martes, 20 de agosto de 2024

Plastiquete barato

Los años 80 no son los más prestigiosos en la historia de la música. Algo terriblemente injusto ante la efervescencia creativa que bullía en esos años mágicos. A poco que se ahonde, toda la brillantina, las bolas de espejo y el plastiquete que envolvía ciertas propuestas llenas de cardados imposibles y maquillajes reflectantes se queda en nada al lado de la calidad de las bandas y discos que peleaban por hacerse un hueco en esa selva.

Será quizás porque el gran público se fijaba demasiado en un envoltorio que solía ir de la mano de lo frívolo y lo superficial, pero si buscamos música seria, excitante y terriblemente profunda, de verdad que no vamos a saber por dónde empezar con esta década.

He aquí una pequeña guía en la que trato de extraer lo más de lo más. Una tarea futil y ardua a la hora de seleccionar entre tanta maravilla. Un trabajo que ofrece resultados tan subjetivos que se hace imposible buscar un acuerdo siquiera de mínimos, pero que es mi visión en tiempo real de una época, con todo lo que se quiera, irrepetible.

 

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10 Nebraska (Bruce Springsteen, 1982)

Después de la exuberancia casi obscena de The River se hacía difícil repetir la jugada a no ser desde el lado opuesto. Sin pretenderlo, Springsteen entrega un álbum compuesto por 10 demos. Sí, las grabó con la idea de arreglarlas con su banda y finalmente se decidió por dejarlas como estaban. Bendita elección. 

Uno puede equivocarse al escuchar por primera vez este álbum. A mí me ha costado bastante tiempo darme cuenta. Puede parecer un álbum pequeño, lento y aburrido, cuando en realidad es todo lo contrario y mucho más. Y es que su importancia está oculta en una escucha atenta y sentida. Ningún disco te hará vibrar como este. Ninguno tiene estas historias que te atrapan con personajes de carne y hueso, que sufren, sienten, viven y mueren. (...)


9 Hounds of Love (Kate Bush, 1985)

Después de las dudas y la incomprensión que despertó su maravilloso cuarto álbum, The Dreaming (1982), Kate se concentró en casa y con su ocho pistas empezó a trabajar en una continuación que amplificara el efecto devastador de su obra anterior. De ahí salieron estos doce temas, canciones de pop mayestático, percusiones atronadoras y con influencias tan variadas como las películas de terror o el ciclo artúrico de Alfred, Lord Tennyson. Una locura que solo Bush estaba capacitada a llevar a buen puerto. (...)

 

8 Reign in Blood (Slayer, 1986)

El reinado de sangre de Slayer pasa por ser una joya musical de quilates y enjundia muy por encima del campo limitado del metal. En su tercer disco largo, lo cual es un decir con sus escasos 30 minutos, el combo californiano ofrece una dosis extrema de violencia, sangre y poder metálico para facturar una obra maestra que traspasa géneros y edades, y se instala definitivamente como uno de los mayores tratados de música heavy y una de las obras clave para entender el ruido y las pasiones primitivas y atávicas que este arte puede desatar. (...)

 

7 Psychocandy (The Jesus & Mary Chain, 1985)

El tiempo pone las cosas en su sitio. A los buenos y a los malos. Y a un puñado de escogidos los eleva por encima de las nubes y les busca un rinconcito en la eternidad. Este "caramelo psicótico" merece un chalet bien situado y con jardincito. Porque aunque resulte difícil explicarlo sin recurrir a los grandes popes de casi siempre, su personalidad es tan embriagadora, tan adictiva y tan definitiva que se merece ser llamado CLÁSICO y se merece engrosar todas las listas de los mejores de la historia. (...)
 

 

6 Disintegration (The Cure, 1989)

A veces resulta casi imposible refrenar los epítetos. Son ocasiones en las que lo sentimental y lo razonable se entremezclan y es imposible desenredarlos. Este disco representa uno de esos momentos de epifanía. Cualquiera que fuera adolescente por 1989 tendrá algún recuerdo relacionado con él. Puede que solo sea el videoclip de "Lullaby", que provocó pesadillas a más de uno y una, o tal vez el pelo cada vez más imposible de un Robert Smith desatado, o quizás los acordes mágicos de "Lovesong". Hay mucho donde elegir en un momento clave para The Cure y para la música. (...)

