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jueves, 11 de septiembre de 2025

Mi tesssoro

At Carnegie Hall (Thelonious Monk Quartet with John Coltrane, 2005) [DIRECTO]

 

HARD BOP. Antes de empezar a desentrañar este disco, habría que incidir en su carácter de tesoro fonográfico sin par. Y es que esta joya se mantuvo oculta en los archivos de la Biblioteca del Congreso, en Washington DC, casi cincuenta años hasta que fue descubierta y mostrada al público en 2005. 

Se trata de una grabación de 1957, momento en el que Coltrane formaba parte del cuarteto de Monk y tocaban juntos de manera habitual en lugares como el Five Spot Club. Momentos epifánicos entre el ya curtido pianista y el saxofonista emergente de los que apenas hay grabaciones y menos de esta calidad. En este caso se trata de un concierto que dieron el 29 de noviembre del año señalado, en una velada en la que tocaron varios artistas, como Billie Holiday, Dizzy Gillespie, Sonny Rollins o Ray Charles, entre otros. El cuarteto de Monk dio dos pases ese día y sí, como se pueden imaginar, ambos fueron espectaculares.

Ni que decir tiene que cuando galopan sin brida no hay manera de detenerlos. La manera en la que se escuchan, en la que desbarran en los solos... Esa forma tan personal y tan dinámica en la que estrujan el hard bop hasta hacerlo bebop siquiera por unos instantes para volver a la cooperación salvaje en una batalla en la que no pretenden tomar prisioneros es algo que se da muy pocas veces.

Sin embargo, a pesar de todos estos parabienes hacia su parte desaforada, donde realmente asestan una puñalada al corazón es en los momentos más líricos. Ahí es donde el poder de Coltrane se intuye infinito. Ahí es donde Monk se olvida de dirigir para disfrutar y hacernos flotar. Temas como "Monk's Mood" o "Crepuscule With Nellie" dan fe de todo el poder emocional de una banda que rebosa sentimiento en cada requiebro. La prueba de vida de una metamorfosis que llevaría a Coltrane a lo más alto con esas "sheets of sound" que lo cambiarían todo para él. Metamorfosis que encuentra en Monk al catalizador perfecto gracias a la confianza y al espacio que brinda al saxofonista.

Todo esto es lo que hace de esta grabación una pieza esencial en el catálogo de Thelonious Monk, pero también en el de John Coltrane. Y es que aquí se ve a la perfección la transición del saxofonista. Un cambio en su estilo instrumental, en el que empezó a apilar notas, con el que alcanzaría las cotas más altas de expresividad en la siguiente década. Sin duda, lo que había grabado Voice of America y dormía en la Biblioteca del Congreso era la ventana a una de las evoluciones más singulares, enigmáticas y definitivas de la música del siglo XX. El paso de Brilliant Corners a Blue Train. O dicho de otra manera, el salto del jazz moderno al jazz del futuro.

★★★★★

Early Show
1 Monk's Mood 7:52
2 Evidence 4:41
3 Crepuscule With Nellie 4:28
4 Nutty 5:03
5 Epistrophy 4:28
Late Show
6 Bye-Ya 6:31
7 Sweet and Lovely 9:34
8 Blue Monk 6:30
9 Epistrophy (Incomplete) 2:24

Total: 51:31 

sábado, 6 de septiembre de 2025

En el calor de la noche

Live at the It Club (Thelonious Monk, 1982) [DIRECTO]
 

HARD BOP. Aquí nos encontramos nada menos que a Thelonious en directo en plena época dorada de su cuarteto. Un tetraedro perfecto completado por Larry Gales al bajo, Ben Riley a la batería y Charlie Rouse al saxo tenor, para muchos su mejor colaborador y el que mejor ha entendido la música del pianista jamás. La grabación se produjo en el club angelino del título los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1964, en pleno Halloween.

Sin embargo, este disco doble, que se guardó en un cajón hasta 1982 causa más respeto y deleite que miedo. Salió tan solo unos meses después del fallecimiento de Monk. Por ello la coartada comercial puede verse entremezclada con el homenaje, aunque en este caso, será por lo bien que suena o por lo rotundo de sus interpretaciones, me voy a arrimar a lo segundo.

Hago esto basándome en esa máxima que me acompaña últimamente y es que un disco de jazz en directo tiene que tener algo especial que lo diferencie de las obras de estudio para hacerse necesario. Y este lo consigue. Tiene ese algo que va más allá de la frescura de tocar todos juntos o de sacar la toma íntegra de una vez sin repeticiones ni ensamblajes artificiales. Eso ya lo tienen muchos discos de estudio en los que el combo se microfonea y toca sin mayores preparativos. Aquí contamos con una elasticidad maravillosa en los solos que alarga las canciones de manera natural y nada forzada. Contamos con los tarareos y ánimos constantes tanto del público como de los propios músicos entre sí. Y por supuesto, el calor de la audiencia se percibe muy cerca de un cuarteto que cabalga en pos de un objetivo común en todo momento a pesar de sus divergencias e individualidades.

Luego está el repertorio. Clásico y soberbiamente seleccionado. Piezas especialmente preparadas para improvisar sin fin sobre ellas y así mostrar el momento de excelencia por el que pasaba un Thelonious en estado de gracia. Un momento estelar que era necesario mostrar al mundo para celebrar, como si de una corona de flores se tratase, tanta música y tanto amor como los que derramó el genio de Rocky Mount.

★★★★☆

A1 Blue Monk 7:30
A2 Well You Needn't 7:35
A3 'Round Midnight 6:35
B1 Rhythm-A-Ning 6:55
B2 Blues Five Spot (Five Spot Blues) 5:50
B3 Bemsha Swing 5:30

C1 Straight, No Chaser 4:30
C2 Nutty 7:35
C3 Evidence 5:45
D1 Misterioso 8:20
D2 Gallop's Gallop 5:15
D3 Ba-Lue Bolivar Ba-Lues-Are 6:25

Total: 77:45

Lo de este disco es muy curioso, aunque tampoco es algo nuevo. Para hacer que las gloriosas sesiones de ese Halloween de 1964 entraran en el vinilo doble al que iban destinadas, tuvieron que ser mutiladas de las más diversas formas. Por supuesto que se dejaron fuera temas, ocho para ser exactos, pero aparte de eso, los que incluyeron fueron descuartizados incluso en sus partes centrales. Con la excusa de ahorrar minutaje, acortaron interludios y partes, digamos, más repetitivas y poco eficientes para el oyente apresurado y con pocas ganas de detenerse en los detalles.

