This Nation's Saving Grace (The Fall, 1985)
POST-PUNK. Toda banda que se precie querría que alguien del gusto y la influencia de John Peel la tuviera entre sus favoritas. The Fall siempre han podido jactarse de ello. Es famosa la sentencia con la que el locutor británico los describía: "siempre diferentes, siempre lo mismo". Una frase que en toda su aparente incongruencia ha definido lo que han hecho los de Mark E. Smith de una manera prístina. Y eso es lo que podemos encontrar, por supuesto, en la que pasa por ser su obra maestra.
Ya sé que eso de obra cumbre, cualquier cosa que pueda relacionar al grupo con lo inmaculado o la perfección no deja de ser gracioso. Pocas cosas están más lejos de su órbita, diría yo, pero si hablamos de encapsular los poderes del combo, este octavo trabajo sí puede aspirar al primer puesto. Con todos los tics amplificados y vestidos para impresionar, el disco supuso un acercamiento a la accesibilidad mainstream sin abandonar las aristas puntiagudas de su siempre hermética propuesta.
Por tanto, que nadie se asuste, aquí sigue mandando el frenesí, la rítmica nuclear, el vitriolo y la sacudida en primer plano. Siguen las obsesiones malsanas por The Stooges o Can, esta vez totalmente explícitas, en letras y en esa "I Am Damo Suzuki" con la que homenajean al cantante de la banda teutona. Temazo que está entre sus clásicos más reconocibles. Como "Bombast", "Barmy", "Spoilt Victorian Child", "L.A." o esa asesina "My New House". Piezas maestras que nos hacen adorar este álbum, no solo como el mejor de The Fall, sino como una de los grandes tesoros de esos siempre jugosos años 80.
★★★★☆
Parece claro que no afectó para nada a una obra que, una vez más, vuelve a contar con un componente literario más fino de lo que esperábamos. En este caso, el título "Yarbles" con el que cierran alude directamente a la novela La naranja mecánica (Anthony Burgess, 1962). Se trata de un vocablo en Nadsat (el idioma inventado por Burgess) para calificar los testículos, cómo no.
No es lo único que nos lleva a la novela. También está ese ambiente apocalíptico, esa distopía violenta y pesimista, esa deshumanización que nos asalta en cada nota y cada sílaba de This Nation's Saving Grace. Bueno, de este y de todo lo que haya grabado Mark E. Smith.
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