 

5 It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back (Public Enemy, 1988)

El segundo álbum de Public Enemy es un ataque frontal contra lo establecido. Te lo dicen claramente, in your face. Con todo el arsenal del Bomb Squad. Bombos demoledores, bajos cataclísmicos, lírica de combate. Chuck D y Flavour Flav te leen tus derechos sobre una base restallante que hace de la agresión arte.

Es complicado encontrar palabras que hagan justicia a la obra más absoluta de los neoyorquinos. It Takes a Nation of Millions... sobrevivió a todas las dificultades y se ha encaramado a un altar del que nadie podrá bajarlo jamás. (...)

 

4 Rum, Sodomy & the Lash (The Pogues, 1985)

Estamos ante uno de esos raros artefactos que desafían el paso del tiempo con la cabeza erguida y el paso firme. Rum, Sodomy and the Lash es una de esas rara avis que sobrevivirían en una era post-atómica. Un disco de género que ha traspasado el encasillamiento para convertirse en obra esencial en cualquier discoteca seria. Igual que el Legend de Bob Marley lo es para el reggae, el segundo de The Pogues es un monumento a la, llamémosla, música tradicional gaélica. Lo sé, he evitado el apelativo celta a propósito. Es que esto es mucho más, y supongo que para los seguidores de dicha música, mucho menos. Como decía, es un disco de género que traspasa las fronteras de los gustos. Este y el mencionado Legend hay que tenerlos aunque no te gusten ni los violines ni el reggae. Es así de absoluto. Y con el matiz importante de que este disco no es ningún recopilatorio. Es un trozo aleatorio de la intensa carrera de un grupo intenso como pocos, con un frontman espectacular y trágico. (...)

 

3 Remain in Light (Talking Heads, 1980)

Espoleados por las nuevas tendencias del cambio de década, Talking Heads se metieron en faena con la tarea en mente de crear una secuela digna de Fear of Music (1979). El hip hop venía pisando fuerte y su interés por los ritmos africanos ya había sido puesto de manifiesto en más de un detalle de sus grabaciones. Con todo este bagaje y la libertad creativa en modo on, los de David Byrne se pasaron el verano del 80 entre Bahamas y Philadelphia para grabar su obra maestra y uno de los mejores discos de la historia en cualquier género.

Parece ser que el grupo, Byrne sobre todo, e staba obsesionado con un disco por esa época, el Afrodisiac (1973) de Fela Kuti. Así, no es de extrañar que, usando este disco como plantilla y al nigeriano como gurú, el grupo se lanzara a grabar estas densas polirritmias que hacen al disco galopar como ninguno y son capaces de levantar a los muertos. El estilo sigue siendo ese rock arty que tan bien han facturado siempre, pero la inmersión en territorio africano es mucho más profunda que nunca antes. (...)

 

2 The Queen Is Dead (The Smiths, 1986)

Si en el 85 parecía que ya habían tocado el cielo, este disco demostró que se podía llegar aún más lejos. Su obra maestra absoluta, uno de los mejores discos de los 80 y de la historia iba a significar un punto y aparte. Casi un punto y final. Mataron a la reina con canciones poderosas, un sonido absoluto y unas interpretaciones irrepetibles.

Esa reina podía referirse a los atisbos de amaneramiento o a la monarca británica. O a los dos. Los primeros empezaban a molestar porque hacían que los fans se distrajeran del meollo de las canciones. La segunda se lo tiene merecido desde que Morrissey cantara eso de "los pobres y necesitados son egoístas y avariciosos según sus términos (de la reina)". Bueno, íntegro, sobresaliente de pe a pa. (...)


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1 Closer (Joy Division, 1980)

Inspirado en gran medida en La exhibición de atrocidades de J. G. Ballard, el epitafio de Joy Division no puede ser más oscuro ni más hermoso. Supera a su debut en casi todo y se sitúa sin esfuerzo en la cima de los mejores discos de los 80. Como el libro de Ballard, el último estertor de Ian Curtis se presenta obsesivo y enfermizo, como el reflejo de los últimos días del mancuniano, un autor caracterizado por no guardarse nada a la hora de desparramar sus entrañas por toda su obra.
 