El resultado fue un disco poderoso y vitalista, casi mejor que la auténtica experiencia para según qué compradores, pero con un problema claro: no cuenta la verdad de la historia. Por eso, por mucho que sea más efectivo, que sus compradores adoren la calidez del sonido del vinilo lanzado por Columbia en el 82, para todos los entendidos (o casi), la edición canónica es la versión "Complete" que salió en los 90, con las primeras reediciones en CD del álbum.

No me he basado en ella exactamente para reseñar esta obra. Tampoco en el vinilo original. Mi experiencia auditiva sale de un disco que no existe y que incluye el listado de canciones del LP del 82 en la versión completa (sin mutilar) de la edición "Complete". Y ya esta colección, sin las canciones extra que sí que incluyó la edición restaurada, se va hasta la hora y tres cuartos en lugar de los menos de ochenta minutos del LP primitivo.

Por eso me ha dado más problemas poner una nota que siempre reservo para las versiones originales tal y como fueron concebidas en su momento. En este caso no me ha sido posible sumergirme en tales piezas, algo que a día de hoy es imposible si no tienes el vinilo de la época. Por tanto mi nota se basa en una versión que, siendo mejor, más completa y más fidedigna con lo que pasó aquella(s) noche(s), no es la edición original. Algo parecido a lo que pasa con el maravilloso Ellington at Newport (Duke Ellington, 1956). Y algo que, aunque no me guste hacer, ante las bondades de esta edición ampliada que queda para la historia, no me quita el sueño ni un poquito. Más que problema lo llamo celebración.

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jueves, 28 de agosto de 2025

Desbordándose sin freno

Misterioso (Thelonious Monk Quartet, 1958) [DIRECTO]

HARD BOP. Han pasado muchos años desde la publicación de este disco, el primero que capturaba a Thelonious Monk en directo, concretamente en el Five Spot Café, mítico local de jazz activo durante los años 50 y 60 del siglo pasado. Su importancia histórica, por tanto, queda fuera de toda duda. No así su calidad, cuestión que enfrenta a los aficionados desde su edición.

El problema parece estar en la interpretación de Johnny Griffin, saxo tenor de reputado prestigio, que aquí suelta sus típicas cascadas de notas sin esfuerzo pero también sin mesura. Para unos, la interacción con Monk, aunque poco fluida, genera una tensión más que interesante. Para otros, la cosa no fluye como debería, sensación que se ve potenciada por la portentosa interpretación de un Thelonious en estado de gracia. Eso unido a lo bien que el álbum captura el ambiente de club, tan difícil de apreciar en otras obras, les es suficiente como para encumbrarlo.

Personalmente, será por mi falta de conocimientos profundos respecto al jazz, me parece una actuación muy correcta en todos los sentidos. Sí que percibo una cierta falta de garra y una anemia en el saxo en ciertos momentos que requieren algo más de personalidad (en "Let's Cool One", por ejemplo), pero por lo demás no diría que estamos ante un mal disco. Que no me enamora en su conjunto como sí lo hace un Monk que me gana del todo en esa preciosa y resquebrajada rendición de "Just a Gigolo", pues también es cierto, pero por lo demás creo que es un disco bastante disfrutable, si bien lo veo un poco por debajo del estándar sobresaliente del pianista.

★★★☆☆

A1 Nutty 5:15
A2 Blues Five Spot 8:06
A3 Let's Cool One 9:14
B1 In Walked Bud 11:22
B2 Just a Gigolo 2:03
B3 Misterioso 10:50

Total: 46:50

La relación entre el jazz y la alta cultura se empezaba a cocer en esos años. No fue siempre así. En sus primeros momentos era una música asociada a las clases populares y más concretamente a la comunidad afroamericana. El swing de los años 20 y 30, por su parte, apelaba a la juventud con ganas de juerga. Con los años, sin embargo, fue ganando ese aire de sofisticación y elegancia como de producto pensado para ser degustado por los más cultivados del lugar.

Los seguidores de Thelonious Monk eran un público que se circunscribía en buena parte en esas coordenadas. De ahí que la discográfica buscara potenciar la asociación y mejorar sus ventas envolviendo el disco con un cuadro de Giorgio de Chirico, concretamente The Seer (1914-15). Nada de fragmentos, motivos, recreaciones o alusiones. El cuadro puro y duro en toda su plenitud y a volver loca a la intelligentsia del momento.

sábado, 16 de agosto de 2025

Recordando glorias pasadas

Live at the Royal Albert Hall (The Who, 2003) [DIRECTO]

ROCK. Los Who se reúnen por penúltima vez para celebrarse en una de las últimas actuaciones en las que contaron con un John Entwistle que fallecería en 2002, apenas dos años después de este concierto en el mítico Royal Albert Hall londinense. Una celebración que a priori tendría poco de censurable. Siempre hay ganas de ver a tus ídolos recordar los viejos tiempos, y a los Who, da igual la edad que tengan, siempre se les presupone una calidad en directo muy superior a la media.

Todo esto se cumple. Ejecuciones pulcras y técnica depurada, aunque también hay una cierta frialdad y hasta anemia a la hora de contagiar sus grandes éxitos. Sobre todo en una segunda parte acústica que peca de muy entrañable y poco infecciosa. Eso unido al inevitable desfile de invitados ilustres hacen del concierto un festival nostálgico de primer orden y una presentación en la que el arte pasa a un segundo plano. Largos parlamentos introductorios y explicativos por parte de Pete Townshend y Roger Daltrey redondean un evento en el que el bostezo aparece más de lo previsto y deseado.

