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miércoles, 23 de julio de 2025

Vendiendo hasta a su madre

The Who Sell Out (The Who, 1967)

 

PSICODELIA CONCEPTUAL. Aquí es donde la cosa empieza a ponerse seria, con el que puede ser su disco más humorístico y sardónico. Con su primer álbum conceptual, pero ¡vaya concepto! Una parodia de las radios pirata de los 60 en el Reino Unido. Así, el disco se erige en trampantojo de una emisión radiofónica de cuarenta minutos, con sus anuncios y sus jingles, todo grabado por la banda. Con ello, Townshend pretendía clamar contra el comercialismo, aunque a la vez trataba de beneficiarse de él, ya que llegó a intentar vender los productos que parodiaban en el álbum.

Una crítica irónica y que más parece una excusa para dar enjundia al concepto vertebrador del álbum que un ataque feroz contra el sistema. En cualquier caso, una idea jugosa sobre la que montar un buen circo, tal y como hicieron aquí los Who. Porque, aunque todo parezca una broma, canciones de la talla de "Armenia City in the Sky", "Mary Ann With the Shaky Hand", "Odorono", "Tattoo" o "I Can See for Miles" son cosa muy seria. Simple y llanamente algunas de las mejores piezas que grabara el grupo en toda su historia.

La pena de todo esto radica, una vez más, en la incapacidad de extender toda esa gloria por todos los rincones del disco. A pesar de un comienzo tan fulgurante, mis ganas de premiar a un trabajo que iba como un cohete se ven frustradas en cuanto la banda se deja engullir por lo graciosete en el último tramo. Ahí las canciones ya no son tan rotundas. Algo que no impide que estemos ante un discazo inapelable, pero que no le deja subir ese escalón para tocar la gloria con las dos manos.

Sin embargo, centrándonos en lo que importa, me sigue pareciendo increíble cómo un álbum en el que se habla de la pena al ser rechazada en un casting por no usar el desodorante adecuado, de reafirmarse haciéndose un tatuaje o de cómo usar una crema antiacné puede resolver la vida de un adolescente puede estar tan bien hecho y sonar tan bien y tan importante. Ese es el secreto de esta genialidad de disco, que encuentra ese equilibrio entre lo populachero y la alta cultura. Un espacio que Pete Townshend siempre se empeñó en reivindicar porque era el que quería ocupar con su banda. Algo que consigue aquí como en ningún otro álbum haciendo música elaborada para hablar de cosas cotidianas. O usando esas cosas cotidianas para hacernos reflexionar sobre cosas más complejas e "importantes". Todo eso hicieron los londinenses en la que puede ser su primera obra de enjundia. ¿A que no lo parecía cuando te la pusiste por primera vez?

★★★★☆

A1 Armenia City in the Sky ✔
A2 Heinz Baked Beans
A3 Mary Ann With the Shaky Hand ✔
A4 Odorono ✔
A5 Tattoo ✔
A6 Our Love Was ✔
A7 I Can See for Miles ✔
B1 Can't Reach You ✔
B2 Medac
B3 Relax ✔
B4 Silas Stingy 
B5 Sunrise
B6 Rael (1 and 2) ✔ 

Total: 40 min.

Xxx 

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jueves, 22 de septiembre de 2022

Bienvenidos al Reform Club

The Kinks Are the Village Green Preservation Society (The Kinks, 1968)

 

ÓPERA POP. El sexto es la obra maestra indiscutible de los Kinks, el disco por el que siempre serán recordados, la guinda a esa tríada que iniciaron un par de años antes y que culminaba con este canto a su tierra. Un álbum al que se le endosa sin pudor ni vergüenza el horrible calificativo de conceptual, algo que lleva no solo con decencia, sino con orgullo.

Aquí es donde nos encontramos al Ray Davies más desatado, entregándonos una galería de personajes impagable en la línea de Under Milk Wood (Dylan Thomas, 1953), pieza de radioteatro en la que el poeta galés nos despedaza los sueños y pensamientos más íntimos de los habitantes de un pueblo inventado. Un modelo que sirvió al inglés para construir sus piezas más psicodélicas, imaginativas y brillantes en el contexto de un lamento por la pérdida de esa esencia británica que siempre defendió y persiguió.

Una idea bastante conservadora, la verdad, pero una idea intínseca al ser humano, que en esa búsqueda de la identidad y la pertenencia ansía preservar para siempre las costumbres y la cultura de aquello que lo rodea y fluye por sus venas. No puedo decir que no esté de acuerdo en celebrar lo que somos sin olvidar que no podemos ser idénticos. Tampoco puedo dejar de celebrar que Davies sitúe la diana en ese enemigo común que es el poder aniquilador de la cultura estadounidense, dañina hasta el último rincón del mundo, pero que empezó sin duda por sus parientes británicos por evidente cercanía en idiosincrasia y costumbres.

Un concepto que envolvieron con el pop más barroco y refulgente que habían producido hasta esa fecha. Si Ray Davies no quedó muy contento con sus primeras obras, incluyendo Face to Face (1966), por ser simples colecciones de canciones sin ton ni son, aquí culmina su idea de lo que debe ser un álbum. Una obra total en el que todas las piezas formen algo mucho más grande. Desde Something Else (1967) y a partir de este que nos ocupa no haría más que ahondar en ese propósito, aunque los resultados rutilantes que vemos en el sexto disco de The Kinks, eso no volvería a repetirlo.

★★★★

A1 The Village Green Preservation Society 2:50
A2 Do You Remember Walter? 2:27
A3 Picture Book 2:39
A4 Johnny Thunder 2:32
A5 Last of the Steam Powered Trains 4:13
A6 Big Sky 2:53
A7 Sitting by the Riverside 2:24
B1 Animal Farm 3:01
B2 Village Green 2:11
B3 Starstruck 2:22
B4 Phenomenal Cat 2:39
B5 All of My Friends Were There 2:25
B6 Wicked Annabella 2:44
B7 Monica 2:17
B8 People Take Pictures of Each Other 2:11
Total: 39:48

Gran Bretaña, Under Milk Wood (Dylan Thomas, 1953) o el Sgt. Pepper's (The Beatles, 1967), las fuentes de inspiración de los Davies para este disco fueron variadas y con una personalidad y profundidad más que contrastadas.

Su país fue el lienzo para pintar con brochazos llenos de amor y rencor. La obra de Dylan Thomas fue el modelo en la forma de expresar los sentimientos más profundos de la fabulosa galería de personajes que habitan Village Green. En cuanto al disco de los Beatles, los Kinks calcaron su ambición conceptual (y le dieron una forma mucho más elaborada de lo que hicieron los de Liverpool) y trataron de perseguir su multicromatismo psicodélico en su sonido desprejuiciado y mágico.

Un ejemplo más de que no es malo tener referentes. Lo importante, y lo difícil, añadiría yo, es tener claro qué hacer con ellos.

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