Closer se editó dos meses después del suicidio de Curtis, de ahí que su aire agónico refrendado por esa portada funeraria pueda ser tomado por oportunista. Los popes de Factory Records incluso llegaron a plantearse cambiarla, pero tuvieron en cuenta que había sido una elección del grupo incluyendo a Ian, por ello siguieron adelante con el diseño. Una elección que a día de hoy se antoja clave para haber elevado al disco como una grabación fundamental para la historia.

En sus nueve temas, Closer rebosa emoción. A través de los bajos profundos y densos típicos de la banda nos van colando novedosos arreglos de teclado y algún escarceo electrónico sacado sin duda del gusto de Curtis por Kraftwerk y el krautrock. Curtis canta y recita como nunca unas letras que parecen arrancadas del tuétano de su alma. Trozos acuchillados de una vida que no estaba pensada para durar. Imaginar hacia dónde habrían dirigido sus pasos futuros de haber seguido su líder con vida lleva a multitud de predicciones interesantes y futiles. Lo único cierto es que cerraron su carrera con un disco genial, uno de los más emocionantes que servidor haya escuchado. El disco introspectivo definitivo. Un dechado de violencia ("Atrocity Exhibition", "Colony", "Twenty Four Hours"), espasmos electrónicos ("Isolation") y lirismo terminal ("Heart and Soul", "The Eternal", "Decades").

Closer, como la vida de Curtis, se nos escurre entre los dedos cada vez que tratamos de escrutar su profundidad abisal. Es un testamento gélido grabado en mármol. Un mausoleo donde moran los más recónditos secretos de la noche oscura del alma. El horror de una vida que da dentelladas hasta el tuétano y un recordatorio de la experiencia trágica que es el existir. Pasen y vean la exposición de la atrocidad.

AÑO A AÑO

1980

5 Pretenders (Pretenders)

(...) Pretenders huele a clásico desde que empieza a girar. Carpeta sencilla, sin ambages. Demasiado, quizá. Galletas de vinilo en blanco y en negro, como el yin y el yang, como todo lo que importa en esta vida. Y sonido vibrante y urgente derramándose libre y sin límites en esa maravillosa "Precious". Solo uno de los momentos de abrasividad pop de un disco lleno de ellos. "The Phone Call" y "Up the Neck" son continuaciones perfectas donde agresividad eléctrica y sutileza melódica se hilvanan en un "parasiempre" que se percibe al momento. Como en "Tattoed Love Boys" o en "The Wait", y como en la electricidad galáctica y totalmente desbordada de "Space Invader". (...)

4 Crazy Rhythms (The Feelies)

The Feelies, uno de esos grupos malditos que siempre se han identificado con la profesionalidad y un estilo que ha sido calificado como "idiota, nervioso y ruidoso". Sin duda la perfecta descripción para un grupo de canciones que coquetean con el pop de vanguardia, la melodía pegadiza y las cabalgadas eléctricas de rítmica primitiva marca Velvet. Fueron importantes, incluso diría que clásicos. Y como tales, no tuvieron éxito en su época. Como tantas veces ha ocurrido, su debut, Crazy Rhythms (1980), no tuvo ninguna repercusión. Hoy es considerado un clásico incontestable. (...)

3 Songs the Lord Taught Us (The Cramps)

Las canciones que el señor nos enseñó. Menudo título para la puesta de largo de una de las bandas más cool del planeta. Siempre han sido dueños de un glamour necrológico con aromas de eau de alcantarilla. Unas telarañas, las que poblaban su EP Gravest Hits (1979), que fueron tensadas y pulidas en un disco que es puro crujido eléctrico de principio a fin. Un festín de rocanrol sucio a lo Stooges y surf ramoniano de serie B con anclajes siniestros. (...)

2 Remain in Light (Talking Heads)

(Ver arriba).

1 Closer (Joy Division)

(Ver arriba).

 

1981

5 LC (The Durutti Column)

Vini Reilly es una luminaria, un genio mal ponderado, uno de esos gurús a los que solo unos pocos siguen, eso sí, con fe ciega. No son pocos los músicos reputados que lo llaman maestro ni los que lo encumbran como el mejor guitarrista del mundo. Si hablamos de digitación espídica o del vértigo del virtuosismo más atroz, será difícil comprenderlo. En cambio, si nos fijamos únicamente en la emoción que consigue transmitir, ahí es donde empezaremos a entender afirmaciones tan osadas. (...)