Tampoco es que les fallen las fuerzas a los tres supervivientes y sus mercenarios de rigor. También saben emplearse a fondo en los momentos más rocosos, pero está claro que a estas dos horas y media les falta continuidad. Y si, como yo, encuentran tedioso enfrentarse a un minutaje tan inabordable, prueben con lo que le hacen a "The Kids Are Alright" y "Magic Bus". Si sobreviven a ambas rendiciones sin mucha queja, estarán listos para afrontar el viaje completo. Si por el contrario les chocan por su apatía o por una reformulación que las convierte en ese más de lo mismo que las versiones originales siempre habían esquivado, háganme caso y déjenlo ahí. Aun siendo los Who y aun teniendo su gracia, hay demasiados discos en directo a su nombre para disfrutarlos a tumba abierta como para perder nuestro tiempo con este.

★★☆☆☆

1.1 I Can't Explain 2:51
1.2 Anyway, Anyhow, Anywhere 4:33
1.3 Pinball Wizard 3:44
1.4 Relay 8:14
1.5 My Wife 6:38
1.6 The Kids Are Alright 6:12
1.7 Mary Anne With the Shaky Hand 4:12
1.8 Bargain 6:52
1.9 Magic Bus 10:05
1.10 Who Are You 7:05
1.11 Baba O Riley 5:48

2.1 Drowned 6:38
2.2 Heart to Hang on To 4:41
2.3 So Sad About Us 3:19
2.4 I'm One 2:51
2.5 Getting in Tune 6:21
2.6 Behind Blue Eyes 3:48
2.7 You Better You Bet 5:46
2.8 The Real Me 5:27
2.9 5:15 11:40
2.10 Won't Get Fooled Again 9:12
2.11 Substitute 3:20
2.12 Let's See Action 5:15
2.13 My Generation 5:30
2.14 See Me, Feel Me / Listening to You 5:04

Total: 145:06

viernes, 25 de julio de 2025

La banda que destruyó el escenario

Live at Leeds (The Who, 1970) [DIRECTO]

 

MAXIMUM R&B! Ya fuera para tonificar su carrera, por descansar de esa ópera rock extenuante que fue Tommy (1969) o por dar un nuevo golpe en la mesa no sea que el público se fuera a olvidar de ellos, The Who perseguían con avidez la idea del disco en directo en los meses postreros del 69. Las toneladas de grabaciones de la gira del álbum mencionado no parecían satisfacerles, o simplemente el bueno de Pete Townshend no encontró las fuerzas para enfrentarse a horas y horas de conciertos a la hora de seleccionar lo mejor de los mismos.

Por todo esto, decidieron reservar un par de fechas en recintos más pequeños para tratar de capturar el salvajismo de sus actuaciones, auténticas conflagraciones en las que se inmolaban con el propósito de convertirse en el mejor grupo en vivo del planeta. Para ello lo prepararon todo para registrar el momento los días 14 y 15 de febrero de 1970. El primer concierto sería en la Universidad de Leeds y el segundo en Hull. Finalmente, por cuestiones técnicas, solo pudieron aprovechar las cintas de la primera cita, la cual quedó inmortalizada en los seis temas de un disco memorable.

Un álbum inolvidable por lo fresco, lo crudo y lo pantagruélico de su sonido, su interpretación, la interacción de todos los instrumentos, el espacio que dejaban para la elasticidad de la improvisación y el ejemplo imborrable que significó a la hora de estudiar lo que es tocar a la vez que se escucha al compañero, callarse, atacar, complementar y siempre sumar en una conjunción sencillamente irrepetible. Toda esta sinergia, este fluir, este subrayar está en los coros, en los diálogos entre base rítmica y guitarra, entre la base rítmica entre sí, entre la melodía de la voz de Roger Daltrey y la del bajo de John Entwistle, en la pirotecnia irrefrenable de un Keith Moon para el que no hay palabras... En tantas cosas y todas tan gigantescas, que es imposible no enamorarse de los Who con este disco.

Con los años fueron saliendo ediciones completas de lo que se tocó en Leeds esa noche. Ediciones a las que no les falta detalle y que glosan un momento que nunca nos cansaremos de revivir. Y todas cumplen su función con gracia, pero ninguna llega a igualar estas seis canciones, su capacidad adictiva, la compresión en menos de cuarenta minutos de toda la rabia, la épica y el precioso artificio que define al circo del rock and roll. Un circo rutilante y eléctrico, salvaje y angelical. Acusaciones de las que abre acta y dicta sentencia uno de los mejores registros en directo de toda nuestra vida.

★★★★★

A1 Young Man Blues 4:45 ✔
A2 Substitute 2:05 ✔
A3 Summertime Blues 3:22 ✔
A4 Shakin' All Over 4:15 ✔
B1 My Generation 14:27 ✔
B2 The Magic Bus 7:30 ✔

Total: 36:24

The Who fueron los primeros artistas conocidos que destruyeron sus instrumentos en directo. No es este un dato aleatorio ni una suposición. El mismo libro Guinness de lo recoge. Según parece, todo empezó en 1964, cuando Pete Townshend rompió accidentalmente el cuello de su Rickenbacker al golpearla involuntariamente con el techo del local. Ni corto ni perezoso aprovechó la coyuntura para acabar de destrozarla a golpes. Este suceso se convertiría en ritual en los siguientes bolos. Un momento catártico al que se uniría Keith Moon para hacer lo propio con su batería y en el que no solo los instrumentos sufrirían, sino que también había su ración de violencia para los amplis, micros y demás.

 

Todo esto fue imitado a posteriori por multitud de artistas, de Hendrix a Nirvana, pero los auténticos instigadores de este pandemónium fueron los Who, y más concretamente, Pete Townshend.  

sábado, 19 de julio de 2025

El olor pestilente de la venganza

Live at Last (Black Sabbath, 1980)

HEAVY BLUES DE CATACUMBA. Este disco salió sin el permiso de la banda. Aunque habían estado tonteando con la idea del álbum en directo hasta el punto de realizar unas grabaciones en 1973 para lanzarlo, no quedaron conformes con los resultados y estos registros quedaron archivados. Tras despedir a su mánager, Patrick Meehan a finales de los 70, entablaron una lucha judicial por sentirse estafados durante su gestión. Ya fuera por venganza o como una manera de sacar tajada, o por los dos motivos, Meehan, que tenía los derechos sobre estas grabaciones, lanzó este directo sin el consentimiento de la banda.

