NOISE ROCK. El tiempo pone las cosas en su sitio. A los buenos y a los malos. Y a un puñado de escogidos los eleva por encima de las nubes y les busca un rinconcito en la eternidad. Este "caramelo psicótico" merece un chalet bien situado y con jardincito. Porque aunque resulte difícil explicarlo sin recurrir a los grandes popes de casi siempre, su personalidad es tan embriagadora, tan adictiva y tan definitiva que se merece ser llamado CLÁSICO y se merece engrosar todas las listas de los mejores de la historia.
Cuando hablamos de Jesus & Mary Chain no podemos dejar de mencionar a Phil Spector y su muro de sonido, a los Beach Boys, a los Ramones, a la Velvet Underground y por supuesto a Bo Diddley. A ver, rock & roll, pop 50s, melodías surferas, distorsión al límite y rock & roll otra vez. Esto es The Jesus & Mary Chain. Parece sencillo y sin embargo es inimaginable. Es inexplicable cómo encuentran un equilibrio tan inestable como sobrecogedor entre la distorsión y la melodía. Porque en realidad no buscan equilibrio alguno, sino que desequilibran una y otra hasta el extremo.
Y ahí, en ambos confines se encuentran de algún modo y empastan en un sinsentido donde la voz puede ser hipnótica, puede ser dulce, puede ser agresiva, y la distorsión lo rellena ABSOLUTAMENTE TODO en un agudo imposible que se cuela y surca tus neuronas en la singladura perfecta que describieran los Amboy Dukes. No sé si la descripción le valdrá a alguien, pero por supuesto escribo esto bajo su influencia. Sé que se nota. Esto es una cosa muy seria, uno de los más grandes. Es una experiencia inagotable para el que le guste el pop, el rock, el noise, la música sencilla que se pega para siempre.
Ya lo decían en otra canción… Bo Diddley es Jesús… ¿Negro? Pues sí, ¡¡MUUUYYY NEGROOOO!!
En este disco todavía engrosaba la formación Bobby Gillespie a la batería. Posteriormente se haría mundialmente famoso liderando a Primal Scream.
No sería el único que abandonaría el barco. El resto del grupo también lo haría siquiera metafóricamente. Bajando el volumen y haciéndose entender mucho mejor en un viaje sin posibilidad de retorno que convierte a este álbum en una isla en su discografía, un momento irrepetible.
Tal vez por todo eso sea el clásico que es, porque huele, sabe y se palpa como un callejón sin salida en el que nos gustaría quedarnos para siempre. Por mucho que nos duela y nos queme tanta abrasión.
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