4 My Life in the Bush of Ghosts (Brian Eno/David Byrne)

Lo que David Byrne y Brian Eno cocinaron a fuego lento a principios de los 80 es algo muy grande. Aún hoy suena afilado y retador, espeluznante e inoxidable por muchos años que pasen. Sin saber muy bien cómo, consiguieron cocinar en sus mentes el potaje perfecto con los ingredientes más bizarros. África, interferencias sonoras de dudosa procedencia, música étnica de origen desconocido, teclados desvencijados, programaciones a medio hacer, arrebatadas soflamas políticas y un título sacado de la novela de Amos Tutuola, se funden en un caldero borboteante al que hay que soplarle antes de pasarlo por la garganta. Y de todas formas te vas a quemar. (...)

3 Damaged (Black Flag)

Black Flag fueron unos de los padres del hardcore. Los californianos llevaban años fogueándose en directos abrasivos, auténticas hogueras en las que acababa quemándose un vocalista tras otro. Todo hasta que encontraron la estabilidad con Henry Rolllins que, con todos los peros que se quiera, acabó dando continuidad a un grupo en cuyo núcleo siempre estuvo ese pedazo de guitarrista llamado Greg Ginn. Esta "estabilidad" hizo posible la grabación de su estreno en largo, una de las biblias del hardcore. (...)

2 Juju (Siouxsie & the Banshees)

Con un cuarteto totalmente asentado, los Banshees asestan su dentellada definitiva, una con la que tocan hueso. Si el disco es un clásico inapelable es porque absolutamente todo en él se conjura hacia un objetivo común. El concepto que late en su interior está vertebrado a la perfección por la parafernalia, las letras y la música. Todas son afiladas, agrestes, siniestras hasta la médula y con espacio para lo tribal y lo atávico, conceptos que cobran vida gracias en buena parte a las percusiones animales de Budgie. (...)

1 Fire of Love (The Gun Club)

Pioneros del psychobilly, una mezcla bastarda de punk con otras cosas, de la psicodelia pantanosa al blues prehistórico, Jeffrey Lee Pierce y sus secuaces se estrenan con la grandeza que solo puede dar el ladrido, la lata y la electricidad más herrumbrosa. Lo mismo se inyectan una dosis letal de Robert Johnson que mastican con la boca abierta los tendones sanguinolentos de la Creedence. Un compromiso con las raíces para acabar triturándolas y quemándolas en su hoguera infame. (...)

1982

5 Bad Brains (Bad Brains)

Los Bad Brains se estrenan con un trabajo editado originalmente solo en cassette. Con el mismo impactaron desde las raíces de la independencia más auténtica. Esta autenticidad se vio aumentada por su falta de prejuicios a la hora de atacar con agresividad hardcore y de hilvanar bonitos bordados reggae con ecos inflados de dub. El rock de los de Washington DC es negrata por convicción y militancia y se beneficia de su amor por los Sex Pistols, The Clash o Bob Marley. La voz de H. R. es aguda, intensa y dúctil, la base rítmica puede conjurar la gravedad abisal del dub o la hormigonera del punk, y las guitarras se enroscan en riffs de vértigo. (...)

4 1999 (Prince)

Prince se destapa con un quinto album de título futurista como la música que lo puebla. Alegoría de soul floreado o dechado de synth-funk, 1999 es quizás la primera obra definitiva del de Minneapolis. Un trabajo que desborda carnalidad a pesar de toda su armadura sintética. (...)

3 Thriller (Michael Jackson)

Por una vez se hace bueno eso de "algo tendrá el agua cuando la bendicen" 40 millones de compradores. Aunque no haya una razón objetiva para ello, esta vez, tanta gente no puede estar equivocada. Y no lo está. El disco más vendedor de la historia (o uno de ellos) es también todo un exitazo artístico. Cuando las cosas se ponen en su sitio y no hay una voz más alta que otra, el resultado tiene que agradar. Y si encima se lo adorna con unos videos de antología que aumenten su potencial icónico... Pues eso, que el clásico está más que asegurado. Ni que decir tiene que el aspecto tan saludable de Michael en la portada también ayuda... Sobre todo viendo lo que le pasó después. (...)