Como podrán imaginar, con todos estos preliminares, la cosa no podía resultar muy exitosa desde el punto de vista artístico. Todo ese apresuramiento, que la banda no supervisara el lanzamiento y que se tratara de tomas que no habían pasado el filtro de calidad en su momento eran cuestiones que no auguraban nada bueno. Y sí, efectivamente, el disco es una decepción en toda regla. Un constructo en el que duele ver impreso el nombre de Black Sabbath. Como duele que en los créditos le endosen las voces a un tal Ossie [sic.] Osbourne. Parece que el rencor de Meehan no tenía límites.

En este despropósito, las canciones suenan desafinadas por momentos, y no me refiero solamente a Ozzy, y buena parte de ellas no tiene la fuerza que podíamos esperar de los de Birmingham. Estos no es que no suenen en forma, porque la verdad es que defienden el material con solvencia, pero está claro que no fueron las mejores noches de su carrera. Es lo que pasa cuando te empeñas en sacar lo que tienes disponible sin posibilidad de elegir o mejorarlo. Hay quien además se queja del repertorio, con ausencias mayúsculas, aunque no les doy la razón ahí. Al fin y al cabo, Sabbath aquí estaban en la gira de presentación de Vol 4 (1972), así que es normal que dominen los temas de dicho álbum en detrimento de algún que otro clásico que nunca puede faltar.

Aun así, tampoco puedo decir que la selección de temas no acabe afectando a la impresión que nos llevamos de Live at Last. Un disco que no debió salir nunca, por mucho que los fans acabáramos saciando nuestra curiosidad con temas gloriosos de esa primera etapa de la banda con Ozzy, la única culpable de que hayan entrado en los anales de la historia. El grupo contestaría un par de años después con Live Evil (1982), ya con Ronnie James Dio y sin Bill Ward. Según los supervivientes, su primer directo oficial, pero lo cierto es que, por mucho que critiquemos la maniobra de Meehan, en este al menos tenemos a los cuatro magníficos. Algo que se nota sobremanera y que hace que podamos pasar por alto parte de sus taras. No todas, por supuesto, pero quizás sí las suficientes como para no tirarlo a la basura.

★★☆☆☆

A1 Tomorrow's Dream 3:10
A2 Sweet Leaf 5:27
A3 Killing Yourself to Live 5:28
A4 Cornucopia 3:57 ✔
A5 Snowblind 4:47 ✔
A6 Children of the Grave 4:31 ✔
B1 War Pigs 7:37 
B2 Wicked World 18:44 ✔
B3 Paranoid 3:23

Total length: 57:04

lunes, 23 de junio de 2025

El que tuvo... ¿retuvo?

Live MCMXCIII (The Velvet Underground, 1993) [DIRECTO]

ROCK. “We could have done anything we wanted, We could have stood on our heads.” (John Cale sobre la reunión de The Velvet Underground).

Plátano metalizado y terciopelo azul en la portada. Elegancia y clase, algo que nunca ha sido lo mejor para definir a The Velvet Underground. "Aquí estamos 28 años después…", dice Lou en "Velvet Nursery Rhyme", y la pregunta que surge de inmediato es, ¿para qué? Cualquier motivo que den me parecerá, cuando menos, sospechoso. Máxime cuando me hundo en la escucha y compruebo que los augurios de la portada iban a ser más ciertos de lo que imaginaba. 

El hecho de que se atrevan con "The Gift" o "Black Angel's Death Song" ya choca. No son canciones de directo, pero sorprenden para bien. Si no fuera por esas palmas con las que el público jalea la coda de la primera canción, lo cual se convierte para mí en uno de los momentos más raros e incómodos de la música grabada. Al fin y al cabo, "The Gift" no deja de ser literatura de la buena. La historia de Waldo Jeffers, el cual, al no poder pagarse un billete de avión para ver a su novia, decide empaquetarse a sí mismo y enviarse por correo para ser finalmente atravesado por unas tijeras en el momento en el que su amada trata de abrir la caja. Un cuento terrorífico que es más una pieza de museo que carne de bulla y charanga. Un error en toda regla que la desempolven para este evento, creo yo.

Sí que me gusta, por ejemplo, cómo transforman "Venus in Furs" en una pieza más decadente aún a partir de un cansancio melancólico que le quita perversión pero de alguna forma la renueva. Algo que no puedo decir de una "Beginning to See the Light" que no tiene nombre por el destrozo vocal al que la somete Lou. Las improvisaciones de "Some Kinda Love" y "Hey Mr. Rain" tienen más miga y nos dejan ver de refilón el espíritu aventurero olvidado hace décadas. Pero poco más salvaría de un disco en el que Lou Reed canta las canciones como si las hubiera compuesto en su carrera en solitario (como le da la gana) y casi todos se van pasando el micro como en un tributo a viejas glorias. Así, toda la delicia de una música que fue nueva se reduce a rock and roll directo y a la encía. Lo que me hace preguntarme constantemente si eran estos los músicos que nos erizaron el vello más de una vez.

Que está claro que sí lo eran. En el apartado instrumental he de decir que están soberbios. John Cale con todo lo que toca, Sterling Morrison al bajo y la guitarra eléctrica, Moe Tucker percutiendo con un oficio y una perfección inigualables y Lou concentrado y entregado a unos solos que a veces se le van de las manos. Pero ese es nuestro Lou y por eso lo queremos tanto. Un ego inconmensurable que es el ingrediente principal de este plato en el que conviven el morbo y la nostalgia. Y el morbo no es bueno, pero es que vence la nostalgia, y esa es peor. Que se lo digan a Cale. Una palabra que difícilmente casa con el grupo más transgresor, influyente y personal que haya existido jamás. 

Estas dos horas largas casi consiguen cargarse una reputación. La Velvet nunca fue un grupo de estadio y resulta difícil explicarle eso al que escuche este disco. Y reconozco que me hubiera encantado verlos, aunque fuera en este show. Si se hubiera quedado ahí, sería un momento efímero, un recuerdo para el espectador. Lo malo es que, al quedar grabado, queda también expuesto a la opinión del respetable, y no, no me gusta esta sombra, este pálido reflejo, esta comercialización banal, este apresamiento en lata de lo que una vez fue libre y salvaje. Siento decirlo, pero he aquí la prueba irrefutable de que todo tiempo pasado siempre fue mejor.

