron figuras como Elton John, Todd Rundgren, Carole King, Joni Mitchell o Rickie Lee Jones. Cantantes influidos de manera directa por la neoyorquina. Como también bandas de la talla de Steely Dan o artistas más alejados a priori como Stevie Wonder o Alice Cooper. Un elenco demasiado rutilante como para pasarlo por alto, ¿no creen?

Lo que no quiere decir que estemos ante un disco fácil. Esto es un bichejo que no se deja atrapar. Sus letras, visiones, fogonazos que parecen desconectados y aleatorios solo cobran sentido con la música y con las escuchas reiteradas. Solo así podremos construir la historia extraña y abstracta que se inventa la Nyro aquí. La pérdida de la inocencia está ahí, el deseo sexual y el rito de iniciación también, pero poco más podemos deducir a simple vista. Y su música, qué decir de esos cambios de ritmo y melodía tan abruptos, de esa forma de cantar hiperexpresiva, pero que no busca agradar, y en fin, de toda esa heterodoxia armónica que hace que lo que parecía dulce y sutil acabe siendo tan escarpado y árido que no se puede digerir ni a la primera ni a la décima escucha.

Eli and the Thirteenth Confession se viste de colores brillantes para tratar de ocultar un corazón oscuro como la noche más negra. En ningún momento pretende calmarte o ser esa redoma balsámica que cure tus heridas, pero tiene tanta magia en su interior que, por mucho que no lo entendamos, no podemos dejar de sentirla. Algo que nos obliga a ponerlo a girar una y otra vez buscando entrar en sus entresijos de una vez por todas. Y es imposible, no lo vamos a conseguir. Sin embargo, siempre vamos a disfrutar del viaje, de la inmersión a pulmón, porque como con las mejores cosas, el final del trayecto no es lo importante aquí. 

★★★★☆

A1 Luckie 3:00
A2 Lu 2:44
A3 Sweet Blindness 2:37
A4 Poverty Train 4:16
A5 Lonely Women 3:32
A6 Eli's Comin 3:58
B1 Timer 3:22
B2 Stoned Soul Picnic 3:47
B3 Emmie 4:20
B4 Woman's Blues 3:46
B5 Once It Was Alright Now (Farmer Joe) 2:58
B6 December's Boudoir 5:05
B7 The Confession 2:50

Total: 46:15

 
Este es un disco de detalles, no de carnaca. Todo es difícil en él, todo hay que trabajárselo, pero las satisfacciones al entender siquiera la superficie de esos detalles son inmensas. Como en esa famosa contraportada en la que la Nyro parece estar dando un beso de despedida a su infancia y adolescencia. Una foto en la que se reafirma como artista adulta y mira hacia el futuro sin nostalgia, pero sin olvidar de dónde viene.

Una foto tomada al trasluz en la que solo se adivinan sombras. Las mismas sombras que pintan al claroscuro una portada fantástica, obra de Bob Cato, en la que se nos aparece como una virgen dolorosa con un toque sensual en esos jugosos labios rojos. Un toque terrenal como el que aplicaba Caravaggio a sus madonnas, a las cuales bajaba a la Tierra al usar modelos reales de gente normal y corriente, casi vulgar.

Un detalle que nos acerca el disco a una realidad de la que parece estar evadiéndose constantemente, ya sea por sus letras evanescentes y espectrales o por sus sonidos tan hermosos como crudos en esos cambios de ritmo y melodía tan radicales.  

lunes, 1 de septiembre de 2025

Esperando el primer tren que me lleve lejos de aquí

Solo Monk (Thelonious Monk, 1965)

 

STRIDE. Si realizas tu inmersión en la obra de Thelonious Monk como está mandado, esto es, de manera cronológica, este no será el primer disco en el que te lo encuentres al piano sin acompañamiento alguno. Y lejos de enfrentarte a un "más de lo mismo", una vez más, Monk te va a dejar ojiplático tras ofrecerte un nuevo ángulo de su arte cuando ya creías que lo habías escuchado todo. Y es que cada disco de piano solo del genio cuenta con su personalidad propia.

Si en Thelonious Himself (1957), por ejemplo, nos encontramos a Monk esculpiendo su sonido con el silencio como si de mármol se tratara, y con Thelonious Alone in San Francisco (1960) parece invitarnos a su chimenea en una fría noche de invierno, con este podemos disfrutar de un Monk más multifacetado. Un pianista que recoge el testigo del registro californiano en el Fugazi Hall en cuanto a intimismo, pero al que podemos ver más saltarín y despendolado en otras piezas. Un pianista que disfruta de su madurez jugando con el swing a placer, con un dominio y una soltura que no habíamos escuchado antes.

Doce temas en menos de cuarenta minutos que dan fe de que nuestro Thelonious, a estas alturas de la película, podía sonar como si estuviera tocando en la hora del cierre de cualquier tugurio o como si estuviera recreando la banda sonora de El golpe (George Roy Hill, 1973). Un Thelonious imperial, rozando la cincuentena, sensible como siempre, pero más autoritario y asertivo ante su piano que nunca.

Estos son los matices que me saltan a la cara durante el disfrute de una obra que tampoco me apetecía tanto, por los lugares comunes ya comentados, y que me ha conquistado desde la primera escucha. No solo muestra esos ángulos novedosos e inesperados, sino que cuenta con interpretaciones tan definitivas como "Dinah", "I'm Confessin' (That I Love You)", "These Foolish Things (Remind Me of You)"o una "Ask Me Now" que me derrite aquí como nunca antes. Un repertorio plagado de novedades, hasta ocho de los temas en este disco no habían sido grabados por Monk anteriormente, que nos muestra al artista vivo y en plenitud. Sin rastro de la crisis y subsiguiente decrepitud mental que se avecinaba.