2 Pornography (The Cure)

Caníbal, destructiva y violenta obra maestra que cierra la "trilogía siniestra" del grupo. La idea central, vivimos en una continua espera y la pornografía consiste en lo que hacemos durante esa espera: herir y hacernos daño. Y este disco te ataca desde la primera dentellada con "One Hundred Years" ("no importa si todos morimos"). Sin piedad te mece por abismos sin fondo ("A Short Term Effect", "Siamese Twins", "The Figurehead"), ríos de lava ("The Hanging Garden"), extraños y perversos vergeles ("Strange Day"), hasta las mismas puertas del infierno ("Cold", "Pornography"). (...)

1 Nebraska (Bruce Springsteen)

(Ver arriba).

 

1983

5 Let's Dance (David Bowie)

Bowie se tiñe de rubio pollo y se lanza a tumba abierta a la conquista de las discotecas. Para ello se alía nada más y nada menos que con Nile Rodgers, miembro fundador de Chic, para construir una de sus obras más comerciales y directas, una de las más queridas y de las más discutidas también. (...)

4 Murmur (R.E.M.)

R.E.M. presentándose al mundo en formato largo. La prueba de fuego que da fe de su grandeza tras un EP más que prometedor. No dejan lugar a la duda y salen airosos y relucientes con un disco de arpegios limpios y poderosos donde The Byrds y la Velvet más dulce se fusionan con la lírica evanescente de un Michael Stipe que ya se veía único. (...)

3 Porcupine (Echo & the Bunnymen)

Lo fácil es despachar el disco como una apertura hacia lo comercial con la que poco menos que se venden a la industria. Y no, no es eso. Este Porcupine, difícil tercer disco tras una dupla ejemplar, es su primera cumbre de verdad. A pesar de que no parece a priori muy superior a Heaven Up Here (1981), tiene suficientes puntos de fuga para diferenciarse y descollar por encima de su hermano mayor. (...)

2 Swordfishtrombones (Tom Waits)

En este punto Tom Waits decide que lo que han hecho Billie Holiday, James Brown o Louis Armstrong ya está hecho y es irrepetible. Así que ataca al pasado con los ácidos del trombónpezespada y a través de ritmos de metal roto y ladridos de opereta nos lo devuelve reluciente para la eternidad. (...)

1 Violent Femmes (Violent Femmes)

La rebelión desde las bases. Cómo hacer rock virulento con instrumentos acústicos. Nada de bucolismo ni country naïf, ni siquiera del bueno. Pretendían crear un sonido americano y lo consiguieron. De una extraña forma, es cierto. Solo atmósferas obsesivas y potencia sónica salida de la madera, el lino y el acero. La voz desgañitada de rabia, la guitarra minimalista y certera, el contrabajo de pura potencia muscular y el kit de batería que hace temblar los cimientos del edificio. Eso sí, no debería pasar por alto los tremendos momentos melódicos que se esparcen aquí y allá... (...)

 

1984

5 Zen Arcade (Hüsker Dü)

El hardcore nunca se ha caracterizado por su apertura de miras. Siempre encerrado en sí mismo, ardiendo en la lucha eterna contra el aburguesamiento. Y sin embargo, ese sentido iconoclasta lo hacía merecedor de un disco como este. Una ruptura, una huida hacia delante sin prejuicios, aunque manteniendo las señas de identidad del género. Tal vez un disco conceptual y ¡DOBLE! no fuera la mejor manera de impresionar al punkarrilla de turno, pero acabó marcando un hito y sirvió de modelo y referencia a una multitud de músicos con ganas de impresionar. Sin ir más lejos, la respuesta que meses después de su edición recibiera por parte de The Minutemen con el similar (en estructura) y también mayestático Double Nickels on the Dime (1984).

4 Ocean Rain (Echo & the Bunnymen)

En una evolución paralela a la de su hermano de armas, Nick Cave, los de Liverpool ahondan en la herida abierta en el disco anterior. En otras palabras, se recrean en las cuerdas y los medios tiempos expresionistas en los que Ian McCulloch puede acunar su portentoso hálito vocal, para sellar la obra maestra definitiva de la banda. Un monumento sonoro en el que resuenan pasado, presente y futuro. Aquí están los Bad Seeds, los Triffids o tantas bandas de los 90 que han caído rendidas al influjo de los Bunnymen y su luna asesina. (...)