★★☆☆☆

1.1 We're Gonna Have a Real Good Time Together 3:14
1.2 Venus in Furs 5:19 ✔
1.3 Guess I'm Falling in Love 3:08 ✔
1.4 Afterhours 2:41 ✔
1.5 All Tomorrow's Parties 6:36
1.6 Some Kinda Love 9:06 ✔
1.7 I'll Be Your Mirror 3:06
1.8 Beginning to See the Light 4:59
1.9 The Gift 10:33
1.10 I Heard Her Call My Name 4:37 ✔
1.11 Femme Fatale 3:23 ✔

2.1 Hey Mr. Rain 15:42 ✔
2.2 Sweet Jane 5:21
2.3 Velvet Nursery Rhyme 1:31
2.4 White Light / White Heat 4:21 ✔
2.5 I'm Sticking With You 3:23
2.6 Black Angel's Death Song 4:12 ✔
2.7 Rock 'n' Roll 6:13 ✔
2.8 I Can't Stand It 4:21
2.9 I'm Waiting for the Man 5:15
2.10 Heroin 9:59 ✔
2.11 Pale Blue Eyes 6:14 ✔
2.12 Coyote 5:25

Total: 128:39

Ese dulce estertor

 
Live at Max's Kansas City (The Velvet Underground, 1972) [DIRECTO]
 
ROCK. Estamos ante la grabación, hecha de mala manera con una sencilla grabadora portátil, del último concierto de The Velvet Underground con Lou Reed. Un documento tan fresco y tan espontáneo que bascula entre lo innecesario y lo absolutamente esencial si quieres entender a una banda como esta en profundidad y plenitud. El momento de los hechos se sitúa en el 23 de agosto de 1970 y el lugar es el mítico club y restaurante neoyorquino Max's Kansas City.
 
Con todo esto en mente, lo primero que pensamos es que la calidad de sonido debe ser infame, y sí, muy buena no es, pero de alguna forma, en ediciones posteriores, se ha conseguido un producto totalmente audible y bastante bueno dadas las circunstancias. Lo segundo que podemos pensar es que nos vamos a encontrar a una banda desastrosa, reflejo del momento de descomposición que sufrían en esos momentos, pero no, al contrario, la Velvet está viva y coleando y ofrece un show vibrante e intenso. Una despedida digna para un Reed que probablemente ya sabía que este era su último baile con sus compañeros.
 
Compañeros como Doug Yule (bajo y voz), Sterling Morrison (guitarra y coros) y un Billy Yule (batería), hermano pequeño de Doug, que sustituía a Maureen Tucker, de baja por el embarazo de su primer hijo. Precisamente la incorporación del batería es la que le da un sonido totalmente diferente al grupo, sustituyendo la rítmica cardiaca y metronómica de Tucker por unas progresiones mucho más dinámicas y complejas. Algo que sorprende e impacta pero que también aleja a la banda de su esencia más íntima y personal. Sinceramente, creo que en esta zambullida en el rock más ortodoxo pierden más que ganan, pero es solo mi opinión, porque no puedo decir que la banda suene mal ni mucho menos.
 
En resumidas cuentas, un registro que satisfará al fan más exigente, pero que no tengo claro que sea capaz de llegar más allá para superar su condición de documento, de fe de vida de los últimos momentos valiosos de la mejor banda del planeta.
★★★☆☆
 
A1 I'm Waiting for the Man 4:00
A2 Sweet Jane 4:52
A3 Lonesome Cowboy Bill 3:41
A4 Beginning to See the Light 5:00
B1 I'll Be Your Mirror 1:55 ✔
B2 Pale Blue Eyes 5:38
B3 Sunday Morning 2:43 ✔
B4 New Age 5:58
B5 Femme Fatale 2:29
B6 After Hours 2:05 
 
Total: 38:21
 
 

1969 Velvet Underground Live With Lou Reed (The Velvet Underground, 1974) [DIRECTO]

 

ROCK. Con cuatro discos, más ese Squeeze (1973) que Doug Yule se sacó de la manga, había ganas de Velvet Underground. Así las obras que hurgaban en su material inédito se sucedían sin remisión para gozo y disfrute de su entonces escueta pero fanática legión de acólitos. Aquí tenemos este disco doble, el cual recoge un directo del año mencionado en el título grabado entre el End of Cole Ave. en Dallas y The Matrix en San Francisco. El sonido no es perfecto, pero esto no hace más que ayudar al aura del grupo, porque bien escuchado este es más que decente. 

Un directo de la segunda etapa de la banda en el que se les ve magníficos en plena ceremonia tensa y poderosamente rítmica. Una celebración de sus mejores temas, con dominio de sus dos últimos álbumes y con alguna que otra rareza. Todo un festín que satisfará incluso al más fanático de John Cale, el gran ausente. Y es que hay demasiados motivos para amar este disco. Esa cadenciosa y casi arrastrada "Waiting for the Man", que nos hace arquear la ceja hasta que la comprendemos y no podemos desengancharnos de ella. Esa "What Goes On", que cabalga y cabalga durante casi nueve minutazos de gozada absoluta. La que puede ser la versión definitiva de una "Ocean", que no podíamos encontrar en sus discos de estudio. Un descarte de lujo asiático que hace que también nos cueste meternos en una "Heroin", que no es como nos esperábamos, pero que acaba siendo justo lo que necesitábamos. O ese rock and roll en estado puro que con Cale estaba prohibido pero que demuestran saber hacer como nadie ("Sweet Bonnie Brown / It's Just Too Much").

Demasiados motivos como para no claudicar por mucho que lo tuyo no sean los directos. Aquí no solo podemos disfrutar de la evolución de la banda y comprenderla en su plenitud. También podemos intuir los pasos de un Lou Reed que ya pensaba en volar solo. Sí, este disco siempre me ha parecido el prólogo perfecto de Rock n Roll Animal (1974). Es cierto que hay una distancia de un lustro entre ambas grabaciones. Es cierto que los arreglos tienen poco que ver y que la actitud del segundo es mucho más rockista que la del primero, llegando a acercarse al hard rock, pero no puedo evitar sentir una conexión mística entre ambas obras. Será el espíritu, será el repertorio o será el detectar que Lou ya estaba más que decidido a hacer lo que mejor se le ha dado siempre: dicho educadamente, lo que le salía del alma.