★★★★☆

A1 Dinah 2:27
A2 I Surrender, Dear 3:43
A3 Sweet and Lovely 2:58
A4 North of the Sunset 1:50
A5 Ruby, My Dear 5:35
A6 I'm Confessin' (That I Love You) 2:36
B1 I Hadn't Anyone Till You 3:17
B2 Everything Happens to Me 3:25
B3 Monk's Point 2:11
B4 I Should Care 1:56
B5 Ask Me Now 4:35
B6 These Foolish Things (Remind Me of You) 3:32
 
Total: 38:05

viernes, 29 de agosto de 2025

El rey de San Francisco

Thelonious Alone in San Francisco (Thelonious Monk, 1960)

 

HARD BOP/STRIDE. Monk se fue a San Francisco para grabar este disco. El lugar elegido fue el Fugazi Hall, donde registró sin público este recital entre los días 21 y 22 de octubre de 1959. Una forma de grabar un álbum que no dista mucho de lo que se hacía en el estudio en esos años. Unos cuantos micrófonos y a correr. Por eso, en esto del jazz, no tengo tan claro que sean necesarios los discos en directo como tales. Este, en esencia, es uno, pero la ausencia de público lo coloca en el cajón de las obras de estudio.

Por lo demás cuenta con la inmediatez, el aquí te pillo, aquí te mato y toda la frescura de sus mejores obras, en directo o no. Este álbum es un arrullo, una prueba más de lo cercano y cálido que puede ser Monk con su piano. Un disco que vamos a enfrentar sin duda a tótems del pianista como ese Thelonious Himself (1957), que se cocinó tres años antes. Lo cierto es que no son comparables. El anterior es una obra arquitectónica en la que Thelonious juega a epatar sacando la emoción desde cada ángulo de su pulsación y desde la amplificación del silencio en grado sumo. Este es otra cosa. Un arrullo acogedor en el que encontrar refugio. Una faceta de apariencia menor pero bastante más atractiva en según qué momentos.

Esa diferencia es la que hace a este disco especial. También esa combinación entre composiciones nuevas y recreaciones de sus clásicos junto con algún estándar y un par de improvisaciones ad hoc. Porque, por mucho que nos guste perseguir la novedad como única forma de excitación, lo que hace aquí Monk con temas que ya conocíamos, como "Ruby, My Dear" o "Pannonica", los lleva a otro nivel. A una dimensión en la que podemos disfrutarlos como si fuera la primera vez. Ese es el secreto que hace de este disco una maravilla, otra más, a tener en cuenta durante nuestra inmersión en las procelosas y cálidas aguas de la discografía del maestro.

★★★★☆

A1 Blue Monk 3:41
A2 Ruby, My Dear 3:55
A3 Round Lights 3:33
A4 Everything Happens to Me 5:35
A5 You Took the Words Right Out of My Heart 3:58
B1 Bluehawk 3:37
B2 Pannonica 3:48
B3 Remember 2:36
B4 There's Danger in Your Eyes, Cherie 4:17
B5 Reflections 5:03

Total: 40:03

miércoles, 27 de agosto de 2025

6 son compañía...

Monk's Music (Thelonious Monk, 1957)

 

HARD BOP. Tercer álbum en el mismo año y único en su carrera en el que Monk comandaría a todo un septeto en el estudio. ¡Y qué septeto! Monk en su piano se acompañó de Ray Copeland a la trompeta, Gigi Gryce al saxo alto, Wilbur Ware al contrabajo, Art Blakey a la batería y Coleman Hawkins y John Coltrane al saxo tenor. Una alineación, esta vez sí que sí, irrepetible. Algo que también debió pensar un Monk extático, al cual podemos oír alentando a Trane antes de empezar su solo en "Well You Needn't".

Una prueba del estupendo ambiente que reinaba en una sesión de grabación en la que, como era costumbre en la época, los músicos tocaban a la vez en el estudio, en riguroso directo y retroalimentándose y reaccionando a lo que iba saliendo del resto de instrumentos. Será por eso que estos discos suenan tan vivos y tan contagiosos. Será por eso que hasta Thelonious se deja ir y deja el protagonismo a esa dupla infernal de saxos tenores. Un dúo en el que conjugó a uno de sus maestros y valedores (Hawkins) y a uno de sus protegidos y figura incipiente (Coltrane). 

¿Nos perdemos algo con este pequeño paso atrás en cuanto a protagonismo? Bueno, a todos nos encanta escuchar alto y claro al maestro de Carolina del Norte, eso por descontado, pero ni es un paso atrás tan notorio ni podemos dejar de disfrutar con una interacción única en su canon. Así las cosas, ya tenemos su discos de piano solo para embadurnarnos de su arte a base de bien. Aquí toca disfrutar de su talento inmenso como compositor y director de orquesta, algo que también merece la pena destacar.