3 Buscando América (Rubén Blades & Seis del Solar)

La "Amerika Perdida" que mentaba Mano Negra es un asunto antiguo. Sin duda el vasto continente ha sido pasto de numerosos expolios a lo largo de su sangrienta historia. Este es el tema que trata Buscando América. Blades se destapa 6 años después del maravilloso Siembra (78) que compartiera con Willie Colón con un disco personal, introspectivo y estratosférico. Ya no estaba la Fania para cobijarse y a la vez los grilletes que de alguna forma le maniataban habían volado por lo mismo. Sí, Rubén quería caminar solo. Y tras este álbum dejó claro que podía, incluso debía. (...)

2 Immigrés (Youssou N'Dour)

Cuando hablamos de música étnica nos encontramos con varios problemas. Por un lado está el sempiterno etnocentrismo que nos impide tomarnos en serio todo lo periférico a la cultura anglo-sajona/occidental. Y por otra parte, y en relación directa, podemos pecar de un cierto paternalismo que de nuevo nos hace ver estos discos como anécdotas más o menos graciosas pero absolutamente alejadas de las grandes obras de nuestro canon. Pues para derrotar todos esos prejuicios parecen haber nacido criaturas como este Immigrés. (...)

1 Let It Be (The Replacements)

El salto definitivo de los Replacements los colocó fuera de la órbita de ese hardcore que intentaba fagocitarlos en sus comienzos. Y no debería ser algo sorprendente. Con este Let It Be (1984), su obra maestra más absoluta e irrefutable, estaban culminando un viaje que parecía ser tan obligatorio para los punkarras desenfrenados como la visita a La Meca para los musulmanes que se precien de serlo. No hay más que ver las trayectorias de las mejores bandas de hardcore para entender que esta evolución es totalmente inevitable. De Minor Threat/Fugazi a Black Flag y de Hüsker Dü a The Minutemen, la pausa, la atmósfera, el coqueteo con lo acústico y con lo melódico no es sino la culminación de sus planes de dominación, el cierre perfecto del círculo. 


1985

5 Steve McQueen (Prefab Sprout)

Que Paddy McAloon es un fino estilista en esto del pop lo sabe casi todo el mundo. El tiempo lo ha acabado poniendo en su sitio, eso sí, dentro de los cenáculos más exquisitos, porque tampoco es la figura que merecería ser. Pues bien, todo ese reconocimiento se ha ido fraguando sin prisas, a base de trabajo y artesanía, con la delicadeza de un creador certero, elegante y gran conocedor de los sentimientos más profundos. (...)

4 Rain Dogs (Tom Waits)

Fue maravilloso lo que atacó la cabeza del genio de Pomona en la mitad de los 80. Tuvo que ser algo impactante, directo y brutal lo que volteara sus concepciones musicales para ser capaz de vomitar tanta influencia clásica, tanto blues y tanto jazz, tanta Afroamérica en torrentes expresivos de la voluptuosidad y la heterodoxia de "Swordfishtrombones" (83) y esta continuación que no hacía más que imperfeccionar lo que parecía imposible. (...)

3 Hounds of  Love (Kate Bush)

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2 Psychocandy (The Jesus & Mary Chain)

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1 Rum, Sodomy & the Lash (The Pogues)

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1986

5 Liberty Belle and the Black Diamond Express (The Go-Betweens)

Aquí hay que detenerse, hay que dejar de correr como pollos sin cabeza, tomar aire y disfrutar de los olores que trae la brisa. Porque si existe eso de la gran novela australiana de Robert Forster y Grant McLennan, tiene que ser justo este disco, la culminación del talento de dos escritores de canciones que solo se pueden medir con justicia si pensamos en mitos como Morrissey & Marr o, sí, no me he vuelto loco, Lennon & McCartney. (...)