☆★★★★

✔ A1 Waiting for My Man 7:00
✔ A2 Lisa Says 5:46
✔ A3 What Goes On 8:47
✔ A4 Sweet Jane 3:58
✔ B1 We're Gonna Have a Real Good Time Together 3:12
B2 Femme Fatale 3:01
B3 New Age 6:31
✔ B4 Rock and Roll 6:00
✔ B5 Beginning to See the Light 5:26

✔ C1 Ocean 10:46
✔ C2 Pale Blue Eyes 5:50
✔ C3 Heroin 9:42
✔ D1 Some Kinda Love 4:44
✔ D2 Over You 2:15
✔ D3 Sweet Bonnie Brown / It's Just Too Much 7:50
✔ D4 White Light / White Heat 8:32
D5 I'll Be Your Mirror 2:17

Total: 101:37 

Xxx 

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sábado, 22 de marzo de 2025

Trigo limpio

PSM Festival (VV. AA., 2012) [DIRECTO] 

HOMENAJE POP. Lo mejor que se puede decir de este homenaje a Pedro San Martín, bajista y compositor de La Buena Vida, es que es oportuno. No se trata de una excusa mercantilista, porque es sincero, es sentido y es totalmente desinteresado. El disco acompaña a la revista Rockdelux de julio y agosto de 2012 y es un extracto del concierto celebrado en el Primavera Sound de ese año.

Un escalofrío recorre buena parte de las interpretaciones de un temario antológico y de hermosura intachable. El disco es bellísimo con todas sus imperfecciones, que son muchas, y que suman de alguna manera al aliento entrecortado de un pop sencillo, elegante y mortíferamente cardiaco. Eso sí, también restan a la hora de que esto se pueda exportar a aficionados totalmente ajenos a la banda donostiarra. 

Con estas, si hubiera que destacar los momentos que más me han impactado, tendría que mencionar muchos. Seleccionaré, no obstante, el arranque doble con "Tormenta en la mañana de la vida" en dos versiones casi opuestas por parte de Tórtel y Rafael Berrio. Sin maravillarme la del último, tampoco puedo decir que importe demasiado que poco después nos la vuelvan a presentar Los Planetas con elegancia y sobriedad. J repite con el Grupo de Expertos... y un "Calles y avenidas" de órdago. Sr. Chinarro se adueña con un nudo en la garganta de "La calle del Carmen". Fernando Alfaro & Joaquín Pascual reavivan el espíritu de Surfin' Bichos arrimando "Blues por Charlie" al ascua de Bob Dylan. Nacho Vegas & Bea Nosoträsh llevan al terreno del primero un "Trigo limpio" seco y emotivo. Y por supuesto, no querría olvidar mi favorita, el fluido viscoso en el que Triángulo de Amor Bizarro convierten "Magnesia" , amplificándola a base de noise oceánico.

Y para el final, abro apartado nuevo para destacar tres momentos especialmente sentidos. El primero correspondería a la canción expresamente compuesta para Pedro por parte de Ama. Este grupo, compuesto por ex-componentes de La Buena Vida, ofrece un panegírico tremendo, que no por apresurado, ingenuo o deshilachado pierde un ápice de su verdad. Se nota que un temblor recorre la sala y la voz del cantante durante su interpretación. El segundo sería el cierre con la subida al escenario de ese grupo imaginado que se hizo llamar Sgt. Peter's Apolo Hearts Club Band. La banda se nutría de componentes de La Buena Vida de todas sus épocas y ejecutó con más elegancia y solvencia que precisión el recuerdo a su bajista fallecido a través de tres temas del disco Hallelujah! (2001). Faltó Irantzu Valencia, y se notó, aunque según parece, estuvo entre el público. 

Por último, y esto sí que es inapelable, habría que destacar el dueto grabado en estudio que cierra el disco como tema extra. Rosa Martí, viuda de Pedro, y Rafael Berrio se entregan a fondo en una sensacional toma acústica y con cuerdas de "Guillermine". Perfecto colofón, en el reverso de ese "Palabras para Julia" de Paco Ibáñez, para una celebración gloriosa y merecida en honor a un músico irrepetible. No deja de ser una lástima la terrible imperfección y las infinitas desafinaciones que se escapan de muchas de estas gargantas, aunque todo eso siempre ha formado parte del espíritu recoleto y hogareño de la banda de Pedro. Para todos los que lo conocieron, un auténtico amante de la música. Sinceramente, no creo que esas minucias hubieran podido nunca limar su disfrute ni una micra.

★★★☆☆

1 Tórtel - Tormenta en la mañana de la vida ✔
2 Rafael Berrio - Tormenta en la mañana de la vida
3 Nosoträsh en la Playa - HH:MM:SS
4 Clovis - Matinée
5 Sr. Chinarro - La calle del Carmen
6 Grupo de Expertos Solynieve - Calles y avenidas
7 Ama - Pedro I el Grande
8 Fernando Alfaro & Joaquín Pascual - Blues por Charlie
9 Nacho Vegas & Bea Nosoträsh - Trigo limpio
10 Lori Meyers - Segundas partes
11 Triángulo de Amor Bizarro - Magnesia
12 Los Planetas - Tormenta en la mañana de la vida
13 Ellos - Los planetas
14 Sgt. Peter's Apolo Hearts Club Band - Los vientos
15 Sgt. Peter's Apolo Hearts Club Band - Solo tienes lo que das
16 Sgt. Peter's Apolo Hearts Club Band - Trigo limpio
17 Rosa Martí & Rafael Berrio - Guillermine (Bonus Track)

Total: 78 min.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Y a la yugular

Directo a los cojones (La Banda Trapera del Río, 1994) [DIRECTO]

ROCK DE ALCANTARILLA. Para aprovechar la inercia de las reediciones con las que Divucsa revivió el cadáver putrefacto de la banda más cruda, violenta y salvaje que haya pisado los escenarios de este país, Munster Records publicó este directo que da fe, sin ornamentos ni oropel alguno, de los conciertos de su gira de reunión de principios de los 90. Un documento que nos muestra a una banda inflamada y más sanguinaria que nunca. Y es que aunque todo lo que he dicho arriba haya sonado a ocasión para que los abueletes nos cuenten sus batallitas, los componentes del grupo estaban en los treinta y pico años en este momento. Claro, que ya habían vivido lo que muchos no viviríamos ni en tres vidas.

