Chain Gang of Love (The Raveonettes, 2003)
50s NOISE POP. Los Raveonettes tratan al amor como si de un arma de destrucción masiva se tratase. Arropan sus tonadas años 50 con capas y capas de ruido informe como para disimular un romanticismo que está en continua colisión con el daño y la sangre que es parte de su ser. No voy a negar que es cierto, parecen los hermanos pequeños de unos Jesus & Mary Chain que simulan invocar a cada requiebro. Tampoco que lo suyo también coquetea con el dream pop y el shoegaze. Poca originalidad que habría que analizar, por tanto, en base a unos referentes comunes más que en la imitación pura y dura.
Sí, dejándonos de primeras impresiones, lo que veo yo aquí es un amor sincero y limpio por el pop de los 50, por los Ramones, las Ronettes, Buddy Holly o la Velvet. Por las motos y por James Dean. Lo que me transmite la pareja danesa es que ellos viven por encima de la pose y la fachada, y que creen en todo esto con todas sus fuerzas. Que serían capaces de dejarlo todo por sus ídolos y sus amores más profundos. Así suena esto como suena. Como una estampida de pop al galope, como un constructo artificioso e incoherente, como una delicia que creemos haber probado miles de veces pero que es siempre nueva y refrescante, como el testamento prematuro de una banda para la que el amor es una condena a trabajos forzados. Una dulce condena, eso ni lo duden por un momento.
★★★☆☆
Total: 33:03
Su cantante y compositor principal, Sune Rose Wagner, ya lo ha dicho en alguna entrevista. "No nos asusta que se perciban nuestros referentes". Para no dejar lugar para la especulación, lo dice claramente: "nuestro mismo nombre viene de una mezcla entre las Ronettes y la canción "Rave On!" de Buddy Holly".Y me parece la actitud correcta. Para qué esconderse y que te saquen los colores. No hay nada de malo en tratar de llevarte a tu terreno la música y la imagen que te apasiona hasta el punto de haber modelado tu forma de vivir.
Lo cierto es que más allá del paralelismo con los Jesus & Mary Chain, el cual existe, lo que bulle aquí es un amor incondicional por los 50 (también los 60, aunque menos evidente), que se ve en la mismísima portada. En ella el dúo se disfraza de moteros vintage y utilizan caligrafía y artwork de esos años para evocarnos al Rebelde sin causa (1955) de James Dean o al Marlon Brando de Salvaje (1953), si bien con unos tonos más ochenteros y casi diría que pop art.
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