4 Master of Puppets (Metallica)

La potencia y el control alcanzan aquí cotas increíbles, cierto, pero tampoco es que Master of Puppets sea el gran salto de Metallica. Siendo justos, habría que colocarle esa medalla al disco anterior, un Ride the Lightning (1984), que abrió el camino y del que podemos apreciar muchas cosas aquí. Es cierto que las contribuciones de Cliff Burton en esta obra solidifican y potencian la alianza con lo progresivo y esa música clásica que formaba parte de su dieta musical diaria, pero no podemos obviar que Kirk Hammett participa en cinco temazos, convirtiéndose en el tapado del grupo, en su secreto mejor guardado y en una fuerza motriz más en la banda. (...)

3 Your Funeral... My Trial (Nick Cave & the Bad Seeds)

Your Funeral... My Trial es un disco que causa pavor. Su estatura y su autoridad son gigantescas, ya no dentro de la obra del australiano, sino entre las obras maestras de los 80. No es moco de pavo enfrentarse a su valoración, por tanto.

El cuarto disco con los Bad Seeds es un momento cumbre por muchos motivos. No todos ellos se aprecian con claridad, porque a simple vista tampoco ofrece grandes variaciones con lo que venían ofreciendo. Sin embargo todos sabemos que Dios (y a veces el demonio) está en los detalles y esos son los que encumbran a esta obra por encima de todas las demás que haya parido Cave en cualquiera de sus pieles. (...)

2 Reign in Blood (Slayer)

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1 The Queen Is Dead (The Smiths)

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1987

5 Aguaplano (Paolo Conte)

Con la maldición de los discos dobles, sí, ganaría con menos minutaje. Y aún así se antoja imposible mejorar esta maravilla atemporal que nos traslada a otra época. Tiempos en los que el cine se hacía en blanco y negro y los buenos fumaban con la irresistible pose de duros que volvía locas a las chicas. Pianos en bares, acordeones de arrabal y actitud canalla a raudales. Una obra ejecutada con descaro y sentimiento infinitos que se te mete bajo la piel como un tatuaje. Perfecto, maestro. La verdad es que mejor lo dejamos enterito. Dejémosle su arrabal, lo chulo, lo delicado y los arañazos. No se debe limpiar la contaminación que ha formado una obra definitiva en el canon del italiano. (...)

4  Darklands (The Jesus & Mary Chain)

Darklands supondría una huida hacia delante evitando casi todos los tics del disco anterior. Tras la marcha del batería, un tal Bobby Gillespie, se decantaron por usar una caja de ritmos. Sea este o no el motivo, el resultado viró hacia una suerte de tranquilidad melódica punzada de electricidad pero desnuda de distorsión donde la belleza lanza destellos en monumentos sonoros impagables. "Darklands", "Happy When It Rains" o "April Skies" están sin duda entre los mejores momentos de los escoceses. (...)

3 The Perfect Prescription (Spacemen 3)

"La receta perfecta" se te inocula como la droga dura que es y te deja noqueado mucho tiempo después de que deje de sonar. Son tres cuartos de hora de gloria en los que el dúo narcótico que forman Jason Pierce y Peter Kember te llevan de la mano en un paseo interestelar hasta arriba de religión y estupefacientes. (...)

2 Sister (Sonic Youth)

La armaron buena los neoyorquinos con su cuarto disco, toda una depuración de sus habilidades a nivel de intensidad, estructura y aura, sin renunciar a lo rugoso ni a lo desviado de una propuesta que aquí empezaba a volar muy alto. Con las alas de esa alianza triple al micro, esa tensión rítmica elevada al cubo y un diálogo que es más bien pelea a hostias entre las guitarras fabricaron su primera obra maestra. (...)

1 Sign "☮︎" the Times (Prince)

La mayoría de edad de Prince en términos musicales, su obra maestra absoluta, puede ser este disco brutal y exuberante en el que demuestra más que nunca que es un superdotado en todos los aspectos. No creo que haya habido ningún coetáneo suyo capaz de dominar la cantidad de registros que el de Minneapolis maneja en esta obra. La amplitud de su dominio apabulla. Cuando de funk se trata no ha habido nadie como él, pero este disco demuestra que su paleta no tiene límites. (...)

 

1988

5 Spirit of Eden (Talk Talk)

Lo sacro y lo humano se entremezclan en esta música. De manera sutil, como el suave balanceo de las ramas de ese árbol de fantasía que adorna su envoltorio. Los 23 minutos iniciales se deslizan estocados por algún que otro recodo brusco y afilado. Guitarras, armónicas, teclados y la voz entregada de un Mark Hollis magistral en cada fraseo, en cada decisión. (...)