Estaba claro que había que aprovechar la inercia de la que hablaba arriba. Será por eso, por el entusiasmo de reencontrarse con lo que más les gustaba hacer o por todo junto, que suenan con una rabia absolutamente aniquiladora. Una rabia que deja en una minucia incluso la mala calidad de sonido con la que se registró el álbum. Especialmente notoria es la agresividad suicida con la que se emplea un Morfi Grei que parece que se va a inmolar en cada sílaba. Algo que empieza apabullando para ir asentándose y haciéndose, si no molesto, sí algo artificioso.

Un artificio que puede surgir en nuestra mente ante la repetición de una fórmula que para nada es artificial. Dudar de la autenticidad de cada cosa que haya hecho la Trapera es de ignorantes. Aquí, como en cualquier otro disco u otro concierto de la banda, no hay nada impostado, no hay nada planeado ni hay maquillaje alguno. Eso, que otros buscan para hacer méritos aunque no vaya con ellos, es algo inherente a una banda que nunca entendió que la música pudiera estar separada de la vida. Y su vida fue todo lo que suena aquí: dura, cruda, salvaje, llena de adicciones, de luces estroboscópicas y de sombras alargadas como la noche más negra. Un auténtico paseo por el abismo que queda certificado con este disco, puede que no tan esencial, pero igualmente oportuno y... eso, lo que dice el título.

★★★☆☆

1 Monopatín ✔
2 No dais la cara ✔
3 Venid a las cloacas ✔
4 Confusión ✔
5 El saco ✔
6 Misógino ✔
7 Nacido del polvo de un borracho y del coño de una puta ✔
8 Curriki de barrio ✔
9 Eunucos mentales ✔
10 Juventud tatuada
11 Padre nuestro ✔
12 Ciutat podrida ✔
13 Joven viejo
14 Nos gusta cagarnos en la sociedad ✔
15 No me mola tu pistola ✔
16 La regla ✔
 
Total: 73 min. 

martes, 18 de febrero de 2025

Acuerdo de máximos

Minimum-Maximum (Kraftwerk, 2005) [DIRECTO]

 

TECNOPOP. El primer disco en directo de Kraftwerk llegó tarde. Lo que no es de extrañar si tenemos en cuenta lo mal que se ha llevado este grupo siempre con la idea de trasladar su música al formato concierto. Su alergia a las poses rockistas y su finura multicapa a la hora de construir sus minisinfonías nunca han ido de la mano con la espontaneidad que se le presupone a una celebración de este tipo. Por eso este disco es tan importante y tan suculento, aunque casi ninguno nos lo esperáramos.

Cada vez que me sumerjo en estas dos horas de música veo más claro que esta es la auténtica despedida de Kraftwerk. Con esta traslación en vivo de lo que solo parecía poder existir en el laboratorio, el cuarteto deja constancia de su efectividad y su precisión absolutas. Con un repertorio para enmarcar en el que tienen tiempo de actualizar sus clásicos con un sonido más acorde con el nuevo milenio para sellar la que puede considerarse su forma definitiva. Sí, a mí también me gustan más con ese saborcillo retro que solo tienen las versiones originales, pero he de reconocer que este remozado, lejos de hacerles daño, acaba preparando a estas canciones para que aguanten otros cuarenta años. Todo esto sin olvidarse de su última obra de estudio, Tour de France Soundtracks (2003), alrededor de la cual gira toda esta celebración.

Un trabajo de renovación que se fundamenta en un sonido gigantesco, brillante y totalmente inmersivo. Una cualidad que se ve amplificada en la versión en vídeo de este concierto, la cual se antoja imprescindible para poder disfrutar de la experiencia al completo. Un visionado que nos va a mostrar a unos Kraftwerk diferentes, hieráticos como siempre, robóticos como ya sabíamos, pero tremendamente humanos y casi diría que enternecedores en la repetición ad finitum de una pasión que no puede ser medida con las matemáticas. Porque aunque se muestre agazapada y aprisionada por un hermetismo acorazado, sentimos claramente que estamos ante una banda que ama su trabajo. Un cuarteto que se dedica a lo suyo con una emoción que se desborda y que no conoce límite alguno. 

★★★★☆

1.1 The Man-Machine 7:55 ✔
1.2 Planet of Visions 4:45
1.3 Tour de France Etape 1 4:22
1.4 Chrono 1:29
1.5 Tour de France Etape 2 4:48
1.6 Vitamin 6:41
1.7 Tour de France 6:18
1.8 Autobahn 8:51
1.9 The Model 3:41
1.10 Neon Lights 5:58
 
2.1 Radioactivity 7:42
2.2 Trans Europe Express 5:01
2.3 Metal on Metal 4:28
2.4 Numbers 4:27
2.5 Computer World 2:55
2.6 Home Computer 5:54
2.7 Pocket Calculator 2:58
2.8 Dentaku 3:15
2.9 The Robots 7:23
2.10 Elektro Kardiogramm 4:41
2.11 Aero Dynamik 7:13
2.12 Music Non Stop 9:54

Total: 120:39

Die Roboter (Kraftwerk, 2017) [SINGLE] [DIRECTO]

TECNOPOP. A estas alturas de la película, y aunque parezca innecesario, Kraftwerk se afanó en actualizar su catálogo para lanzarlo al futuro con la brillantez que se requiere en estos días. Equivocados o no, eso es lo que hicieron en ese 3D: The Catalogue (2017). Los avances tecnológicos y el dominio de las técnicas para reformar y replicar sus álbumes en el escenario, además, les hizo que los grabaran en directo. 

