Underground (Goran Bregovic, 1995)
FANFARRIA BALCÁNICA. Hay veces en las que las imágenes y la música simplemente encajan. Todo se reduce a una cuestión de sensaciones. Con la película me pasó exactamente igual que con su banda sonora. Empezó como algo divertido, cachondo que ya de por sí me hubiera llenado.
La historia de unos personajes encerrados en un sótano para escapar de la guerra y que mediante la fabricación de armas enriquecen a su contacto que está fuera y "olvida" avisarles de que el conflicto ha terminado, puede resultar curiosa y causar una sonrisa socarrona o cómplice al principio. Lo que pasa es que conforme la película va avanzando, todo esto se transforma en amargura, al identificarnos con la injusticia que sufren los "prisioneros", con sus problemas y traumas diarios. Injusticia y crueldad que se extiende a todo un pueblo (el balcánico) que soporta estoicamente, con humor incluso, toda una atrocidad.
Y como digo, la banda sonora es eso. Puede ser tremendamente divertida, con esas trompetas y trombones locos y callejeros, pero luego llega "War" y pone las cosas en su sitio. O Cesaria Évora, para romperte en mil pedazos con esa conmoción que es "Ausencia". En toda la patata, en el sitio justo donde yace el sentimiento de un pueblo. El reflejo vidrioso que supone la traducción contemporánea de una música con raíces. Los pasajes vaporosos y taciturnos simplemente ponen las comas que nos hacen pensar más que tomar aire para continuar con el desenfreno de este baile eslavo.
Cualquiera que haya visto la película no podrá arrancarse esta música del alma. Aunque no haga falta verla para caer rendido a sus pies. Dolor y humor, vida y muerte... Todo ocurre en un pequeño sótano, el mundo de estas personas, como representación de un mundo exterior que necesita unos cuantos lavados.
★★★★☆
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