Resumiendo, un disco esencial para entender otra de las múltiples habilidades de Monk. Una obra monumental en la que no solo podemos disfrutar del duelo en las alturas entre Coltrane y Hawkins, sino que no podemos perdernos tampoco la pegada brutal, como siempre, de Art Blakey a la batería o los momentos en los que Thelonious vuelve a dar sentido a todo con su piano. Momentos de coherencia en medio de un jolgorio puntuado aquí y allá por las interjecciones irrefrenables de los participantes. Un disco que se puede analizar, cómo no, pero que lo que pide a gritos es ser disfrutado sin más.

★★★★☆

A1 Abide With Me 0:54
A2 Well You Needn't 11:26
A3 Ruby, My Dear 5:26
B1 Off Minor 5:10
B2 Epistrophy 10:47
B3 Crepescule With Nellie 4:39

Total: 38:22

lunes, 25 de agosto de 2025

Piano x3

Thelonious (Thelonious Monk Trio, 1953)

HARD BOP. Thelonious Monk no se prodigó mucho en formato de trío, formación que solo empleó al principio de su carrera y con cuentagotas a partir de entonces. Una pena, ya que es en este entorno en el que más podemos apreciar su piano sin la distracción de unos vientos que acabarían llevando su música a otro nivel, no hay duda, pero al precio de asfixiar un poco el tintineo frágil y mágico del genio de Carolina del Norte.

De los discos que grabó con ese acompañamiento de contrabajo y batería este es el primero, su debut en diez pulgadas además, dejando al margen los recopilatorios. Una obra en la que podemos tratar de entender esa acusación que sufrió al principio de su carrera y que decía que no sabía tocar, que tenía dos manos izquierdas. Algo que en pleno siglo XXI, con el desarrollo de las vanguardias y con todo lo que ha pasado en el jazz y en la música en general, nos debe parecer sencillamente increíble. La técnica de Monk, por muy heterodoxa que sea, que lo es, por muy torpe que se nos quiera hacer, no oculta el carácter de una personalidad y una sensibilidad únicas, intransferibles y mucho más emocionantes que las de la mayoría de pianistas.

En resumen, veinticinco minutos escasos para aproximarse al arte primerizo de un Thelonious que ya había grabado a fuego su biblia para la posteridad en unas sesiones entre 1947 y 1952. Interpretaciones que incluiría en los dos volúmenes del seminal y catártico Genius of Modern Music (1951-52). La diferencia, como he recalcado ya, está en el protagonismo especial que cobran las teclas en este álbum. Por eso y para poder sentir la magia que invadió a grandes como Coleman Hawkins y Mary Lou Williams, algunos de sus defensores primerizos, se hace perentorio sumergirse en estas ocho composiciones. Más adelante superaría todo esto en términos de riesgo y fiereza, pero aquí tenemos una de esas piedras angulares capaces de sustentar una carrera tan rica y variada como la de Thelonious Monk, si no el mejor, seguro que el pianista más importante, radical y visionario de toda la historia del jazz.

★★★★☆

A1 Little Rootie Tootie 3:08
A2 Sweet and Lovely 3:36
A3 Bye-Ya 2:48
A4 Monk's Dream 3:07
B1 Trinkle, Tinkle 2:51
B2 These Foolish Things 2:48
B3 Bemesha Swing 3:11
B4 Reflections 2:50

Total: 24:19

Ejercicios de calentamiento para el alma

 

Título: El clave bien temperadoBWV 846-893
Título original: Das wohltemperierte Klavier, BWV 846-893
Autor: Johann Sebastian Bach
Año de composición: 1722-44
Género: Barroco / Preludios y fugas
 
 
Grabaciones de referencia: 
  • The Well-Tempered Clavier (Glenn Gould, 1963-71) ★★★★☆
 
      


Bach compuso este juego de preludios y fugas, aparte de como obra de arte con la que probarse como compositor, como libro de ejercicios tanto para estudiantes de piano (clavecín en su época) como entrenamiento para músicos más avezados. En sus 48 partes (o piezas), divididas en dos libros de 24 cada uno, trazó un atlas fastuoso sobre cómo enfrentarse al teclado y cómo sacar de él esas polifonías que siempre lo han hecho el instrumento definitivo para la música. Un manual de referencia para cualquiera que quiera ahondar en una formación musical clásica, pero también una influencia decisiva en el jazz. Hago esta comparación, algo osada, por las sensaciones tan similares que me provocan estas piezas y las improvisaciones de gente como Thelonious Monk o McCoy Tyner. Ese flujo irrefrenable, mareante y capaz de anegar todos tus sentidos es algo que aprecio en unas piezas que pueden ponerse dulces y parsimoniosas o desatarse en un pandemónium de notas en cascada que solo puedes engullir sin distinguir sabores ni texturas.
 
Un mamotreto matemático de una perfección y un equilibrio inmaculados que le va que ni pintado al pianista que elijo para introducirme en él. Glenn Gould ha sido uno de los grandes referentes a la hora de acercar la obra del alemán al gran público. Las excentricidades del intérprete canadiense unidas a su virtuosismo y su aproximación absolutamente heterodoxa a la interpretación pianística han logrado no solo popularizar una música tan inalcanzable para el populacho como la de Bach, sino que le ha sacado matices y colores que nadie antes había logrado. Aunque es más famoso por sus grabaciones de las Variaciones Goldberg (Johann Sebastian Bach, 1741), también hizo un trabajo mayúsculo con este Clave bien temperado. En él mantiene su técnica depurada en la que domina la claridad en la digitación, la limpieza entre notas y una emotividad a flor de piel en cada pulsación, por mucho que se le acuse o se aprecie su enfoque frío y analítico. Dicho de otra forma, por radiografiar a Bach como nadie. 
 
