ART ROCK. ¿Es lícito pensar que cuando Mayo Thompson agarra una guitarra va a salir algo único e inimitable? Sin duda. ¿Es lógico tener un poco de miedo ante lo que pueda salir de ahí? Indudablemente. Las dos ideas bullen en nuestra mente antes de enfrentarnos a un disco de Red Krayola. Sí, con "k". Tuvieron que cambiar la "c" original ante la amenaza de demanda por parte de Binney & Smith, compañía fabricante de los lápices Crayola.
Lo que no cambiaron fueron sus ganas de farra y se revolcaron en la creación de este segundo disco como si quisieran multiplicar hasta el infinito todo lo que habían hecho en el primero. No digo que les saliera la jugada, pero sí que es indudable que aquí llevaron el riesgo a terrenos impensables con una obra que había que digerir con una actitud muy específica y muy abierta. Y es que del cruce imposible entre 13th Floor Elevator y Captain Beefheart no podía salir nada que pudiera ser calificado como de fácil digestión.
Aparte de un par de guitarrazos maravillosos, marca de la casa, poco más podremos encontrar aquí a lo que agarrarnos con claridad. La segunda referencia de The Red Krayola seguía los pasos del White Light / White Heat (The Velvet Underground, 1967) y se convertía en el reverso negativo, el lado oscuro de su predecesor, ya de por sí difícil. No puedo decir que la diversión esté asegurada en la obra más deshilachada y contrahecha de los de Houston, pero tampoco puedo negarle el valor ni los cojones. Puro arte, amigos, pura perversión. ¿No era eso lo que pedíamos? Pues entonces no os quejéis.
★★★☆☆
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