jueves, 14 de septiembre de 2017

El daño

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Damaged (Black Flag, 1981)
 
 
HARDCORE. Black Flag fueron unos de los padres del hardcore. Los californianos llevaban años fogueándose en directos abrasivos, auténticas hogueras en las que acababa quemándose un vocalista tras otro. Todo hasta que encontraron la estabilidad con Henry Rolllins que, con todos los peros que se quiera, acabó dando continuidad a un grupo en cuyo núcleo siempre estuvo ese pedazo de guitarrista llamado Greg Ginn. Esta "estabilidad" hizo posible la grabación de su estreno en largo, una de las biblias del hardcore.

En "Damaged", la voz de Rollins aparece totalmente asentada y en perfecta "armonía" con la música endemoniada del combo. Los ingredientes son básicos y nutritivos: velocidad de vértigo, una base rítmica que es una hormigonera, la guturalidad sanguinaria de Rollins y ese caos ampérico en las guitarras marca de la casa. Pocos solos hay aquí, como mandaban los cánones en los orígenes del género, pero los detalles que se escapan de tan rígida norma nos ofrecen guitarras amputadas, cuerdas estranguladas y progresiones vertiginosas sin sentido aparente, punzantes y absolutamente adictivas.

El grupo se había formado en 1976, cinco años antes de este debut y ya tenían tres EPs en el mercado. Además tenían el culo pelado de dar conciertos. No eran por tanto novatos cuando tuvieron que plasmar toda su fiereza en plástico. Lo que no quiere decir que todo eso sea fácil de reflejar, así que no les restemos méritos, el disco suena como un cañón y ha capturado en sus surcos toda la rabia y la fiereza de su estilo. El secreto puede estar en las mezclas. La voz no sobresale, y eso hace que podamos disfrutar del cuerpo y la gravedad de la base rítmica y, sobre todo, de los jugos venenosos de las guitarras. Sin duda, los detalles marcan la diferencia y en este caso todo ha contribuído para redondear un trabajo escalofriante y, me gustaría recalcarlo, abierto de miras. 

La biblia del hardcore es un disco más abierto de lo que parece. En toda su ortodoxia punk tiene puntos de fuga más que interesantes. Tiene lascas de metal y algún conato melódico en un armazón punk indestructible. Y esas guitarras, ¿no podrían tomarse como una versión bestializada y acelerada del free jazz? Está claro, esto está hecho por amantes de la música por encima de toda consideración. Se nota.
 
★★★★☆
 
A1 Rise Above 2:17
A2 Spray Paint 0:32
A3 Six Pack 2:18
A4 What I See 1:47
A5 TV Party 3:11
A6 Thirsty and Miserable 2:05
A7 Police Story 1:30
A8 Gimmie Gimmie Gimmie 1:50
B1 Depression 2:45
B2 Room 13 2:03
B3 Damaged II 3:23
B4 No More 2:23
B5 Padded Cell 1:50
B6 Life of Pain 2:48
B7 Damaged I 3:50
Total: 34:32


La icónica portada, obra del fotógrafo punk Ed Colver, nos muestra a un Henry Rollins reventando un espejo de un puñetazo. Por supuesto, tiene truco. Primero rompieron el espejo con un martillo y la supuesta sangre que mana de su puño es una mezcla de tinta roja y café. 

Según parece, la fotografía original fue tomada en blanco y negro, aunque se coloreó en ediciones posteriores. El rojo de la sangre aumentaba la violencia de la imagen y tal vez por eso, en nuestros tiempos mojigatos, se haya optado por volver a la idea original. Vete a saber, aunque las dos tienen su encanto y para mí es una de las imágenes más poderosas que haya visto envolviendo a un vinilo.

En la imagen un descarte de las sesiones de Colver.

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