La prueba de toda esta expresividad está en el hecho de que el Preludio y Fuga en do mayor del Libro II de estas grabaciones haya sido escogido para formar parte del disco de oro que la NASA introdujo en la sonda Voyager en 1977 como mensaje para potenciales civilizaciones extraterrestres que pudieran encontrarlo.
 
Un mensaje de amor y paz que conecta a Bach, es decir a lo más espiritual del ser humano, con las estrellas a través de un intermediario tan especial como el maravilloso Glenn Gould. ¿Se puede pedir más?
 

 

 
Book I
1. Prelude and Fugue No. 1 in C major
2. Prelude and Fugue No. 2 in C minor
3. Prelude and Fugue No. 3 in C sharp major
4. Prelude and Fugue No. 4 in C sharp minor
5. Prelude and Fugue No. 5 in D major
6. Prelude and Fugue No. 6 in D minor
7. Prelude and Fugue No. 7 in E flat major
8. Prelude and Fugue No. 8 in E flat minor
9. Prelude and Fugue No. 9 in E major
10. Prelude and Fugue No. 10 in E minor
11. Prelude and Fugue No. 11 in F major
12. Prelude and Fugue No. 12 in F minor
13. Prelude and Fugue No. 13 in F sharp major
14. Prelude and Fugue No. 14 in F sharp minor
15. Prelude and Fugue No. 15 in G major
16. Prelude and Fugue No. 16 in G minor
17. Prelude and Fugue No. 17 in A flat major
18. Prelude and Fugue No. 18 in G sharp minor
19. Prelude and Fugue No. 19 in A major
20. Prelude and Fugue No. 20 in A minor
21. Prelude and Fugue No. 21 in B flat major
22. Prelude and Fugue No. 22 in B flat minor
23. Prelude and Fugue No. 23 in B major
24. Prelude and Fugue No. 24 in B minor
 
Book II
1. Prelude and Fugue No. 1 in C major
2. Prelude and Fugue No. 2 in C minor
3. Prelude and Fugue No. 3 in C sharp major
4. Prelude and Fugue No. 4 in C sharp minor
5. Prelude and Fugue No. 5 in D major
6. Prelude and Fugue No. 6 in D minor
7. Prelude and Fugue No. 7 in E flat major
8. Prelude and Fugue No. 8 in D sharp minor
9. Prelude and Fugue No. 9 in E major
10. Prelude and Fugue No. 10 in E minor
11. Prelude and Fugue No. 11 in F major
12. Prelude and Fugue No. 12 in F minor
13. Prelude and Fugue No. 13 in F sharp major
14. Prelude and Fugue No. 14 in F sharp minor
15. Prelude and Fugue No. 15 in G major
16. Prelude and Fugue No. 16 in G minor
17. Prelude and Fugue No. 17 in A flat major
18. Prelude and Fugue No. 18 in G sharp minor
19. Prelude and Fugue No. 19 in A major
20. Prelude and Fugue No. 20 in A minor
21. Prelude and Fugue No. 21 in B flat major
22. Prelude and Fugue No. 22 in B flat minor
23. Prelude and Fugue No. 23 in B major
24. Prelude and Fugue No. 24 in B minor  
 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Agua que abrasa

L'eau rouge (The Young Gods, 1989)

ROCK INDUSTRIAL. La banda de Friburgo se formó en 1985, bautizándose con un nombre que rendía homenaje al EP que Swans grabaron precisamente en Zúrich un año antes. Una conexión que te golpea de manera frontal en su música, entre lo industrial y la escuela de arte. Throbbing Gristle o sus vecinos geográficos Einstürzende Neubauten creo que también tienen bastante que decir en la amalgama viscosa y siderúrgica que conjuran estos jóvenes dioses. Y también, cómo no, compañeros de armas como Killing Joke o Ministry.

Sé que con esto no es suficiente para hacerse una idea clara de lo que suena en el segundo trabajo de los suizos, su unánime y descarnada obra magna. Un disco correoso y asesino en el que combinan lo metalúrgico con lo circense de una manera perversa y difícil de digerir a veces. Precisamente en el circo de los horrores comienzan con su apertura. "La fille de la mort", un tema extrañamente danzarín, aunque tenebroso, que acaba enturbiándose hasta hacerse irrespirable. Una pieza que sienta las bases, aunque para mí lo bueno del disco empieza con el segundo corte, una visceral y crudísima "Rue des tempêtes". Angustia y ardor que se prolonga en "L'eau rouge" y que estalla en la canción más acelerada y brutal del disco, su clásico "Longue route", quizás mi favorita.

Y así van avanzando, a espasmos, entre alaridos y con la respiración entrecortada. Y sin guitarras, como sus seguramente adorados Suicide. Lo que los emparenta con ellos y hace increíble que haya tanta flama y tanta crudeza en un álbum que es más rock que cualquier otro. "Crier les chiens", "Ville nôtre", "Les enfants", la miniatura de dark cabaret que es "Charlotte"... Definitivamente, ni puedo creerme que este grupo sea tan desconocido ni que puedan conjurar tanto con tan poco. Está claro, David Bowie ya lo sabía al crear Outside (1995) a partir de la obra de los suizos. No creo que se pueda añadir mucho más a eso.

