Live 1981-82 (The Birthday Party, 1999)
Discarral de esos densos, extenuantes y subyugantes. Una bestia que con sus mil brazos y sus tropecientas lenguas viperinas nos ofrece el resumen más crudo, verdadero, embriagador y brutal de un grupo a reivindicar. Unos The Birthday Party, que contrariamente a lo que se pueda pensar, dieron más a Nick Cave que él a ellos. Muchos los colocan como un entretenimiento pasajero cuyo mayor valor estuvo en servir de aprendizaje al predicador para sus futuras diatribas. Un error de bulto fruto del apresuramiento y el análisis burdo y facilón.
Este grupo fue clave en el devenir de toda aquella música que vino después del punk en la que palpitara siquiera un rescoldo de aventura, de experimento, de riesgo. Lo que crearon Nick Cave, Mick Harvey, Tracey Pew, Phil Calvert y Roland S. Howard en esos pocos años fue tan flamígero, tan insoportablemente real, que aún hoy causa pavor. Aquí está la prueba más palpable y más incriminatoria. En este disco surgido a partir de grabaciones personales del guitarrista Harvey e instigado por todo un Henry Rollins (Black Flag).
Una obra que surgía con espíritu modesto, pero que acaba proponiendo el viaje más coherente por el blues de psiquiátrico del grupo. Coherencia en el sentido de retrato fidedigno, no de lógica alguna. Es cierto que el blues que siempre ha infectado la música de esta banda y de Nick Cave en todas sus pieles es más evidente en los rasgueos de Harvey. Aquí podemos apreciar las guitarras y la base rítmica con un sonido más orgánico, más rock. Al menos en algunos momentos. Unos conatos de humanidad que no nos esperábamos y que, incrustados en la coraza deforme que forjan a base de gritos acuchillados y aplastamiento sónico de todo orden, suenan más brutales si cabe que sus "hazañas" de estudio.
¡Cuidado! Los australianos no nos proponen aquí un viaje cualquiera. Pretender paladear esto sin la preparación y el conocimiento previos puede ser peligroso. Pero también creo que estamos ante el mejor disco que se haya publicado a nombre de The Birthday Party. Una maravilla obtusa, incómoda y flagelante. En definitiva, lo que siempre ha sido este grupo, ¿no?
★★★★☆
Total: 73:53
No es el único, pero una vez más tengo que llamar la atención sobre ese rojo fuego que adorna la portada de este disco y que junto a los cables y las posturas imposibles me lleva directamente a ese mítico Fun House (1970) de The Stooges. Cosa que se acentúa por el hecho de cerrar con una versión de ese disco precisamente.
Y por asociación, todo el caos y la furia sin filtrar que atesora también me lleva a relacionarlo con un directo del mismo pelaje de, otra vez, The Stooges. Me refiero a ese Metallic KO (1976) de sonido deplorable, que es uno de los directos más chungos, sucios e insatisfactorios que conozco. Y que aun así mantiene intacta un aura de autenticidad y crudeza que lo hacen único y perfecto para el grupo al que retrata.
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