4 Surfer Rosa (Pixies)

Después de un EP volcánico y apasionante, llega el puñetazo en la mesa de un grupo llamado a ser mítico. Con unas ideas enraizadas en la independencia más feroz, estos bostonianos llegaron para quedarse con estas catorce canciones. El disco de la gitana se hizo legendario nada más salir. Su portada ya grita una provocación inmediata. Y sus sonidos, hijos bastardos del punk y del pop más irreverente y original en que pensarse pueda, crearon escuela. (...)

3 Bug (Dinosaur Jr.)

Hardcore + pop + Neil Young = delirio eléctrico. La batidora Mascis entrega todo un decálogo de indie rock que eleva la guitarra solista al olimpo. Más que con el virtuoso clasicismo de los setenta, con toda la pirotecnia eléctrica heredada de Hendrix y Young (que también es virtuosismo, of course). Pildorazos anfetamínicos e inmediatos de pop eléctrico que culminan en la agonía ampérica de "Don't". (...)

2 Daydream Nation (Sonic Youth)

Hay quien dice que en este disco Sonic Youth se vuelven demasiado comerciales. Un poquito exagerado ¿no? Eso es como decir que Rosa de España se ha vuelto alternativa por cantar una coplilla con 12Twelve de banda de apoyo. Es cierto que las canciones poseen una estructura definida y melodías concentradas, pero de ahí a considerar esto música de masas hay un abismo.

Ese abismo que se llama White Light/White Heat (1968) (The Velvet Underground), por cuyos bordes se pasean los neoyorquinos en este disco estratosférico. El mismo abismo que habían explorado en profundidad en sus obras anteriores, auténticos tratados sobre el terror. (...)

1 It Takes a Nation of Millions to Hold Us Back (Public Enemy)

(Ver arriba).

 

1989

5 3 Feet High and Rising (De La Soul)

De La Soul surgen de la nada y se sacan de la chistera esta deliciosa anomalía que iba a marcar un momento histórico en la historia del rap. La violencia dominaba ya entonces las letras y la actitud de los raperos a ambos lados de los EE.UU.. Tanto vecinos como Boogie Down Productions como los reyes gangsta de la costa oeste, N.W.A., regaban sus bases con una dureza verbal sangrienta e inmisericorde. De ahí que este estreno fuera tan impactante. (...)

4 I'm Your Man (Leonard Cohen)

En esta época Leonard Cohen estaba luchando por salir de la irrelevancia en la que le habían sumido sus últimos movimientos discográficos. Su ritmo se había ralentizado desde hacía lustros y entregaba un disco cada cinco años. Eso siempre ha ido a favor de la calidad de una discografía intachable, pero también suponía una amenaza a la hora de mantener el interés del público. Así, si con Various Positions (1984) había logrado conquistar a un público maduro deseoso de rememorar las glorias del pasado, con este I'm Your Man se confirma como el artista imprescindible que siempre ha sido y asalta las listas con una fuerza renovada e implacable. (...)

3 On Fire (Galaxie 500)

Como una explosión a cámara superlenta, Galaxie 500 se manejan por los vericuetos de un sonido que quieren llamar propio a toda costa. Cosa imposible a priori, obcecados como están en analizar al microscopio ese par de acordes sobre los que construyen toda una catedral sónica en honor a los momentos más oníricos y recatados de una Velvet Underground a la que adoran sobre todas las cosas. (...)

2 Doolittle (Pixies)

¡Qué difícil resulta encontrar las palabras exactas! Sobre todo para describir el gozo supino. Y eso es lo que consigue provocar este clásico de pop acorazado, de punk sin fisuras. El pináculo definitivo de la banda de los 80 y de los 90. Es lo que tiene dominar el yermo terreno de nadie. Es lo que tiene ser dueños de la melodía agreste y del desgarro algodonado, de las canciones sin solos pero llenas de matices que las hacen frescas a cada nueva escucha. Un planeta por descubrir cada vez que se explora. Resulta regocijante poner este disco y tumbarse, gritar, saltar, no parar quieto un instante. (...)

1 Disintegration (The Cure)

(Ver arriba).

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