★★★★☆

A1 La fille de la mort 7:58
A2 Rue des tempêtes 2:51 ✔
A3 L’eau rouge 4:20 ✔
A4 Charlotte 2:01 ✔
B1 Longue route 3:41 ✔
B2 Crier les chiens 3:15 ✔
B3 Ville nôtre 4:07 ✔
B4 Les enfants 5:33

Total: 33:46 

sábado, 16 de agosto de 2025

Confesiones con la tripa revuelta

Alta suciedad (Andrés Calamaro, 1997)

 
ROCK DE AUTOR. Se hace difícil hablar de un disco tan instalado en el imaginario popular. Todo el mundo debe tener una opinión muy clara al respecto de Alta suciedad. La mía, en cambio, se balancea con cada escucha. 
 
Musicalmente conseguido hasta decir basta, melódicamente tierno y sólido a partes iguales, es líricamente donde puede aplastarte o hacerte huir. Depende de la canción y de cómo te encuentres ese día, porque los ripios típicos del argentino no se han disuelto por completo. Si acaso se han reformado. De tanto verlos venir, estos nos parecen nuevos, pero en realidad el estilo poético de Calamaro está ahí en todo momento. Y esto, me temo, no siempre es una virtud. Las frases ingeniosas y las rimas forzadas aparecen, pero no ganan ni las unas ni las otras, sino que mantienen un equilibrio que le acaba dando un encanto indudable a esta obra.

No obstante, a pesar de todos estos peros, resulta impensable que esto no se considere una obra capital en la música cantada en español. Aun mirando con lupa la parte recitada de "Me arde" o la segunda mitad de "Nunca es igual", el primer disco de Calamaro tras Los Rodríguez triunfa. Cómo no hacerlo con joyas absolutas como "Alta suciedad", "Todo lo demás", "Loco", "Flaca", "Media Verónica", "Elvis está vivo" o esa maravilla llamada "Crímenes perfectos". Estamos ante un catálogo definitivo de dolores y amores. El auténtico pórtico de entrada a la obra de un artista esquivo y egocéntrico. Y por supuesto, aunque sea durante unos segundos... genial.
 
★★★★☆
 
1 Alta suciedad 4:27 ✔
2 Todo lo demás 2:50
3 Donde manda marinero 4:04
4 Loco 3:41
5 Flaca 4:47
6 ¿Quién asó la manteca? 4:25
7 Media verónica 3:37
8 El tercio de los sueños 3:54
9 Comida china 2:10
10 Elvis está vivo 3:00
11 Me arde 3:37
12 Crímenes perfectos 4:24
13 Nunca es igual 7:44
14 El novio del olvido 2:24
Total: 55:04 
Elvis, el amor, la crítica social (algo ambigua), los toros... Estos son algunos de los ingredientes de un disco que ya nos anuncia el caleidoscopio multicolor e inabarcable de un artista empeñado en ponerlo difícil. En parte porque él mismo es un caos indomable en el que no hay manera de poner orden. 
 
 
Lo de los toros es lo que más me sorprende de un tipo venido de fuera que parece buscar la integración forzosa en una sociedad que lo ha acogido con los brazos abiertos. Ni que decir que los años han acabado ofreciendo la auténtica imagen de un cantautor machista y conservador hasta las trancas. Ya lo intuíamos en estas canciones, pero o todos tenemos algo de eso o estamos dispuestos a pasarlo por alto.

DISCOS RELACIONADOS
 


jueves, 14 de agosto de 2025

¡Levantaos!

Arise (Sepultura, 1991)
 
 

THRASH METAL. El cuarto disco supuso un cénit para los brasileños, la depuración de sus poderes entre el death metal y el thrash, entre la jungla y la industrialización salvaje. Arise demuele los conceptos erigidos a base de velocidad y casi sinrazón en sus tres obras primigenias y construye con ellos una nueva biblia para el metal de finales de milenio. Con Beneath the Remains (1989) lo anunciaban de forma velada, con este te lo arrojan a la cara sin tapujos. Triunfan porque se dan cuenta de que no hay que dejarlo todo al albedrío de la galopada irracional y arman momentos inspirados de pausa y belleza en medio de todo su caos. Son mínimos, casi imperceptibles, pero unas cuerdas allí, una guitarra acústica allá, unas grabaciones ambientales acullá... Y oye, que esto parece ya otra cosa.

Son sólo detalles, lo sé. El corazón de este disco sigue siendo pedregoso y de una marcialidad totalmente indigesta. Sí, sutileza la justa. Guitarras de granito que aúllan, a veces, como internos de un psiquiátrico, y base rítmica rocosa. No hay resquicios de selva aquí, tan sólo algún que otro detalle. Una pena, aunque todavía se aprovechan cosas: el hardcore de "Arise", la invocación del apocalipsis en "Desperate Cry" o la enérgica "Altered State" conforman un esqueleto sólido y fuerte. Metallica, Motörhead, las dobles armonías de Iron Maiden o Judas Priest... Imperfección pegajosa que ni la peor producción del mundo podría hundir en el fango. Y eso que lo intenta, pero no, al final Arise es un cierre triunfal. El de una época que se iba a perder para siempre a la sombra de nuevos retos más aperturistas y suculentos. Punto y seguido.

