domingo, 4 de marzo de 2012

momentazo #85: la sed


The Triffids fue una banda australiana que sacudió el underground ochentero a base de un pop apasionante bañado de la truculencia de los Bad Seeds y de la quemadura de Echo & the Bunnymen. Un pop llameante que pulieron en obras sobresalientes como Born Sandy Devotional (86) o este tremebundo...


Calenture  (The Triffids, 1987)
POP
POP BARROCO - pop llameante


Después de los huesos desnudos de "In the Pines" (86) los Triffids debían hacer una demostración de poder. De que sabían enfrentarse a los arreglos grandes y la producción inmaculada con dignidad. Y lo consiguieron con creces en un trabajo es-pec-ta-cu-lar. "Calenture" noquea por su sonido explosivo y perfecto, por su entereza y su belleza sin mancha, y en definitiva, por un puñado de canciones de antología.
Sea como fuere sus surcos transmiten esa urgencia febril, ese deseo por lo inalcanzable. Ese hálito imposible que vertebra toda nuestra existencia

Aquí se encuentra lo mejor que el señor McComb compusiera jamás con permiso de "Wide Open Road". En cuanto apretamos el play es imposible no embriagarse con el romanticismo apasionado de "Bury Me Deep In Love", la canción perfecta para abrir el disco porque resume todo lo que nos vamos a encontrar en él.


Es muy difícil no quedar atrapado por el comienzo ya en pleno estribillo, pero esta resistencia se hace imposible al llegar al puente con ese maravilloso cambio melódico. Y lo bueno es que cuando acaba comprobamos que esto no es más que el principio. Que todavía quedan momentos emocionantes, y más si cabe. "Kelly's Blues", "Unmade Love", "Blinder by the Hour", "Jerdacuttup Man" o "Save What You Can" rozan la perfección y sellan la que será para siempre la obra magna del grupo. Por encima del tremendo "Born Sandy Devotional" (86).


Lástima de la dupla "Open for You" y "Holy Water", temas más ligeros en lo musical y que, aunque disfrutables, hunden un poquito el conjunto haciendo que no podamos colocar el disco en el olimpo de los más grandes.


Tampoco hay que darle mayor importancia. Esto se contagia como la calentura que lo titula; una enfermedad típica de los marineros que se da en climas tropicales y que podríamos comparar con un golpe de calor. ¿Será eso lo que pasó el señor McComb para parir este disco? Sea como fuere sus surcos transmiten esa urgencia febril, ese deseo por lo inalcanzable. Ese hálito imposible que vertebra toda nuestra existencia. Con eso me quedo. Por encima de todo.

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