Y equivocados o no, aquí tenemos un adelanto en forma de single adjunto al número de agosto de 2017 de la revista Musikexpress, el cual demuestra ser una espectacular actualización de su clásico del 77. Cuarenta años después, y le hiciera falta o no. Aun no viendo la necesidad de tanto barniz para una música encantadora ya en su forma original, reconozco la valía de la restauración de un temazo histórico que aquí ha ganado en pegada para conquistar el siglo XXI. Por mucho que yo prefiera la versión original. Que todo hay que decirlo.

☆☆★★★

1. Die Roboter 3:33

Total: 3:33

viernes, 31 de enero de 2025

Yo quiero bailar toda la noche


Live at Couleur Café (Konono Nº 1, 2007) [DIRECTO]

 

CONGOTRÓNICA. Aquí tenemos la descarga de Konono Nº 1 en el festival Couleur Café de Bruselas en 2002. Ahí estaban en plena grabación de su primer álbum, el cual no saldría a la luz hasta 2004, y ya se puede apreciar la forma definitiva de algunas de las piezas del disco, además de otras improvisadas o creadas para la ocasión. O quizás se trate de temas clásicos de un repertorio que, aun de manera intermitente, han ido probando desde la formación del grupo allá por mitad de los años 60 del siglo pasado.

Una obra, esta, más que necesaria para tratar de entender el influjo y la intensidad de una orquesta que parece venida de otro mundo y que en sus celebraciones en vivo no tiene otro objetivo que el de aniquilar tu resistencia y llevarte a otra dimensión. Eso se deduce de sus descargas, que en Kinshasa, en su entorno y entre su gente, pueden llegar a durar toda la noche y de las que aquí solo nos dejan sentir una pequeña muestra. Un detallito que ya deja bien claro el poder hipnótico de una música en la que te acabas metiendo a base de mantra y repetición hasta anegar todos tus sentidos.

Ese es el ingrediente secreto de una música creada desde la carencia. Ahí es donde se explica este sonido hecho de metal y euforia sanguínea, fabricado a partir de baterías de coche y altavoces cascados. Un sonido que tratamos de explicar inútilmente basándonos en nuestras limitadas concepciones occidentales. Así, lo emparejamos con el house y hasta con el tribalismo industrial de Einstürzende Neubauten. Y nos sirve la conexión, pero en el fondo sabemos que esa explicación es demasiado artificial para una música que nos supera en todos los sentidos.

Decíamos arriba que este disco es necesario. Por mucho que parezca sonar como su obra en el estudio, lo que no deja de ser un signo de la autenticidad extrema que caracteriza a los congoleños, aquí llevan todo un paso más allá. Ese puntito más caliente, más intenso, más duro, más todo. Lo que sea para que no volvamos a ser los mismos después de someternos a tamaña demostración de amor por el sonido en su estado más crudo.

★★★★☆

1 Intro 5:07 ✔
2 A.E.I.O.U 9:57
3 Nsimba & Nzuzi 4:28
4 Zey Isa Langa 7:55
5 Kule Kule 6:24
6 Mama Liza 8:58
7 Mama Na Bana 11:02
8 Outro 2:15
Total: 56:06

lunes, 23 de diciembre de 2024

Dímelo a la puta cara

Metallic K.O. (Iggy and The Stooges, 1976) [DIRECTO]

PROTO-PUNK. En 1976 Iggy no estaba para nadie. Incapaz de superar sus adicciones o de volver a los escenarios, decidió sacar este directo como forma de finiquitar a los Stooges para siempre. En él se suponía que iba a incluir el último concierto que dio la banda en febrero de 1974. Investigaciones posteriores sacaron a la luz que solo la segunda cara pertenecía a ese bolo. La primera registraba un concierto en el mismo sitio, el Michigan Palace de Detroit, pero un año antes.

Todo esto se intentó corregir en ediciones posteriores del álbum, todas ampliadas hasta la extenuación y todas innecesarias bajo mi punto de vista, porque ni hace falta aumentar la rabia y el disgusto de lo que ya suena aquí ni es necesario someter al oyente a más tortura auditiva de la necesaria. Digo esto tanto desde la perspectiva de la víctima como desde la del masoquista más empedernido. Todo en un registro, eso sí, histórico, en el que vuelan las botellas de cerveza para estrellarse en la banda y sus instrumentos y en el que la violencia espoleada por el mismo Iggy desde el micrófono flota en el ambiente como en ningún otro documento de la historia del rock.

Quizás no sean motivos suficientes como para sobreponerse a un sonido deleznable que no representa ni de lejos la furia desatada de la banda en el escenario, pero lo cierto es que cada vez que te pones este directo puedes percibir el peligro, la confrontación y la mala leche de un momento que no hace sino retratar el tiempo en que vivían tanto sus protagonistas como la sociedad en general. Y a eso en mi pueblo lo llaman documento impagable.

★★★☆☆

A1 Raw Power 5:29
A2 Head On 7:23 ✔
A3 Gimme Danger 6:45
B1 Rich Bitch 10:52
B2 Cock in My Pocket 3:21
B3 Louie Louie 3:24

Total: 37:14

Este disco tiene más de visionario y de documento que de joya para el disfrute, pero es que los motivos para no tirarlo a la basura son demasiado poderosos. Por un lado, que no se nos olvide que fue editado en 1976, justo antes de la detonación del punk, con lo que se convierte en una obra adelantada a su tiempo y absolutamente profética.

 

Por otra parte cuenta con tantos ganchos en el apartado de curiosidades que se hace casi imprescindible. Ahí está el hecho de que en su cara B glose la última intervención de los Stooges hasta una reunión de la que mejor no hablamos. También que registre el enfrentamiento entre Iggy Pop y el público con las provocaciones de este y con la respuesta de la audiencia, llegando a tirar botellas, huevos y objetos peligrosos al grupo durante la actuación. El mismo Iggy da las gracias irónicamente entre canciones.

También hay que señalar el momento en "Rich Bitch" en el que todos pierden el ritmo y el señor Osterberg toma las riendas haciéndolos callar y marcándoselo a la batería para retomar con gloria. Todo así, clarito, sin maquillajes y tan de verdad que pararse a analizar si suena mal de cojones, si la perfección técnica deja muchísimo que desear y demás memeces no hace sino hacernos mirar hacia donde no debemos. Y perdernos así la esencia de un documento que, lo queramos o no, acaba representando lo que fueron los Stooges mejor que ningún otro.