★★★★☆

1 Arise 3:18 ✔
2 Dead Embryonic Cells 4:52
3 Desperate Cry 6:40
4 Murder 3:26
5 Subtraction 4:48
6 Altered State 6:33
7 Under Siege (Regnum Irae) 4:54
8 Meaningless Movements 4:40
9 Infected Voice 3:16

Total: 42:27

Este disco siempre me ha sabido a lo que mal llamamos Tercer Mundo. Siempre me ha provocado escalofríos el alarido que supone. Un grito capaz de helarte la médula espinal, porque no es un grito de auxilio, sino uno de reafirmación, de agrupamiento de tropas, de llamada a las armas. Un aullido deforme y abisal que clama contra la represión policial descontrolada, el hambre y la miseria de las favelas y la injusticia en todas sus formas.

Un disco que, a pesar de su sonido totalmente anglosajón, siempre me ha llevado de cabeza a Brasil, a su enormidad, a esa indigencia vestida de lujo, a esa podredumbre bien tapada por el dinero que lo hacen un país lleno de desigualdad, pero rico en tantas cosas que siempre va a estar entre esos lugares que podemos llamar especiales sin tapujos de ninguna clase. 

Será porque la banda nunca ha ocultado sus orígenes, sino que los ha aireado desde un orgullo más que militante. O será por el componente exótico que, se escape por los altavoces o no, yo no dejo de encontrar en las percusiones, en los pocos segundos en los que me dejan escuchar el bajo de Paulo Jr. y en un primitivismo que, ya sea en las guitarras o en la voz, no deja de olerme a selva y a una humedad relativa por las nubes.

viernes, 1 de agosto de 2025

La voz dormida

Título: let me tell you

Autor: Hans Abrahamsen

Año de composición: 2012-13

Género: Contemporánea vocal 

 

Grabaciones de referencia:

  • let me tell you (Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks / Andris Nelsons / Barbara Hannigan, 2016) ★★★★☆

 


let me tell you (sí, todo con minúsculas) es una obra del compositor danés Hans Abrahamsen, basada en el libro del mismo título publicado por Paul Griffiths en 2008. La obra se inscribe dentro de la música contemporánea y, al tratarse de una composición eminentemente vocal, fue escrita para una soprano, específicamente para Barbara Hannigan. El propio Griffiths escribió el libreto para adaptarlo a la música, lo que une a los dos autores a través de una obra de arte total en la que la literatura y la música se unen para crear una atmósfera taciturna, turbia y a la vez sanadora, con el tiempo como lienzo perfecto sobre el que desplegarse. Ya lo dice Griffiths en el libreto que adaptó para esta miniópera: ¿qué es la música si no tiempo?

En su obra, Griffiths utiliza las 481 palabras que Ofelia pronuncia en Hamlet (William Shakespeare, 1603), las reordena y crea con ellas una narración a base de monólogos introspectivos, citas y reflexiones a vuelapluma. Una forma original de presentarnos la personalidad de una Ofelia que siempre mereció más protagonismo a partir de una limitación que sirve para espolear la creatividad de un escritor en las antípodas de ese acomodo que suele castrar al artista.

Con estas constricciones ambos artesanos consiguen transmitir todo el empoderamiento que Ofelia no pudo expresar en la obra de  Shakespeare. En un canto a la elasticidad de la memoria y el tiempo. A los lugares de donde vienen nuestros recuerdos y al fluir infinito que los agita en nuestro interior. Eso en una primera parte para enmarcar. En la segunda, la cual empieza de manera sobrecogedora parece hablarnos desde el presente en un canto de amor incondicional a su amado, un Hamlet que le ha enseñado la música que surge del amor y la ha hecho pura luz. Una luz que le permite seguir adelante hasta en la muerte tal y como sugiere de manera sutil una tercera parte más meditativa y trágica. 

Abrahamsen, en definitiva, nos está ofreciendo su visión sobre lo que debería ser una ópera en el siglo XXI. Ideas concisas, aunque tremendamente evocadoras y poéticas, un desarrollo que apenas supera la media hora y una música expresiva y sugerente dentro de su abstracción. Algo a lo que podamos aproximarnos sin miedo en plena era digital, pero conservando el riesgo y la capacidad de sorpresa reservados para los más audaces. Y me refiero, por supuesto, al artista, pero también a un público que necesita de una predisposición y casi diría que una preparación previa bastante intensa antes de poder sentarse a disfrutar de una maravilla que, por mucho que me haya empeñado en diseccionar, no admite explicación alguna.

I Part
1 Let Me Tell You How It Was 3:50
2 O But Memory Is Not One But Many 2:50
3 There Was a Time, I Remember 5:58

II Part
4 Let Me Tell You How It Is 2:04
5 Now I Do Not Mind 6:13

III Part
6 I Know You Are There 1:00
7 I Will Go Out Now 10:44

Total: 32:39 

domingo, 27 de julio de 2025

La frontera azul

Ocean Songs (Dirty Three, 1998)

POST-FOLK ROCK. La prensa especializada califica esto como post-rock. Sin guitarras estridentes ni calma tormenta, se atreven a meterlo en el mismo saco que los discos de Godspeed You! Black Emperor o Mogwai. Y tiene su sentido, porque el cuarto álbum de la banda australiana está lleno se pasión y corazones en carne viva. Un disco tan vibrante y sustancial que no le hace falta distorsión ni cambios de dinámicas extremos para erizar cada milímetro de tu piel. Sin embargo, creo que dicho apelativo no define con precisión lo que hacen Dirty Three en este álbum.

Un violín, una guitarra y una batería forman la base espartana sobre la que el trío de Melbourne fabrica sus tonadas instrumentales. Le añaden algún piano y alguna melódica, pero poco o nada más para inventarse su versión de eso tan esquivo como es el folk australiano. Una música hecha de muchas cosas, de Irlanda a Escocia y de los cantos aborígenes a las bush ballads. En este disco domina claramente la influencia anglosajona, pero aunque en principio podría estar tocado por cualquier banda afincada en Dublín o en Londres, Warren Ellis y sus compinches le añaden un toque que solo ellos sabrán de dónde sacan y que hace que esto nos suene a su tierra por encima de todas las cosas.

Progresiones espectrales y cadencias paisajísticas que nos hablan de los infinitos espacios abiertos y del turbulento beso oceánico de la tierra de Oz. Música inmensa hecha desde la humildad más absoluta. Uno de esos poquísimos discos que te atrapan desde la primera escucha sin que sepas muy bien por qué. Porque no tiene ganchos facilones, no tiene estribillos relucientes ni nada que se asocie a eso que llamamos inmediatez. Es simplemente un flujo insistente, soñoliento e interminable, pero hecho con un amor y en un estado de gracia que lo hacen único. Algo tendrá que ver, una vez más, el grandioso Steve Albini, el cual se pone a los mandos en otra maravillosa producción a su nombre.

Especialmente intensas son las piezas más largas. Es en ellas, en "Authentic Celestial Music" y "Deep Waters", en las que el trío se vacía. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar maravillas atemporales y de emoción subyugante como "The Restless Waves", "Sea Above, Sky Below" o una "Sirena" que puede ser lo mejor que escuches en meses. Música etérea, música hecha para perdurar. Nunca me había encontrado algo tan opuesto a lo comercial y que, sin embargo, me resultara tan fácil disfrutar. Creo que ahí está la clave de una obra tan maravillosa como esta. Simplemente, no te vas a creer lo que te cuentan tus oídos, pero todo lo que sale de tus altavoces es verdad, y algo más de una hora después, seguro que te lo vas a poner otra vez. 

★★★★☆

1 Sirena 4:06
2 The Restless Waves 5:09 ✔
3 Distant Shore 5:50 ✔
4 Authentic Celestial Music 10:04 ✔
5 Backwards Voyager 4:34 ✔
6 Last Horse on the Sand 4:52 ✔
7 Sea Above, Sky Below 6:04 ✔
8 Black Tide 4:35 ✔
9 Deep Waters 16:27 ✔
10 Ends of the Earth 5:11 ✔

Total: 66:52

miércoles, 23 de julio de 2025

Vendiendo hasta a su madre

The Who Sell Out (The Who, 1967)

 

PSICODELIA CONCEPTUAL. Aquí es donde la cosa empieza a ponerse seria, con el que puede ser su disco más humorístico y sardónico. Con su primer álbum conceptual, pero ¡vaya concepto! Una parodia de las radios pirata de los 60 en el Reino Unido. Así, el disco se erige en trampantojo de una emisión radiofónica de cuarenta minutos, con sus anuncios y sus jingles, todo grabado por la banda. Con ello, Townshend pretendía clamar contra el comercialismo, aunque a la vez trataba de beneficiarse de él, ya que llegó a intentar vender los productos que parodiaban en el álbum.

Una crítica irónica y que más parece una excusa para dar enjundia al concepto vertebrador del álbum que un ataque feroz contra el sistema. En cualquier caso, una idea jugosa sobre la que montar un buen circo, tal y como hicieron aquí los Who. Porque, aunque todo parezca una broma, canciones de la talla de "Armenia City in the Sky", "Mary Ann With the Shaky Hand", "Odorono", "Tattoo" o "I Can See for Miles" son cosa muy seria. Simple y llanamente algunas de las mejores piezas que grabara el grupo en toda su historia.

La pena de todo esto radica, una vez más, en la incapacidad de extender toda esa gloria por todos los rincones del disco. A pesar de un comienzo tan fulgurante, mis ganas de premiar a un trabajo que iba como un cohete se ven frustradas en cuanto la banda se deja engullir por lo graciosete en el último tramo. Ahí las canciones ya no son tan rotundas. Algo que no impide que estemos ante un discazo inapelable, pero que no le deja subir ese escalón para tocar la gloria con las dos manos.

Sin embargo, centrándonos en lo que importa, me sigue pareciendo increíble cómo un álbum en el que se habla de la pena al ser rechazada en un casting por no usar el desodorante adecuado, de reafirmarse haciéndose un tatuaje o de cómo usar una crema antiacné puede resolver la vida de un adolescente puede estar tan bien hecho y sonar tan bien y tan importante. Ese es el secreto de esta genialidad de disco, que encuentra ese equilibrio entre lo populachero y la alta cultura. Un espacio que Pete Townshend siempre se empeñó en reivindicar porque era el que quería ocupar con su banda. Algo que consigue aquí como en ningún otro álbum haciendo música elaborada para hablar de cosas cotidianas. O usando esas cosas cotidianas para hacernos reflexionar sobre cosas más complejas e "importantes". Todo eso hicieron los londinenses en la que puede ser su primera obra de enjundia. ¿A que no lo parecía cuando te la pusiste por primera vez?

★★★★☆

A1 Armenia City in the Sky ✔
A2 Heinz Baked Beans
A3 Mary Ann With the Shaky Hand ✔
A4 Odorono ✔
A5 Tattoo ✔
A6 Our Love Was ✔
A7 I Can See for Miles ✔
B1 Can't Reach You ✔
B2 Medac
B3 Relax ✔
B4 Silas Stingy 
B5 Sunrise
B6 Rael (1 and 2) ✔ 

Total: 40 min.

Xxx 

DISCOS RELACIONADOS


 
 

Siénteme, cúrame

Tommy (The Who, 1969)

 

ÓPERA ROCK. La historia de Tommy, traumatizado tras presenciar algún evento traumático no aclarado, hasta el punto de quedar ciego, sordo y mudo, es una de esas enormidades que superan toda clasificación. Poco se puede añadir al tamaño mitológico de un disco que, sin embargo, peca de hipertrofia en lo musical y en el pretender pasar por filosofía una historia que en realidad no da para tamaños intelectualismos. Aquí ya se empezaba a vislumbrar el exceso de la mitad de los 70. Que nadie me malinterprete. La música aquí es monumental y está tocada como merece. Y precisamente por ello y por la ambición con la que se gestó este proyecto, no tengo dudas de que sobrevivirá a mil generaciones.

A pesar de que su barroquismo y su dispersión melódica lo han hecho siempre un pedrusco muy duro para mi oído, con las escuchas, y sobre todo con la lectura detenida de sus letras, me he dado cuenta de lo minucioso y lo detallista del trabajo de Pete Townshend y compañía. Detalles como ir revelando la historia poco a poco y de una manera no lineal ni directa, sino elusiva y oculta, ese viaje instrumental catártico que es "Underture" justo después del viaje alucinógeno al que someten a Tommy en "Acid Queen", lo prodigioso de una obertura y un cierre que ejercen de catalizadores perfectos para la narración que abrigan... Demasiados detalles como para pensar que esta obra es fruto del azar. Nada más lejos de la verdad y nada más poderoso para convencer al más contrario a las óperas rock. Sí, yo entre ellos, aunque ya recibí mi ración de humildad al tener que reconocer el valor de ese magnífico S.F. Sorrow (The Pretty Things, 1968), verdadero precursor de este Tommy, por mucho que lo niegue el señor Townshend.

La perfección estructural es tal que el disco se divide en dos volúmenes (es doble), porque es una ópera en dos actos. "Underture" cierra el primer acto y nos prepara para enfrentarnos al segundo y decisiva conclusión de la historia. Un acto en el que se nos revela en un giro brutal cómo Tommy se cura y se convierte en una figura mesiánica, líder de una secta o similar para acabar siendo rechazado y volviendo a suplicar como en una plegaria el ser escuchado, comprendido y amado. Un retorno a la matriz, al origen de la narración que nos habla de lo cíclico de la historia, de las muchas incomprensiones y desconexiones que podemos sufrir y provocar. Un canto al humanismo más íntimo y vulnerable, que es precisamente el corazón de una ópera rock inigualable. Una obra que no podrás ponerte a diario, pero que necesitas experimentar plenamente al menos una vez en la vida.

★★★★☆

A1 Overture 3:50 ✔
A2 It's a Boy 2:07
A3 1921 3:14 ✔
A4 Amazing Journey 3:25 ✔
A5 Sparks 3:45 ✔
A6 Eyesight to the Blind (The Hawker) 2:15 ✔
B1 Christmas 5:30 ✔
B2 Cousin Kevin 4:03 ✔
B3 The Acid Queen 3:31
B4 Underture 9:55 ✔

C1 Do You Think It's Alright? 0:24
C2 Fiddle About 1:26
C3 Pinball Wizard 3:50 ✔
C4 There's a Doctor 0:25
C5 Go to the Mirror! 3:50 ✔
C6 Tommy Can You Hear Me? 1:35
C7 Smash the Mirror 1:20
C8 Sensation 2:32
D1 Miracle Cure 0:10
D2 Sally Simpson 4:10 ✔
D3 I'm Free 2:40 ✔
D4 Welcome 4:30 ✔
D5 Tommy's Holiday Camp 0:57 ✔
D6 We're Not Gonna Take It 6:45 ✔

Total: 76:09

Las reacciones de los protagonistas han sido mixtas a lo largo de los años y contrastan entre el entusiasmo inicial y una visión más prosaica y severa al echar la vista atrás. En general, todos coinciden en que les dio una nueva voz, la que necesitaban en ese momento y que era una forma de dar seriedad a un rock que necesitaba salir de la frivolidad. 

Sin embargo, Entwistle afirma que el efecto del álbum era mucho más intenso y auténtico en vivo. No hay más que escuchar "I'm Free" en directo y se apreciará que el bajista no va desencaminado. Daltrey declaró que acabó harto de hacer de Tommy en las grabaciones y posteriores directos. Se tomó tan en serio al personaje que llegó a fagocitar su personalidad. Townshend, por su parte, mostraba un entusiasmo que rayaba la euforia al principio del proyecto, pero acabó afirmando que no quedó contento al 100% con el resultado. Él pretendía contar una historia como hacen en la ópera, pero sin abandonar el formato rock. Lo que quedó al final, afirmaba, fue una historia pesada contada de forma pesada... como si fuera literatura.

A todo esto hay que añadir la película que dirigió Ken Russell en 1975. Una experiencia psicodélica, teatral y provocadora, realmente alucinante y que no es para todos los paladares. El propio Roger Daltrey hizo de Tommy en la misma y la banda regrabó algunas canciones de su banda sonora.

DISCOS RELACIONADOS